España: un primer trimestre sinuoso
Sin embargo, en los últimos trimestres la «curva de aprendizaje» de cómo gestionar una pandemia y convivir con ella se ha traducido en una mayor resiliencia de la actividad económica. Además, aunque las restricciones siguieron condicionando la economía en el conjunto del 1T 2021, en marzo la incidencia de contagios se mantuvo contenida, con los nuevos casos confirmados estabilizados alrededor de los 5.000 (promedio de siete días), muy por debajo del promedio de 36.000 alcanzado en enero. Asimismo, en marzo también bajó el porcentaje de test positivos hasta el 5% (después de que llegara a casi el 20% en enero), mientras que mejoró el ritmo de vacunación, a pesar de los problemas de suministro de dosis. La pandemia sigue siendo el gran determinante del escenario y, aunque nuestras previsiones económicas contemplan la posibilidad de nuevos rebrotes, de cara a los próximos meses se espera que la inmunización de los colectivos de riesgo en el 2T refuerce la mejora de las dinámicas epidemiológicas y permita aliviar la presión sobre el sistema sanitario, desencadenando una reactivación más sostenida de la actividad económica.
Los datos más recientes del INE muestran que el PIB se quedó estancado en el 4T 2020 (+0,0% intertrimestral), mientras que inicialmente se había estimado un leve avance del +0,4%. Con todo, la nueva estimación del INE señala que la economía había rebotado más en el 3T de lo inicialmente estimado (en concreto, 0,7 p. p. más, hasta el 17,1%) y todo ello situó la caída del PIB en el conjunto de 2020 en el 10,8% (frente a una estimación inicial del 11,0%). Para el 1T, la mayoría de los indicadores de actividad disponibles marcan un ligero retroceso con respecto al trimestre anterior. En concreto, en el promedio del trimestre el índice de sentimiento empresarial PMI compuesto se emplazó por debajo de los 50 puntos que delimitan la contracción de la expansión, a pesar de que la actividad del sector manufacturero de España registró en marzo un nuevo incremento, con una mejora hasta los 56,9 puntos. En este entorno, el Banco de España revisó sus previsiones macroeconómicas para España ligeramente a la baja, y prevé que en 2021 el PIB se sitúe un 5,6% por debajo del nivel de 2019, una visión razonablemente acorde con la contemplada en el escenario de previsiones de CaixaBank Research. Por otro lado, el déficit público de 2020 fue del 11,0% del PIB. Esto representa un aumento de 8,1 p. p. de PIB con respecto a 2019, explicado por una caída de los ingresos públicos del 5,0% y un aumento del gasto público del 10,1%, en términos interanuales, con intereses. Además, a criterio de Eurostat, se incorporan al déficit 0,9 p. p. correspondientes a la Sareb.
Después de una caída del 11% del indicador de consumo de CaixaBank en febrero (tras descensos del 5% y del 7% en el 3T y el 4T, respectivamente), en marzo el descenso se moderó hasta el 6%. Con todo, en el conjunto del 1T pesa la debilidad de enero y febrero, y el indicador señala un cierto retroceso respecto al 4T 2020. Por otro lado, el consumo de cemento se recuperó en febrero, con una caída del 1,9% interanual (tras una caída del 12,4% en enero), y las nuevas matriculaciones moderaron su descenso (–38,4% interanual en febrero frente al 51,5% en enero).
Aunque el mercado laboral mostró un comportamiento positivo en el 4T 2020, el número total de trabajadores en ERTE señala una menor tracción en el primer trimestre del año, tras un aumento de 90.000 ERTE en febrero, concentrados en particular en los sectores de servicios más afectados por las restricciones a la actividad. Por otra parte, la afiliación muestra también un retroceso, con 30.000 afiliados menos en febrero que en el mes anterior (con datos ajustados estacionalmente), lo que representa el primer descenso intermensual desde mayo de 2020. Finalmente, el número de parados se situó por encima de los 4 millones, lo que corresponde a un aumento del 23,5% en términos interanuales (21,8% en enero). Todo esto señala que los programas de ajuste temporal de empleo seguirán teniendo un papel muy significativo en los próximos meses para evitar un importante repunte del paro, garantizar que la renta de las familias quede aislada de oscilaciones económicas y proteger al tejido empresarial en un entorno de elevada incertidumbre.
El IPC registró una variación interanual del 1,3% en marzo, según el dato avanzado por el INE. Esta cifra se añade a unos últimos meses de elevada volatilidad (–0,5% en diciembre, 0,5% en enero y 0% en febrero), explicados en gran medida por las oscilaciones en los precios de la electricidad. Todo apunta a que en marzo la evolución del IPC también se vio impulsada por los precios de la energía, puesto que la inflación subyacente se mantuvo en el 0,3%. De cara a los próximos meses se espera que distintos efectos base relacionados con la pandemia (como los bajos precios del petróleo del año pasado) sigan generando volatilidad en los datos de inflación, que podría repuntar a cotas algo más elevadas en la segunda mitad del año.
En enero, tanto las exportaciones como las importaciones cayeron a tasas de dos dígitos (el −11,4% y el −16,4% interanuales, respectivamente), afectadas por el aumento en las restricciones a la actividad en Europa. El déficit de la balanza de bienes se situó en el 1% del PIB (acumulado de 12 meses), lo que representa una mejora de 1,5 p. p. respecto al registro de hace un año. Una parte sustancial de esta mejora se debe al menor déficit energético, resultado del desplome del precio del petróleo y de la demanda interna en el último año y que, por lo tanto, debería irse deshaciendo a lo largo de los próximos meses. Pero también destacó el comportamiento de los bienes no energéticos, cuyo saldo se situó en un superávit en torno a los 4.000 millones de euros por primera vez desde 2015.