La inflación se desenchufó en febrero
La inflación se situó en el 0% en febrero, como adelantó el INE el pasado 26 de febrero, y disminuyó 0,5 p.p. respecto a enero, lo que truncó la trayectoria ascendiente de los últimos meses. El descenso de la inflación se explica en gran medida por el comportamiento de los precios de la electricidad, con un fuerte ajuste a la baja en febrero, después de tres meses de fuertes subidas. La bajada de los precios de los alimentos elaborados y algunos servicios también contribuyeron a la moderación. En sentido contrario, los precios de los carburantes aumentaron, atenuando así la caída observada. La inflación subyacente (general sin energía y alimentos frescos) retrocedió 3 décimas hasta el 0,3%.
Contingut disponible en
12 de març de 2021
Dato
- El IPC registró una variación interanual del 0,0% en febrero (0,5% en enero).
- La inflación subyacente bajó 3 décimas hasta el 0,3% en febrero (0,6% en enero).
- La variación intermensual del IPC fue del -0,6% (-0,1% en febrero 2020).
Valoración
- La inflación se situó en el 0% en febrero, como adelantó el INE el pasado 26 de febrero, y disminuyó 0,5 p.p. respecto a enero, lo que truncó la trayectoria ascendiente de los últimos meses. El descenso de la inflación se explica en gran medida por el comportamiento de los precios de la electricidad, con un fuerte ajuste a la baja en febrero, después de tres meses de fuertes subidas. La bajada de los precios de los alimentos elaborados y algunos servicios también contribuyeron a la moderación. En sentido contrario, los precios de los carburantes aumentaron, atenuando así la caída observada. La inflación subyacente (general sin energía y alimentos frescos) retrocedió 3 décimas hasta el 0,3%.
- La volátil evolución de los componentes no subyacentes ha explicado el fuerte descenso observado en el índice de la inflación de febrero. Los precios de la electricidad, que habían escalado más de 20 p.p. entre octubre y enero (del -6,5% al 15,1%, en términos interanuales), han bajado ahora un 3,1% interanual, con una variación intermensual del -19,4% (vs. -4,2% en febrero 2020). Así, tras un mes de enero con una gran escalada en los precios por una meteorología adversa (tuvimos cinco borrascas: destacó Filomena pero también Gaetan, Hortense, Ignacio y Justine), en febrero la variación interanual de los precios de la electricidad volvió a terreno negativo. Por otro lado, los precios de los carburantes reforzaron la tendencia alcista observada a lo largo del último trimestre del 2020, con una variación intermensual del 2,9% que dejó la variación interanual en el -4,6%. En los próximos meses se esperan efectos base importantes en los precios de la energía; uno de los más destacados será el de los bajos precios del petróleo, que a principios de 2021 han vuelto a niveles prepandemia pero que en la primavera de 2020 llegaron a caer por debajo de los 30 dólares.
- Los componentes subyacentes dieron la vuelta también a la dinámica alcista observada en enero. Destacó el descenso de la inflación en el sector de servicios, alcanzando el 0,1% (0,5% en enero). Por su parte, los precios de bienes industriales bajaron en febrero, con una caída del 0,4% intermensual y registraron una inflación del 0,2%. La inflación de los alimentos elaborados también retrocedió, situándose en el 0,7% (vs. 1,1% en enero).
- La publicación del dato de inflación para el mes de febrero está en línea con las previsiones de inflación de CaixaBank Research del 1,1% para el conjunto del año. Se espera que el efecto neto de la COVID-19 se mantenga deflacionista, como muestra la evolución muy contenida de la inflación subyacente. Aun así, en un entorno de gran volatilidad, con la paulatina recuperación de la demanda interna y de los precios del petróleo a lo largo del año y el impulso que se espera en el proceso de vacunación en los grupos de riesgo, no son descartables sorpresas positivas en los próximos meses. Entre los factores de riesgo al alza en los próximos meses, más allá de la subida de los precios de la energía en los mercados internacionales, se deben incluir los posibles efectos “cuello de botella” por el lado de la oferta y, con la estabilización de la situación sanitaria y la recuperación de la demanda, el posible repunte del consumo de los hogares en bienes y servicios, fortalecidos por los niveles acumulados de “ahorro forzado” a lo largo del último año.