UE y China: mapas de una interdependencia estratégica II
La demanda final europea contiene un 2% de bienes y servicios chinos, y una dependencia que llega al 6% en manufacturas, donde destacan sectores como el textil y la electrónica. Ahora bien, ¿cuánto depende China de la UE?
China es el principal origen de las importaciones del bloque europeo y representa un poco más de un 20% del total de importaciones de bienes de la UE. Por eso no sorprende que el grado de dependencia de China sea muy significativo en algunos sectores europeos. Utilizando datos detallados basados en tablas input-output internacionales, que permiten identificar el origen y destino exactos de cada bien y servicio transaccionado a lo largo de la cadena de valor, podemos investigar la composición real de la demanda final y de las exportaciones de cada país o región. En términos agregados, vimos en un Focus anterior 1 que la demanda final europea contiene un 2% de bienes y servicios chinos, y una dependencia que llega al 6% en manufacturas, donde destacan sectores como el textil y la electrónica. Invertimos ahora la pregunta: ¿Cuánto depende China de la UE?
- 1. Véase el Focus «UE y China: mapas de una interdependencia estratégica» en el IM05/2022.
De toda la demanda final de China, un 14% tiene origen en el resto del mundo, y un 2,2% tiene origen en la UE (datos de 2015-2018).2 Así, los bienes y servicios procedentes de la UE representan un 16% del valor añadido (VA) en la demanda china con origen en el exterior, cifra que refleja la posición de liderazgo europea en el mercado chino (véase el gráfico). A la UE le sigue EE. UU., el segundo socio comercial de China, que originó un 1,9% del VA total en el mismo periodo. Por su parte, Japón, que hasta los años 2000 era el principal socio comercial de China con alrededor de un 3% de la demanda final del país, ha visto cómo esta cifra se reducía al 1,2% en los últimos años, superado incluso por el conjunto de los países ASEAN.
- 2. Utilizamos datos TiVA (Trade in Value Added) de la OCDE, en su más reciente actualización (noviembre de 2021). Estos datos permiten identificar el origen real de los bienes y servicios que llegan, se consumen y se exportan en un determinado país. Comparado con un análisis más estándar basado en flujos brutos de comercio (según de donde llegan directamente las importaciones), podemos interpretar los datos TiVA, aquí presentados, como datos netos. Es decir, una parte del contenido de las importaciones brutas de determinado país tiene origen en el propio país, por ejemplo, si un país exportador de maquinaria deslocaliza parte de la producción a un país vecino, para luego ensamblar y reexportar (o consumir) el bien final, los datos TiVA descontarían este «sesgo». Para más detalles, véase también el Focus «La dependencia europea de Rusia: una cuestión primaria» en el IM04/2022.
Analizando por sectores, podemos obtener una «radiografía» más detallada de las interdependencias entre países (véase la primera tabla). A pesar de que la dependencia china de la UE ha disminuido en la última década, en parte como resultado de un proceso de desarrollo económico y creciente especialización de la economía china que ha llevado a una sustitución parcial de importaciones con mayor VA, el vínculo con Europa todavía es sustancial en algunos sectores, tanto de manufacturas como de servicios. Del lado de las manufacturas, destacan los equipos de transporte (vehículos de motor, remolques y otro equipo de transporte), la maquinaria o el sector químico (en particular, productos químicos y farmacéuticos, así como gomas y plásticos). Del lado de los servicios, destacan los servicios logísticos y los turísticos. Es relevante notar que en el subcomponente de otros servicios (que incluye servicios profesionales, científicos y técnicos) la dependencia de China del exterior ha decrecido significativamente, una señal más de la rápida transformación estructural en curso en el país a lo largo de las últimas dos décadas. En este sentido, destaca también el «desacoplamiento» relativo (o la menor dependencia) respecto a economías asiáticas avanzadas, como Japón y Corea del Sur, particularmente visible en algunos sectores más punteros, así como el aumento de la dependencia de países ASEAN y de otros BRICS en sectores como la agricultura, la minería o manufacturas menos avanzadas (como el textil). En conjunto, estos datos constatan la creciente especialización sectorial e integración económica del gigante asiático en cadenas de valor globales.
Del mismo modo, también es interesante analizar la composición de las exportaciones de China según su origen. En este caso, clasificamos las exportaciones según el origen geográfico y sectorial de los bienes intermedios incorporados en el bien o servicio final exportado.3 Así, destaca que, entre 2015 y 2018, un 8,5% del VA en las exportaciones finales de China vinculado al sector de computadores y electrónica tuvo origen en Corea del Sur, un 2,8% en EE. UU., un 2,7% en los países ASEAN, un 2,6% en Japón y solo 1,7% en la UE. Por otro lado, en este mapa quedan claros los vínculos profundos entre las industrias química-farmacéutica, de maquinaria y vehículos de transporte europeas y el tejido empresarial chino, además de la destacada presencia de los servicios europeos (que representan casi un 3% del VA total de servicios en las exportaciones finales chinas).
El bajo grado de penetración del sector electrónico europeo en las exportaciones chinas, particularmente si se compara con la fuerte presencia de otros socios comerciales, es una buena prueba del menor liderazgo europeo en un sector altamente competitivo y con algunas de las cadenas de suministro más integradas a nivel internacional. En una nueva era de «competencia tecnológica» entre bloques, este retraso europeo en el sector puede anticipar un difícil balance entre una apuesta por una política industrial más contundente en materia tecnológica y un acoplamiento creciente a (o mayor dependencia de) aliados geopolíticos.4
- 3. Técnicamente, es una perspectiva según el «origen sectorial del valor añadido» y no según el sector exportador. Por ejemplo, en esta clasificación, una prenda textil exportada se «divide» según el origen de la maquinaria que se ha utilizado en la línea de producción, la electrónica de dichas máquinas, o la energía y los servicios necesarios para su comercialización. Del mismo modo, aunque un coche exportado por China tenga un porcentaje significativo de su valor añadido vinculado al sector de vehículos de motor y remolques chino, este desglose nos permite identificar el valor añadido del coche originado por el sector de maquinaria alemán o el textil de ASEAN.
- 4. En el Focus «UE y China: mapas de una interdependencia estratégica» del IM05/2022, vimos que un 18% de la demanda final europea de computadores y electrónica tenía origen chino, lo que implica que la «huella electrónica» china en la UE es incluso más significativa que la «huella energética» de Rusia en el bloque comunitario.
No es novedad que China tenga un papel central en las cadenas de valor globales. Este papel se da precisamente por la apertura de China al exterior en las últimas décadas. Los vínculos económicos entre países y regiones, o las interdependencias, se han desarrollado así a lo largo de los años, con largos beneficios agregados para ambas partes. Hoy se puede decir que China es tan dependiente económicamente de la UE, como la UE lo es de China.
Aunque con matices relevantes. El sector electrónico es un caso particularmente interesante, por los matices que nos enseña y por su centralidad en el modelo de desarrollo tecnológico del futuro, en una era donde la robotización, la inteligencia artificial o el big data tendrán un papel central en la economía, la sociedad y en el replanteamiento del nuevo orden geopolítico mundial. Así, recientemente, la UE se ha «unido» a su aliado de primera preferencia, EE. UU., para formar un nuevo foro de discusión en esta materia: el Consejo de Comercio y Tecnología (o TTC, por sus siglas en inglés).5
Una posible desvinculación entre China y la UE resultaría particularmente difícil para ambos lados. Si la «huella electrónica» de China en la UE es muy significativa, la «huella tecnológica» europea (y estadounidense) en China no lo es menos, y se materializa en diversos sectores clave, como la maquinaria o los servicios avanzados. A pesar de que queda claro que China ya no es solo la fábrica del mundo, en muchas áreas son los vínculos con sus principales socios comerciales los que permiten a la industria china ser competitiva a nivel internacional. Una desvinculación más abrupta entre bloques produciría así golpes profundos en la arquitectura de las cadenas de valor globales, con ramificaciones impredecibles en la economía global. Ha quedado claro recientemente que la geopolítica tendrá un papel central en los próximos años, poniendo fin a un periodo que se ha nombrado repetidamente de «vacaciones de la historia».6 En esta medida, para saber cuánto dependerá económicamente la UE de China, y viceversa, a finales de esta década sería necesario contestar a otra pregunta: ¿Cómo será el mundo en 2030?
- 5. En inglés, el Trade and Technology Council, fue creado en 2021 como un foro para el planteamiento de una agenda común sobre aspectos comerciales y tecnológicos, organizado por grupos de trabajo especializados, entre los cuales la cooperación en el ámbito del establecimiento de estándares tecnológicos, la seguridad de cadenas de suministro o la gobernanza de datos. Véase Canals, C. y Pinheiro de Matos, L. (2022), «Trade and Technology Council: la nueva ventana de colaboración entre la UE y EE. UU.» en La estrategia geoeconómica de China e implicaciones para Europa: una mirada desde Barcelona, CIDOB Centre for International Affairs (de próxima publicación).
- 6. Véase, por ejemplo, Conley, H. A. (2019). «Transatlantic Relations: the Long Holiday from History is Over», CEPOB Policy Brief 6-19, College of Europe.