La depreciación de la libra: el termómetro del impacto del brexit
Tras la victoria de los partidarios del brexit en el referéndum que se celebró en el mes de junio, el conjunto de los analistas previó que el aumento de la incertidumbre se traduciría rápidamente en una disminución de la inversión y del consumo en el Reino Unido. La caída inicial de la mayoría de los indicadores de actividad así lo apuntaba. Por ejemplo, el índice PMI compuesto pasó de zona expansiva en junio a zona contractiva en julio y el índice de sentimiento económico y la confianza del consumidor se redujeron sustancialmente.
Sin embargo, en los meses siguientes, los indicadores se recuperaron del bache y la economía continuó su expansión a buen ritmo. Por ejemplo, el crecimiento del PIB se mantuvo en un robusto 0,5% intertrimestral en el 3T, impulsado por la buena evolución del consumo privado. De momento, por tanto, parece que el impacto del brexit es muy inferior a lo inicialmente previsto.
De todas formas, aunque la actividad no se haya resentido demasiado tras el resultado del referéndum, ello no significa que el brexit no acabe teniendo un impacto importante a medio plazo. Uno de los elementos que así lo sugiere es la fuerte depreciación de la libra, que, en gran medida, refleja la pérdida de atractivo del Reino Unido a ojos de los inversores internacionales. Concretamente, el día después del referéndum, la libra perdió más del 8% de su valor con respecto al dólar y un 6% con respecto al euro, y, desde entonces, acumula una depreciación del 16% respecto al dólar y del 11% respecto al euro.
La depreciación de la libra conlleva, de manera directa, una reducción del poder de compra de los británicos. Los turistas del Reino Unido ya lo han experimentado este verano y, en los próximos meses, lo acabarán notando domésticamente cuando perciban que el precio de los productos importados aumenta más que sus salarios.1 Según un estudio de Kristin Forbes, del Banco de Inglaterra, el impacto de la depreciación de la libra en los precios finales de los bienes tarda entre 9 y 12 meses en materializarse.2 No sorprende, por tanto, que el Banco de Inglaterra y el conjunto de analistas hayan revisado sustancialmente al alza las previsiones de inflación para los próximos años (véase el segundo gráfico). Ante este escenario, los británicos pueden encontrar cierto confort en el efecto que la depreciación de la libra puede tener sobre las exportaciones. Las conclusiones a las que llegan los estudios que analizan la relación entre la evolución de las exportaciones del Reino Unido y la libra durante un largo periodo de tiempo son relativamente alentadoras. Concretamente, apuntan a que, con una depreciación del tipo de cambio efectivo como la que se ha producido, del 12%, el crecimiento de las exportaciones podría aumentar un 2,4% a corto plazo y un 3,6% a medio plazo.3 Sin embargo, la experiencia reciente sugiere que el impacto podría ser inferior. Entre 2007 y 2009, la libra se depreció un 25%, y en los años siguientes las exportaciones no crecieron más que las de sus socios europeos.
En definitiva, la depreciación de la libra es un buen termómetro del impacto que el brexit puede tener sobre los hogares del Reino Unido. Aunque el efecto está siendo más gradual de lo previsto inicialmente, todo apunta a que se acabará notando.
1. Véase National Institute Economic Review No. 238, November 2016.
2. Kristin Forbes (2014), «The economic impact of sterling’s recent moves: more than a midsummer night’s dream», Bank of England Speech.
3. Véase National Institute Economic Review No. 238, November 2016, para más detalle.