La demanda global de bienes tecnológicos: ¿cambio de tendencia?
En 2020, el comercio global de bienes altamente tecnológicos apenas se contrajo un 1%. Esta resistencia, unida el incremento que experimentó en 2021, nos lleva a preguntarnos los siguiente: ¿estamos ante un cambio de tendencia en los patrones de consumo de bienes tecnológicos o por el contrario, con la vuelta a la «normalidad social» volveremos a los patrones anteriores a la pandemia?
Durante el epicentro de la pandemia observamos un cambio en los patrones de consumo. Con las importantes restricciones sobre el ocio de carácter más social, el aumento del teletrabajo, la educación en remoto y los nuevos servicios online, el consumo en bienes de carácter tecnológico (como los electrónicos) resistió muy bien la debacle del consumo durante la primavera de 2020. Esta resistencia en 2020 unida al incremento ocurrido en 2021 nos hace preguntarnos si estamos ante un cambio de tendencia en los patrones de consumo de bienes tecnológicos. O bien si, por el contrario, con la finalización de la pandemia y el retorno a la «normalidad social», volveremos a los patrones de consumo anteriores.
En 2020, el comercio global de bienes altamente tecnológicos se contrajo apenas un 1%, frente a una caída del comercio de manufacturas del 8%, lo que muestra su resistencia en un año marcado por la pandemia.1 En general, los flujos comerciales de bienes tecnológicos constituyen una buena aproximación (o proxy) de la demanda de este tipo de bienes, puesto que son altamente comercializables. Las importaciones de EE. UU., el mayor mercado de consumidores del mundo, son una proxy de la demanda mundial.2
Si analizamos las importaciones altamente tecnológicas estadounidenses, vemos que estas se contrajeron algo menos del 1% en 2020, frente al −6,3% de las importaciones totales de manufacturas, un comportamiento muy similar a los flujos globales mencionados.3 Cabe destacar que esta disparidad entre la evolución de los bienes tecnológicos y total de manufacturas en 2020 supuso un cambio sustancial con respecto a la tendencia histórica que mostraban ambos tipos de flujos comerciales en EE. UU., con crecimientos muy parejos desde el año 2000 (véase el primer gráfico).
- 1. En términos nominales (dólares americanos) y según datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual y la Organización Mundial del Comercio.
- 2. Una proxy es una variable que aproxima de forma fiable otra variable más difícil de obtener. Las exportaciones de grandes productores de bienes tecnológicos, como puede ser China o bien Taiwán (para el caso de los semiconductores), se pueden usar como una proxy de la oferta, tal y como hacemos en el último artículo de este mismo Dossier.
- 3. Clasificación Advanced Technology Products, según datos del US Census Bureau.
Llegados a este punto, el siguiente paso sería analizar si este cambio ocurrido en 2020, hacia un claro incremento de la demanda de bienes de carácter tecnológico frente a otro tipo de bienes y servicios, se ha mantenido a lo largo de 2021. En este sentido, y según datos preliminares de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO, por sus siglas en inglés), parece ser que durante los primeros compases de 2021 así fue. Las importaciones estadounidenses altamente tecnológicas también siguieron avanzando sustancialmente en 2021. De hecho, estas se situaban claramente por encima del promedio de 2019 a finales de 2021, aunque, en ese periodo, el resto de las importaciones de bienes cerró casi por completo la brecha que se abrió en 2020 respecto a las importaciones de bienes tecnológicos (véase el segundo gráfico).
Sin embargo, las excepcionales disrupciones observadas en las cadenas de suministros mundiales a partir del pasado verano hacen menos fiables las importaciones tecnológicas estadounidenses como proxy de la fortaleza de su demanda durante buena parte de 2021 e incluso 2022. Dichas disrupciones, precisamente, han afectado con especial dureza a los bienes altamente comercializables e integrados en las cadenas de valor globales, como los tecnológicos. En este sentido, el ritmo de avance en estas importaciones estadounidenses habría sido mayor en ausencia de los cuellos de botella que han afectado a la oferta (por la falta de chips, por ejemplo).
Así pues, deberemos esperar unos años a tener una respuesta clara sobre el posible cambio de tendencia en la demanda de este tipo de bienes de carácter tecnológico, una vez los desajustes entre oferta y demanda se hayan solventado y la pandemia haya remitido. No obstante, sí podemos valorar algunos de los posibles elementos que podrían dar cierta continuidad a la mayor demanda en este tipo de bienes.
Varios factores pueden favorecer que la mayor demanda relativa de bienes tecnológicos observada durante la pandemia persista en el tiempo. Analicemos algunos de ellos (véase el tercer gráfico).
En primer lugar, un aumento del teletrabajo o de entornos híbridos de trabajo deberían respaldar un mayor consumo de tecnología. Muchos de nosotros, como trabajadores, tendremos dos espacios habituales de trabajo: la clásica oficina y un nuevo espacio en la calidez de nuestro hogar. En este contexto, aunque algunos bienes electrónicos irán de casa a la oficina y viceversa, otros estarán duplicados en ambos entornos, lo cual irremediablemente comportará una mayor demanda.
Cuán común será el teletrabajo y, en consecuencia, en qué grado apoyará este elemento el boom de los bienes tecnológicos es algo que todavía desconocemos. La pandemia todavía no ha remitido, por lo que las cifras de teletrabajo actuales podrían moderarse. Asimismo, muchas empresas justo empiezan a negociar con los trabajadores las nuevas maneras de trabajar del futuro. Con todo, algunas encuestas recientes pueden arrojar un poco de luz al respecto. En concreto, una encuesta altamente representativa de las empresas del Reino Unido estima que los trabajadores del país pasarán de un total del 7% de horas trabajadas desde casa antes de la pandemia a un 20% en el futuro (un claro cambio de paradigma).4
En esta misma línea, en un nuevo análisis de Nicholas Bloom (experto en temas de teletrabajo de la universidad de Stanford) con otros coautores, se identifican cinco razones por las que el teletrabajo ha llegado para quedarse.5 Primero, las encuestas realizadas en el marco del estudio muestran que el experimento que ha supuesto la crisis de la COVID-19 en relación con el teletrabajo ha dado resultados mejores de lo esperado. En segundo lugar, durante la pandemia, trabajadores y empresas realizaron importantes inversiones en capital físico y humano que facilitan el uso del teletrabajo a futuro. También, y muy ligado al primer factor, se ha reducido parte del estigma que históricamente acompañaba al teletrabajo: el miedo a que el trabajador evadiera horas de trabajo en un entorno remoto. En cuarto lugar, el deseo de evitar espacios abarrotados por miedo a la pandemia aún perdurará cierto tiempo. Y, por último, las innovaciones tecnológicas habilitadoras del teletrabajo también facilitarán su mayor uso de ahora en adelante.
Los cambios en las preferencias en ocio, entretenimiento y consumo son un segundo factor que impactará en la demanda de tecnología. En concreto, aunque el ocio y el entretenimiento más social ya se están recuperando de la mano de la vacunación, podrían perder algo de terreno con respecto al entretenimiento de carácter digital, como el relacionado con los servicios de streaming. En esta línea, y según una encuesta de Deloitte, las personas que teletrabajan son más propensas a este tipo de servicios, además de a realizar un mayor número de compras online.
Por último, la digitalización en sectores como el educativo o el de la salud también apoyarán esta tendencia de mayor demanda de bienes tecnológicos. Un sector educativo y sanitario más resiliente pasa por ser más híbrido en su manera de trabajar. La pandemia sacó de las aulas a millones de estudiantes, que, sin el apoyo de herramientas digitales, no habrían podido seguir con sus estudios. De forma parecida, el sector sanitario, volcado en la lucha contra la COVID-19, también decidió minimizar las visitas médicas más rutinarias, lo que contribuyó a dar un impulso a la telemedicina. A tal efecto, observamos cómo en numerosos países se está potenciando la digitalización de estos dos sectores. Así, por ejemplo, Alemania dedicará algo más del 25% de las inversiones en digitalización del Next Generation EU a su sistema sanitario y en EE. UU., la Administración Biden ya ha llevado a cabo inversiones considerables para aumentar el acceso a la telemedicina y planea nuevos proyectos bajo el Build Back Better Plan. Asimismo, las inversiones en startups digitales de salud a nivel global prácticamente se duplicaron en 2021 y los dispositivos médicos portátiles también podrían duplicarse en los próximos tres años.
En definitiva, la COVID-19 podría ser un catalizador importante hacia un cambio de paradigma en el consumo donde la demanda de bienes tecnológicos gane relevancia. Aunque todavía es pronto para tales afirmaciones, los primeros datos disponibles así como las recientes tendencias en teletrabajo y digitalización sectorial apuntan en esta dirección.