Europa y el propósito de desvincularse del petróleo ruso: un objetivo alcanzable a corto plazo
La crisis energética ha supuesto en el seno de la UE un acicate para impulsar fuentes de energía más respetuosas con el medio ambiente y menos dependientes de los combustibles fósiles, pero su pleno desarrollo se presenta como una empresa a medio plazo.
Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, el bloque de países de Occidente estableció como uno de sus objetivos reducir su dependencia de las importaciones de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) de Rusia.1 Este propósito, además de estar motivado por el deseo de disminuir la dependencia de los suministros energéticos a los flujos de un proveedor mayoritario, respondía al fin de tratar de debilitar la economía rusa.2 Los primeros pasos los dieron EE. UU. y Canadá al imponer un veto a las importaciones de petróleo y gas ruso en marzo. Sin embargo, en el Viejo Continente la adopción de una decisión al respecto llevó más tiempo, dado que Europa históricamente ha sido el principal mercado de Rusia para sus exportaciones de petróleo y gas natural (el 30% y el 40%, respectivamente). Finalmente, en junio, todos los Estados miembros de la UE firmaron un paquete de sanciones3 en el que se incluyó la prohibición de la compra, importación o transferencia de petróleo y determinados productos petrolíferos de Rusia a la UE. Las restricciones se aplicarán de manera gradual, entre diciembre y febrero de 2023, y afectarán al 90% del crudo y productos refinados que Rusia entrega al bloque europeo. No obstante, se firmó también una excepción temporal para las importaciones de crudo que se suministra vía oleoducto a algunos Estados miembros (como Hungría, República Checa y Eslovaquia) con una elevada dependencia de los suministros rusos y que carecen de alternativas viables a corto plazo. Adicionalmente, a finales de septiembre, en el seno de la UE se debatió la propuesta de un octavo paquete de sanciones a Rusia, en el que se contempla el establecimiento de un tope al precio del petróleo ruso.
- 1. Rusia es una de las principales potencias en la producción y exportación de combustibles fósiles, donde se posiciona en la terna del ranking mundial.
- 2. Hasta 2021, el 40% del Presupuesto Federal de Rusia se alimentaba de los ingresos generados por los impuestos y los aranceles de exportación de gas natural y petróleo.
- 3. Sexto paquete de sanciones de la UE sobre Rusia (junio de 2022). Véase Publications Office (europa.eu).
Durante los primeros seis meses de la guerra, la UE se ha mantenido como el principal comprador de los combustibles fósiles rusos, aunque progresivamente ha ido reduciendo el porcentaje de las importaciones de estos bienes desde Rusia, desde el 70% en marzo hasta el 54% en agosto. Este descenso ha estado protagonizado en gran medida por el menor flujo de compras de gas natural, que se intensificó en agosto con la ralentización y posterior interrupción de los suministros a través de Nord Stream 1, y de carbón, cuyo embargo por parte de los países de la UE4entró en vigor también en agosto. Igualmente, en el caso del petróleo, la dependencia europea del crudo ruso se ha ido reduciendo gradualmente. Según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), el porcentaje de importaciones de crudo ruso sobre el total de las importaciones de petróleo de los países europeos de la OCDE se habría reducido desde el pico del 26% alcanzado en marzo, ante los temores a la escasez de suministros, al 15% en junio, como consecuencia de las sanciones financieras y comerciales impuestas sobre Rusia. De esta forma, el porcentaje de importaciones de petróleo ruso se situó en el promedio del 1S 2022 en el 19,6% (21,4% en la primera mitad de 2021).
Cabe destacar que, ante las menores compras procedentes de Europa, se ha producido una reorganización del comercio internacional de combustibles fósiles de Rusia. Los datos más recientes apuntan a que China habría desplazado a Alemania como principal comprador de petróleo y de carbón rusos. Asimismo, países como India y Egipto, que hasta antes del comienzo de la guerra apenas importaban petróleo de los Urales, han emergido como socios comerciales relevantes,5 habiendo incluso llegado a importar más petróleo ruso que los principales países de la eurozona entre los meses de julio y agosto.
Esta redistribución comercial de los flujos de crudo ruso también se ha puesto de manifiesto en la evolución de los ingresos de Rusia por la venta de combustibles fósiles al resto del mundo. A pesar de las restricciones de Occidente y de la moderación de la actividad global, la participación de los nuevos compradores ha permitido que los ingresos diarios por las exportaciones de petróleo se hayan mantenido por encima de los niveles previos a la guerra en un contexto de precios internacionales del barril de crudo elevados, a pesar de su descenso respecto al mes de marzo, cuando el precio del barril de Brent alcanzó su nivel máximo (128 dólares).
- 4. Quinto paquete de sanciones de la UE sobre Rusia (abril de 2022). Véase Publications Office (europa.eu).
- 5. Según datos del Centre for Research on Energy and Clean Air (CREA), India y Egipto se dedican al proceso de refino del petróleo que compran a Rusia y, posteriormente, lo exportan al resto del mundo occidental, como, por ejemplo, EE. UU. y Australia.
Los esfuerzos de la UE por reducir el consumo de gas natural se están viendo compensados con un mayor consumo agregado de petróleo y carbón (un 8% y un 7% interanual en el 1S del año respectivamente, según Eurostat). Este incremento se ha producido en un contexto en el que las importaciones de Rusia se han ido reduciendo progresivamente e incluso prohibiendo, como en el caso del carbón, por lo que las compras de suministros energéticos de otros países se han incrementado. Por ejemplo, Sudáfrica y Colombia se han convertido en los principales proveedores de carbón, mientras que, en lo tocante al petróleo, en julio las importaciones diarias de crudo de Arabia Saudí e Irak aumentaron un 90% respecto a enero de 2022, y las de EE. UU. se situaron en niveles máximos. De cara a los próximos meses, se va a continuar reduciendo la dependencia del petróleo ruso: se estima que, con la entrada en vigor del embargo de la UE al crudo ruso, a finales de este año las importaciones de petróleo de la UE procedentes de Rusia disminuirán a 600.000 barriles al día, desde los 3 millones de barriles diarios antes del conflicto y los 2,3 millones de julio. Pese a ello, todo apunta a que las necesidades europeas de petróleo estarán cubiertas a corto y medio plazo. No en vano, a diferencia del gas, que depende críticamente de infraestructuras físicas para su transporte, el petróleo se puede transportar sin dificultades por vía marítima, lo que facilita que la sustitución de las importaciones rusas se pueda acometer a corto plazo. Así, además de contar con la oferta de petróleo de los países de la OPEP y de EE. UU., asociaciones internacionales como la IEA han mostrado su disposición a volver a liberar parte de sus reservas estratégicas de crudo, como ya hicieran a comienzos de la guerra. En cuanto a las implicaciones sobre los precios, cabe señalar que el hecho de que existan alternativas desde el lado de la oferta no debería implicar necesariamente un descenso de los precios del barril de crudo. De hecho, los países de la OPEP han expresado su deseo de mantener los precios en torno a los 80 y 90 dólares el barril, niveles por encima del promedio histórico y que mantendrán la presión alcista sobre las tasas de inflación mundiales.
De cara a más largo plazo, es cierto que la crisis energética ha supuesto en el seno de la UE un acicate para impulsar fuentes de energía más respetuosas con el medio ambiente y menos dependientes de los combustibles fósiles, pero su pleno desarrollo se presenta como una empresa a medio plazo, lo que apunta a que las importaciones de crudo seguirán siendo relevantes para las necesidades energéticas europeas en los próximos años.