La inflación española y la subida del petróleo: ¿esta vez será diferente?
La inflación española ha repuntado con fuerza en los últimos meses. En agosto de 2016, cuando todavía estaba en terreno negativo (–0,1%), inició una fuerte tendencia alcista y, en febrero de 2017, alcanzó el 3,0%. Este repunte se explica enteramente por la subida del precio del petróleo y de la electricidad. Pero, de cara a los próximos meses, hay dos cuestiones que preocupan. Por un lado, cómo impactará este repunte, hasta ahora circunscrito a los componentes energéticos del IPC, en el precio del resto de bienes. Y, por otro, si el impacto en la inflación española será superior al de la eurozona, puesto que ello podría erosionar las ganancias de competitividad de los últimos años.
La subida del precio del petróleo afecta a la inflación por tres vías distintas. En primer lugar, tiene un impacto directo en el precio de los carburantes. Este efecto es más acusado en España que en la eurozona porque los carburantes pesan un 7,7% en el IPC español, mientras que solo pesan un 4,2% en la eurozona, y porque los impuestos de suma fija son inferiores en España, con lo que el precio del carburante fluctúa más en línea con el del petróleo. En segundo lugar, están los efectos indirectos sobre otros componentes, por el incremento de los costes de producción que están intrínsecamente ligados al petróleo, por ejemplo, los precios del transporte. Además, en tercer lugar, hay que sumar los llamados efectos de segunda ronda, que se producen como consecuencia de los cambios en las expectativas de inflación de los agentes económicos y que, por ejemplo, pueden afectar a las negociaciones salariales.
Una manera de medir estos tres efectos, tanto para España como para la eurozona, es a partir del desglose del IPC en 94 componentes. Para cada componente, se calcula la correlación con el precio del petróleo1 y se clasifican los componentes en dos grupos, según si tienen o no una correlación significativa. A continuación, se construye un índice de precios sintético usando solamente los componentes no correlacionados con el precio del petróleo. Así, la diferencia entre la inflación observada y la sintética ilustra la influencia del precio del petróleo sobre el precio del resto de bienes.
El primer resultado que se extrae de este ejercicio es que, en los últimos 15 años, los componentes correlacionados con el petróleo en el IPC español pesan más que en el IPC de la eurozona. En concreto, en España, los componentes correlacionados (que se excluyen del índice sintético) tienen una ponderación conjunta del 59,1%. Esto queda muy por encima de la eurozona, donde los componentes excluidos pesan un 36,7%. Las mayores diferencias entre España y la eurozona se dan en restaurantes y en servicios de alojamiento, con un peso combinado del 13,8% en el IPC español. En ambos casos, la correlación con el precio del petróleo es alta en España, mientras que en la eurozona es casi nula.
El mayor peso de los componentes correlacionados con el petróleo, en el caso español, contribuye a que la inflación en España aumente más que la de la eurozona ante un episodio de encarecimiento del crudo. Así, en la escalada de precios del petróleo entre 2007 y 2008, el efecto de dicho aumento sobre la inflación española fue de 4,1 p. p. (diferencia entre la inflación observada y la sintética en agosto de 2008) mientras que en la eurozona llegó hasta los 2,3 p. p. en noviembre.
En enero y febrero, ya hemos asistido a los efectos directos y quizás en parte a los indirectos de la subida del petróleo. ¿Hemos de esperar lo mismo que en el pasado con los efectos de segunda ronda? Hay razones para pensar que las reformas estructurales de los últimos años, y la desindexación de la inflación que han traído (costes laborales, pensiones y tasas públicas), podrían hacer que esta vez la historia se escribiese de forma diferente.
1. En concreto, para cada componente i se estima el modelo \(\textstyle\prod_t^{comp\;i}=\alpha+\beta_i\cdot\prod_{t-1}^{comp\;i}+\mu\cdot\prod_{t-j}^{petróleo}\), donde j = 0, 1, 2 o 3 y π indica la variación interanual del índice de precios.