La fortaleza del sector agroalimentario durante la crisis del coronavirus
La pandemia ha puesto de manifiesto el carácter estratégico del sector agroalimentario al desempeñar una actividad esencial para el abastecimiento de alimentos a la población. Así, el sector ha sido uno de los menos afectados por la crisis: el peso del sector primario sobre el total de la economía aumentó y la industria agroalimentaria sufrió un retroceso mucho más suave que el conjunto de la industria manufacturera en el 2T 2020. De manera similar, la evolución del mercado laboral ha sido relativamente favorable y ha registrado una menor destrucción de empleo y una menor proporción de trabajadores afectados por ERTE.
Por todos es bien sabido, a estas alturas de la pandemia, que la crisis que ha provocado la COVID-19 está teniendo un impacto sin precedentes en la economía mundial, y en la española en particular. Las estrictas medidas de confinamiento vigentes durante buena parte del 2T 2020 y las restricciones sobre el turismo internacional comportaron una caída histórica del PIB de España, que disminuyó un 17,8% intertrimestral (un 21,5% interanual), el mayor descenso observado desde 1995 (año de inicio de la serie homogénea del INE). En comparación, las economías europeas de nuestro entorno registraron una caída de la actividad muy intensa pero manifiestamente inferior. En términos intertrimestrales: –11,8% en el conjunto de la eurozona, –9,7% en Alemania, –13,8% en Francia, –12,4% en Italia y –13,9% en Portugal. Solamente el Reino Unido, que además de sufrir un fuerte impacto por la pandemia también se encuentra inmerso en el complejo proceso de materializar
el brexit, registró una caída superior a la española en el 2T, un –20,4% intertrimestral.
en verano, la recuperación económica es todavía incompleta, frágil e incierta.
Los indicadores de actividad disponibles del 3T apuntan a que la economía española ha experimentado un rebote notable gracias al levantamiento de las restricciones a la movilidad. Sin embargo, se aprecian signos de desaceleración en la trayectoria de mejoría a causa del considerable aumento del número de casos de COVID-19 confirmados y de las nuevas medidas de contención que se están adoptando para frenar los contagios. Se estima que, en el último trimestre del año, la pérdida de actividad con respecto a los niveles del año anterior podría situarse en torno al 12%. La recuperación, por tanto, es todavía incompleta, y la dureza de las caídas sufridas en la actividad hace prever que se tarde años en recuperar los niveles previos a la crisis. En concreto, el escenario macroeconómico de CaixaBank Research prevé que esto no ocurra hasta 2023, si bien cabe recordar que el grado de incertidumbre que rodea las previsiones económicas es inusualmente elevado.
En este contexto de una caída de la actividad excepcional, el sector agroalimentario ha mostrado una evolución muy favorable, incluso contracíclica. Así, el valor añadido bruto del sector primario creció un 3,6% intertrimestral (6,3% interanual) en el 2T 2020, un trimestre marcado por el confinamiento de la mayor parte de la población española durante el cual el consumo de bienes de primera necesidad repuntó considerablemente. De este modo, el sector primario ganó peso en el conjunto de la economía en el 2T: aportó el 3,8% del PIB, en comparación con la contribución del 2,7% que registró en 2019.
para toda la población, el sector agroalimentario evolucionó muy favorablemente durante el confinamiento
La industria agroalimentaria también ha evolucionado de manera favorable respecto al conjunto de la industria manufacturera, mucho más afectada por el confinamiento. En concreto, mientras que la producción manufacturera total cayó un 26,7% interanual durante los meses de abril a junio, el descenso de la producción de productos alimentarios fue menos acusada, un –9,4%. En el mes de agosto (último dato disponible), el índice de producción industrial del sector de la alimentación siguió recuperándose y solamente se encontraba un 1,3% por debajo del nivel precrisis. Asimismo, el consumo de electricidad por sectores de actividad también muestra que la industria agroalimentaria estuvo operando prácticamente a pleno rendimiento durante los meses más críticos de la pandemia: mientras que el consumo de electricidad en la industria descendió un 16,3% interanual en el 2T 2020, apenas se redujo un 1% en la industria de la alimentación.
Retroceso menos acusado de la industria agroalimentaria
La intensidad del ajuste del empleo en los meses de confinamiento y su recuperación posterior ha sido muy desigual entre sectores de actividad. En el sector primario, el número de afiliados a la Seguridad Social retrocedió un 1,9% interanual en el 2T (frente a un –4,4% en el total de afiliados) y en la industria agroalimentaria cayó un 2,4% (frente a un –3,7% en el conjunto de la industria manufacturera).
Además, en el sector agroalimentario también se observa una escasa utilización de los instrumentos para contener la destrucción de empleo (ERTE y prestación extraordinaria por cese de actividad de los autónomos). En mayo, más de 3 millones de trabajadores por cuenta ajena estaban afectados por un ERTE, un 20,8% del total.1 En cambio, el porcentaje de asalariados con ERTE en el sector primario fue solo del 0,5% (unas 4.000 personas) y del 11,8% en la industria agroalimentaria (frente al 18,3% en la industria manufacturera). El porcentaje de trabajadores por cuenta propia en cese de actividad en el sector primario alcanzó el 3,5% en mayo (frente al 43,7% del conjunto de la economía y un 34,1% de la industria manufacturera).2
y una menor proporción de trabajadores afectados por ERTE, y la recuperación de la afiliación a la Seguridad Social se ha ido afianzando durante el verano.
Los datos más recientes, correspondientes al mes de septiembre, muestran que la recuperación de la afiliación se ha ido afianzando durante el verano. Ambos sectores muestran retrocesos en la afiliación más suaves que en los meses anteriores: –0,1% y –1,3% interanual en el sector primario y en la industria agroalimentaria, respectivamente. Además, en septiembre se observa una notable reincorporación al mercado laboral de trabajadores que estaban acogidos a un ERTE: solamente un 0,1% y un 2,8% de los asalariados del sector primario y de la industria agroalimentaria estaban en esta situación, respectivamente (frente a un 4,8% del total de afiliados por cuenta ajena). Los ERTE, por tanto, han sido un mecanismo altamente eficaz para salvaguardar las relaciones laborales durante los meses más duros de la pandemia.
Evolución favorable del mercado laboral
- Como ya se ha apuntado, el buen desempeño del sector agroalimentario durante los meses más críticos de la crisis sanitaria se explicaría por el propio confinamiento, que obligó a las personas a quedarse en casa provocando un incremento del consumo de bienes de primera necesidad como los alimentos (así como un cierto efecto acopio durante las primeras semanas del estado de alarma). Una consecuencia directa del confinamiento, por tanto, fue un notable cambio en los patrones del consumo alimentario de las familias, que aumentó de manera pronunciada dentro de los hogares y prácticamente desapareció fuera de ellos (es decir, en el canal HORECA: hoteles, restaurantes y cafeterías). Este efecto sustitución ha continuado, aunque en menor medida, después del levantamiento del estado de alarma. Profundizamos en esta cuestión en el siguiente artículo, «Cambio en los patrones de consumo durante el confinamiento: del restaurante al hogar».
- Un segundo factor que explicaría el buen desempeño del sector agroalimentario durante la crisis del coronavirus tiene un carácter más estructural, y obedece al buen posicionamiento de los productos agroalimentarios españoles en los mercados internacionales, fruto del esfuerzo de internacionalización de los últimos años. Analizamos con detalle la evolución de las exportaciones agroalimentarias en el tercer artículo de este informe, «La resiliencia de las exportaciones agroalimentarias españolas».