El rating de la deuda soberana: sin prisa pero sin pausa
El pasado 31 de marzo la agencia de calificación Standard & Poor’s (S&P, en adelante) mejoró la perspectiva de la deuda soberana de España de estable a positiva. Con este movimiento, la agencia estadounidense abre la puerta a mejorar la nota crediticia (rating, en inglés) de España, que permanece en BBB+ desde octubre de 2015, a lo largo de los próximos dos años.1 De cumplirse las previsiones de CaixaBank Research para la economía española, lo más probable es que la mejora de rating se produzca más pronto que tarde.
La nota crediticia asociada a la deuda soberana es una cuestión de especial relevancia por varias razones. En primer lugar, porque aporta información valiosa a los inversores sobre el riesgo asociado al Estado emisor. Esto último, a su vez, repercute directamente en los tipos de interés que deben ofrecer los tesoros públicos para obtener financiación. En segundo lugar, porque influye directamente sobre el rating de las empresas del país, puesto que habitualmente el rating soberano actúa de facto como un suelo a partir del cual evaluar el riesgo de una empresa determinada. En España, por ejemplo, la calificación crediticia promedio de las compañías del índice Ibex 35 se sitúa entre BBB y BBB–, unos dos escalones por debajo de la soberana (BBB+). Por tanto, un cambio del rating soberano tiene un impacto directo sobre los costes de financiación empresariales.
El inicio de la recuperación de la economía española en la segunda mitad de 2013 marcó un cambio de tendencia en la evolución del rating soberano español. En el periodo recesivo de 2008-2012, el rating S&P encadenó sucesivas revisiones a la baja: desde las cumbres del AAA hasta el rating que delimita el grado de inversión del grado especulativo (BBB–). Desde entonces, las revisiones de la nota crediticia de España han ido en sentido ascendente, si bien todavía queda mucho camino para recuperar el nivel precrisis (véase el primer gráfico).
De cara a los próximos trimestres, las favorables perspectivas económicas hacen prever que esta tendencia positiva tendrá continuidad. Por un lado, el crecimiento de la economía española seguirá vigoroso y, en particular, podría batir las expectativas de la propia agencia S&P. En concreto, las previsiones de CaixaBank Research anticipan un avance del PIB del 3,1% en 2017 y del 2,5% en 2018, frente al pronóstico de S&P del 2,5% y del 2,1%, respectivamente. Por otro lado, la corrección de los desequilibrios macroeconómicos, tanto internos como externos, prosigue su curso. En el ámbito de las cuentas públicas, CaixaBank Research prevé que el déficit público siga reduciéndose, hasta situarse en el 3,1% del PIB en 2017 y en el 2,4% en 2018, unas proyecciones algo más optimistas que las de S&P (3,3% y 2,9%, respectivamente). Es crucial continuar con los esfuerzos para sanear las cuentas públicas con el fin de reforzar la credibilidad de los inversores en cuanto a la sostenibilidad de la deuda pública a medio plazo. Sorpresas positivas en el plano fiscal serían, de bien seguro, muy bien recibidas por parte de las agencias de calificación crediticia. En el ámbito externo, la economía española ha sido capaz de corregir el abultado déficit por cuenta corriente apoyada en sólidas ganancias de competitividad.
En este contexto de sólido desempeño y perspectivas macroeconómicas favorables, los mercados financieros han empezado a descontar una subida del rating soberano. En particular, la cotización de los CDS (credit default swaps, en inglés) de la deuda soberana permanece alrededor de los 70-80 p. b., un nivel equiparable al de la deuda soberana con calificación Baa1. Esto es, un escalón por encima del actual (véase el segundo gráfico).
A pesar de que el rating de España se encuentra todavía en niveles relativamente bajos, los costes de financiación del sector público y del sector privado se han mantenido en niveles inusualmente bajos gracias a la política monetaria acomodaticia del BCE. Para cuando llegue la normalización monetaria, sería deseable que el rating soberano haya recuperado el terreno perdido para evitar un repunte de los costes de financiación.
1. En el caso de Moody’s y Fitch, la calificación de la deuda soberana española se sitúa en Baa2 y BBB+ desde febrero y abril de 2014, respectivamente.