¿Hay un cambio de tendencia del comercio mundial?
El comercio internacional fue uno de los principales damnificados durante los años de crisis, pero se recuperó rápidamente proporcionando una importante fuente de crecimiento para la economía global. Sin embargo, en los últimos trimestres, los datos de comercio han empezado a flaquear, un hecho hasta cierto punto desconcertante ya que los principales países desarrollados se encuentran inmersos en la fase de consolidación de su proceso de recuperación y en los países emergentes, aunque la situación sea muy distinta en cada caso, no se espera un proceso de desaceleración generalizado.
La desaceleración del comercio no es alarmante, pero sí notable y generalizada: se observa tanto en los principales países desarrollados como en los emergentes. Destaca la desaceleración de las exportaciones que ha tenido lugar en EE. UU., a pesar de que en este caso los factores meteorológicos adversos jugaron un papel decisivo. Entre los años 2010 y 2013, la tasa de crecimiento intertrimestral promedio de las exportaciones de bienes y servicios se situó en el 1,3%, mientras que en el 1T 2014 se produjo un descenso del 2,3%.
La evolución de las exportaciones es bastante volátil a corto plazo y, por lo tanto, los datos de los últimos meses podrían enmarcarse dentro de estos movimientos erráticos que a menudo se producen. Sin embargo, es interesante apuntar que, en determinados países, la velocidad de crecimiento de las exportaciones ha modificado su patrón habitual durante los últimos trimestres. Históricamente, la tasa de crecimiento de las exportaciones, en términos reales, era superior a la del PIB. Las ganancias de eficiencia que aportaba una mayor integración de la actividad productiva de un país a la cadena de valor global eran claves para sustentar el crecimiento de la actividad. Sin embargo, en los años 2012 y 2013, a nivel global, la tasa de crecimiento de las exportaciones fue casi la misma que la del PIB, un fenómeno prácticamente inaudito durante los últimos 30 años.
Los principales responsables del cambio de tendencia son, sobre todo, EE. UU. y China (segunda y primera potencia exportadora, respectivamente). En el caso estadounidense, este se interpreta como un suceso temporal, ya que se debe al fuerte repunte de la demanda interna durante los últimos años una vez mejoró la confianza en la capacidad de crecimiento de la economía. En el caso de China, en cambio, podríamos encontrarnos ante un fenómeno de más largo recorrido: el cambio de modelo que el nuevo ejecutivo está impulsando para reequilibrar las fuentes de crecimiento, con un mayor protagonismo de la demanda interna. Según previsiones del FMI, ello hará que en los próximos años el crecimiento de las exportaciones de China sea muy similar al de su PIB, o incluso inferior.
Más allá del caso de China, y de los vaivenes temporales típicos en las series de comercio internacional, es difícil pensar que el comercio internacional deje de ser uno de los principales ejes sobre los que se vehiculan las ganancias de productividad globales y, por lo tanto, el crecimiento. Pero se deberá seguir su evolución con detenimiento.