La reconstrucción de Ucrania y las posibles implicaciones para el escenario energético europeo
Una de las cuestiones que más debate suscita en torno a los acuerdos de paz, parciales o totales, y al proceso de reconstrucción de Ucrania es qué ocurrirá con el escenario energético europeo. ¿Volverá Europa a ser cliente principal de la energía rusa?

Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE. UU., se han sucedido los intentos por lograr entablar una mesa de negociación entre Rusia y Ucrania. El pasado 25 de marzo, se dio un primer paso con la firma de un alto el fuego parcial entre Ucrania y Rusia, con el que se quiere garantizar la seguridad de la navegabilidad y el comercio en el mar Negro. Además, se incluyó el compromiso de no realizar ataques contra las infraestructuras energéticas, poniendo de relieve la importancia de este sector para ambas naciones, por el abastecimiento doméstico y por los ingresos generados por las exportaciones de combustibles fósiles. Más allá de las consideraciones políticas y sociales, un acuerdo de paz duradero tendría un efecto positivo sobre los flujos energéticos internacionales y favorecería la relajación de los precios, especialmente del gas natural. La UE, consciente de esta ventaja y de la necesidad de restaurar las instalaciones energéticas dañadas durante la guerra, ha comenzado a plantear el futuro de la reconstrucción de Ucrania, de sus infraestructuras energéticas y del resto de sectores relevantes para el crecimiento económico.
De manera conjunta, el Banco Mundial, la UE y las Naciones Unidas1 han estimado que el valor de los daños directos de la guerra de Ucrania, desde febrero de 2022 hasta diciembre de 2024, ascendería a 176.000 millones de dólares (170.000 millones de euros), cifra un 15,8% superior al cálculo realizado a finales de 2023. En el último año, el incremento de los daños se produjo de manera generalizada en el sector residencial, el transporte, el comercio y la industria. Sin embargo, las pérdidas en el sector energético se elevaron un 70%, consecuencia de los daños registrados sobre activos vinculados a la generación y transmisión de electricidad, infraestructuras de distribución energética y calefacción urbana (véase el primer gráfico).
- 1. Véase «Cuarta Evaluación Rápida de Daños y Necesidades de Ucrania (RDNA4)». World Bank Document, febrero de 2025.

Estos tres organismos internacionales estiman que el coste de las necesidades de reconstrucción y recuperación de Ucrania, del sector público y del privado, durante la próxima década, ascenderían a 524.000 millones de dólares (506.000 millones de euros), aproximadamente 2,8 veces el PIB nominal estimado de Ucrania en 2024. El listado de prioridades en la asignación de las ayudas lo encabezaría la vivienda (con el 16% del total), seguida del transporte (15%), la energía (12%), el comercio y la industria (12%) y la agricultura (11%).
Paralelamente, y con el fin de obtener el respaldo necesario para lograr la futura adhesión de Ucrania a la UE, el Gobierno ucraniano ha puesto en marcha un programa de reformas e inversiones recogidas en el Plan Ucrania.2 En el caso concreto del sector energético, se están tomando medidas para ofrecer oportunidades atractivas al sector privado y se han acelerado las reformas legislativas y estructurales (centradas en la mejora de la seguridad energética y la transición hacia energías renovables) con el fin de alinear el sector con las normas y estándares de la UE, como requisito esencial para poder competir en los mercados europeos.
- 2. En mayo de 2024, el Gobierno de Ucrania adoptó de la UE el Plan Ucrania. Es un programa integral de reformas e inversiones para el periodo 2024-2027, que abarca la mayoría de los sectores de la economía ucraniana.
Una de las cuestiones que más debate suscita en torno a los acuerdos de paz, parciales o totales, y al proceso de reconstrucción es qué ocurrirá con el escenario energético europeo. Aspectos como si Europa volverá a ser uno de los principales clientes de la energía rusa o qué impacto tendrá en los precios del crudo y del gas natural la vuelta de Rusia a la escena europea centran gran parte de las incógnitas a resolver.
Respecto al petróleo, tras la invasión de Ucrania, Occidente sancionó las exportaciones de crudo ruso,3 aspecto que no impidió que Rusia siguiera manteniendo un elevado ritmo de producción. Desde entonces, los flujos desde Rusia hacia Europa se han minimizado de forma efectiva (véase el segundo gráfico), y los cargamentos de petróleo ruso se han redirigido hacia China, India y Turquía. Por su parte, Europa ha suplido esta merma con los barriles de Oriente Medio y EE. UU. En un posible acuerdo de paz, existe la posibilidad de que EE. UU. suavizara las sanciones sobre el tope de precios impuesto por el G-7, aspecto por el cual la prima de descuento actual a la que se negocia el barril de los Urales se diluiría y perdería la ventaja competitiva respecto al precio del barril de Brent para los compradores asiáticos. Este movimiento no debería afectar significativamente al volumen de las importaciones de petróleo de Europa y los precios podrían registrar presiones a la baja, relacionadas con el aumento de la oferta de barriles por parte de la OPEP a partir de abril.
- 3. En 2022, EE. UU. y el Reino Unido prohibieron las importaciones de petróleo y derivados de Rusia. La UE, desde finales de 2022, también las prohibió y, en 2023, restringió la prestación de servicios asociados (transporte y seguros marítimos) a los importadores de crudo ruso. Paralelamente, en 2022, el G-7 impuso un tope al precio de venta del barril de crudo ruso transportado por vía marítima a 60 dólares. No afecta al crudo que llega a Europa a través de oleoducto a países sin acceso al mar.

Por el contrario, en el caso del gas natural, el acuerdo de paz sí que podría tener más implicaciones para Europa. El escenario gasístico europeo actual no es el mismo que había antes de comenzar la guerra. De una parte, la demanda de gas natural del Viejo Continente ha descendido un 20% entre 2021 y 2024. El encarecimiento del gas natural en Europa desde el inicio de la guerra, el despliegue de las energías renovables y las políticas de ahorro energético promovidas desde la UE4 han supuesto una reducción considerable de la demanda. De otra, Europa ha buscado proveedores alternativos de gas natural y ha dado mayor protagonismo al gas natural licuado (GNL), principalmente al de origen estadounidense, y a toda la industria de almacenamiento y regasificación asociada a este combustible. No obstante, en este aspecto hay que señalar que, aunque las exportaciones de gas natural ruso hacia Europa se han reducido drásticamente desde 2022, Rusia ha seguido vendiendo GNL a Europa, llegando a suponer el 18% del total de GNL importado por Europa (excluida Turquía) en 2024.
Adicionalmente, otro factor que también ha cambiado drásticamente son las rutas del gas importado desde Rusia a Europa por gaseoducto. De cuatro vías de acceso existentes al inicio de la guerra (Yamal por Polonia, Nord Stream por Alemania, Brotherhood por Ucrania y Turk Stream por Turquía), actualmente solo está operativo el gaseoducto turco. A diferencia de lo ocurrido con el petróleo, la UE no ha sancionado de manera explícita los flujos de gas natural por gasoducto, y las interrupciones de los suministros se han debido a cuestiones legales, políticas y logísticas.
Con todo, llegado el momento de la paz, parece poco probable que el volumen de las exportaciones de gas natural de Rusia a Europa vuelva a alcanzar los niveles previos a la guerra. En los tres últimos años, los países de la UE han invertido la preferencia de una energía barata por la seguridad energética. La mayoría de los miembros mantienen una postura contraria al retorno del gas ruso a Europa, excepto Eslovaquia y Hungría, aspecto por el cual apoyarán la diversificación de los proveedores y por el que tampoco invertirán significativamente en la recuperación de los gasoductos en pausa. Además, la guerra ha acelerado en la UE una serie de cambios estructurales con un perfil a más largo plazo, como la inversión en fuentes de energía renovables, la deslocalización de algunas industrias intensivas en el uso del gas natural y el desarrollo de la capacidad del GNL, todos ellos, aspectos que disminuyen el potencial de crecimiento de la demanda para el gas natural ruso.
Todo apunta a que, ante un acuerdo de paz equilibrado entre Rusia y Ucrania, el retorno de los flujos de gas y petróleo rusos a Europa difícilmente alcanzará los niveles previos al conflicto. Además de las cuestiones políticas, legales y de seguridad, los cuantiosos daños sufridos por las infraestructuras energéticas ucranianas durante el conflicto, a pesar de ser un objetivo prioritario de reconstrucción, ralentizarán la normalización del tránsito de esos flujos.
- 4. Véase «REPowerEU: la política energética en los planes de recuperación y resiliencia de los países de la UE», cuyo propósito es poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles rusos en 2027, ahorrando energía y diversificando los suministros. Y «Objetivo 55», paquete de medidas de la UE sobre la legislación europea del clima con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE en al menos un 55% en 2030.
- 1. Véase «Cuarta Evaluación Rápida de Daños y Necesidades de Ucrania (RDNA4)». World Bank Document, febrero de 2025.
- 2. En mayo de 2024, el Gobierno de Ucrania adoptó de la UE el Plan Ucrania. Es un programa integral de reformas e inversiones para el periodo 2024-2027, que abarca la mayoría de los sectores de la economía ucraniana.
- 3. En 2022, EE. UU. y el Reino Unido prohibieron las importaciones de petróleo y derivados de Rusia. La UE, desde finales de 2022, también las prohibió y, en 2023, restringió la prestación de servicios asociados (transporte y seguros marítimos) a los importadores de crudo ruso. Paralelamente, en 2022, el G-7 impuso un tope al precio de venta del barril de crudo ruso transportado por vía marítima a 60 dólares. No afecta al crudo que llega a Europa a través de oleoducto a países sin acceso al mar.
- 4. Véase «REPowerEU: la política energética en los planes de recuperación y resiliencia de los países de la UE», cuyo propósito es poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles rusos en 2027, ahorrando energía y diversificando los suministros. Y «Objetivo 55», paquete de medidas de la UE sobre la legislación europea del clima con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE en al menos un 55% en 2030.