La COVID-19 castiga con fuerza la actividad portuguesa pero aparecen señales de una gradual reactivación económica

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16 de junio de 2020
​​​​​​​Fuerte impacto de la COVID-19 en el primer trimestre del año

El PIB se contrajo un 2,3% interanual (–3,8% intertrimestral) en el 1T ante las medidas de distanciamiento social, lo que supone una contracción intertrimestral superior a las ocurridas durante la crisis financiera. El impacto negativo en la actividad fue especialmente fuerte en los últimos 20 días de marzo, cuando se inició el estado de alarma en Portugal y las medidas de confinamiento fueron máximas. Así, de los agregados del 1T se puede inferir que la caída de la actividad fue de aproximadamente el 25% en esas semanas. En el detalle por componentes del conjunto del trimestre, se observa un fuerte impacto tanto en la demanda interna como en la externa. En concreto, el consumo de los hogares cayó un 1,0% interanual (–3,0% intertrimestral) y la inversión (formación bruta de capital) un 2,5% (la formación bruta de capital fijo se contrajo un 0,3% interanual), mientras que el consumo público avanzó un 0,5%. En su conjunto, la demanda interna sustrajo 1,1 p. p. al crecimiento interanual del PIB y –2,0 p. p. al intertrimestral. Por su parte, la demanda externa también cayó de forma acentuada, con una contracción de las exportaciones de bienes y servicios (7,1% intertrimestral y 4,9% interanual) superior a la registrada por las importaciones (3,1% intertrimestral y 2,0% interanual).

Se esperan descensos superiores en el 2T 2020, pero en mayo se produjo una recuperación incipiente

Los indicadores más recientes muestran una fuerte retracción de la actividad en abril, provocada por la prolongación del confinamiento a lo largo de todo el mes y con la que, en el segundo trimestre, se habrán visto afectadas por las restricciones de movilidad más semanas que en el 1T. En concreto, los indicadores coincidentes del Banco de Portugal para la actividad agregada y para el consumo (fuertemente correlacionados con el PIB y el consumo) cayeron hasta el –1,7% y el –2,7% en abril, respectivamente, acentuando los descensos del –0,9% y el –1,5% que ya habían registrado en marzo. Indicadores como el consumo de electricidad y de combustible son también indicativos del nivel de parálisis de la actividad en abril. Así, el consumo de electricidad en días hábiles cayó un 13,8%; el de gasóleo, un 46,9%, y el de gasolina, un 58,4%. Los datos relativos a los pagos con tarjetas de débito y crédito también reflejan un freno del consumo, ya que cayeron cerca del 38% en el mes de abril. En lo que se refiere a mayo, los indicadores disponibles aún son limitados, pero sugieren una ligera mejora en la actividad económica (por ejemplo, ventas de automóviles o indicadores de movilidad). En el mismo sentido, el índice de compras con tarjetas de crédito y débito se recuperó hasta los 75 puntos (59 a finales de abril y mínimo de 44 a finales de marzo). Sin embargo, el consumo de electricidad continúa mostrando una reactivación débil, ya que la media del consumo diario en los primeros 20 días de desconfinamiento fue un 1,8% inferior a los 20 días anteriores, a pesar de que el porcentaje de empresas en funcionamiento aumentó hasta el 90% frente al 84% en la segunda quincena de abril.

La contracción de la economía se notará en el mercado laboral

Las primeras señales del impacto de la COVID-19 en el mercado laboral ya aparecieron a finales del 1T: se produjo una reducción del empleo del 0,3% interanual (la primera desde el 3T 2013) y se registró un aumento considerable de la población inactiva (por la reclasificación de los parados en inactivos ante la incapacidad de buscar activamente trabajo por las restricciones impuestas por la pandemia). Pero los datos más recientes confirman que el impacto será mayor en el 2T. Así, el número de beneficiarios de subsidios de desempleo aumentó más de un 17% interanual en abril, hasta alcanzar las 197.949 personas. A la vez, el número de desempleados registrados en las oficinas de empleo aumentó un 30,1% interanual en mayo (último dato referente al 26 de mayo), mientras que los despidos colectivos afectaron a más de 2.500 personas (algo menos del 1% de la población desempleada) desde la declaración del estado de emergencia. Por último, a fecha de 27 de mayo, 1.332.114 personas se encontraban en situación de suspensión temporal del empleo, un fenómeno que afecta principalmente a los trabajadores de la industria manufacturera, el comercio y el alojamiento y la restauración (que representan más del 57% de los trabajadores con suspensión temporal del empleo).

El saldo presupuestario empeoró ante el impacto de la pandemia

En abril, el saldo se situó en el –2,5% del PIB (acumulado en lo que va de año), lo que supone un deterioro con respecto al –1,9% en el mismo periodo de 2019. El impacto de la COVID-19 en las cuentas públicas fue especialmente visible en el aplazamiento de ingresos (320 millones de euros) y en el aumento significativo de algunos gastos, como las transferencias corrientes y la adquisición de bienes y servicios. En conjunto, se estima que ya se ejecutaron gastos relacionados con la COVID-19 por un total de 345 millones de euros hasta abril (0,2% del PIB). En los próximos meses, el impacto de los gastos relacionados con las medidas de apoyo a la economía se hará más visible a medida que las ayudas se vayan implementando y, posiblemente, ampliando.

Interrupción casi total de la actividad turística en abril

El mes de abril registró solamente 68.000 huéspedes en establecimientos de alojamiento turístico, lo que supone un descenso interanual del 97,1% (–62,3% en marzo). En el contexto del es­­tado de emergencia, el 80,6% de los establecimientos de alojamiento turístico habrían cerrado o no registraron movimiento de huéspedes. Además, el 74,4% de los establecimientos notificaron la cancelación de reservas para junio, el 63,6% para julio y el 57,5% para agosto.

El saldo de la balanza por cuenta corriente se deterioró en el 1T

 La balanza por cuenta corriente empeoró en 595 millones de euros en los últimos 12 meses y se emplazó en el –0,3% del PIB en marzo, lo que supone un empeoramiento de 2 décimas respecto a diciembre de 2019. Esta evolución negativa se debe, en buena parte, a la reducción de la balanza turística y al descenso de los ingresos del sector en marzo. Con este deterioro, la capacidad de financiación de la economía respecto al exterior disminuyó hasta el +0,7% del PIB.

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