China y la liberalización económica: próxima estación, el mercado de deuda
China ha sido el epicentro de diversos episodios de turbulencias financieras a lo largo del pasado año y en los primeros compases de 2016. En este contexto, el pulso reformista del Ejecutivo ha tomado empuje. Así, en agosto de 2015, las autoridades flexibilizaron el mecanismo para establecer el tipo de cambio del yuan. En octubre, suprimieron el límite sobre la remuneración de los depósitos bancarios. Ahora, el banco central de China (PBoC, por sus siglas en inglés) ha sorprendido al anunciar la apertura de su mercado de deuda doméstico, el tercero más grande del mundo, a la comunidad inversora internacional. Una decisión que genera grandes expectativas y que está llamada a convertirse en uno de los mayores hitos en el proceso de liberalización de la cuenta financiera e internacionalización de la divisa del gigante asiático.
Una de las singularidades del mercado de renta fija de China es que, a pesar de su gran tamaño (equivalente a 6 billones de dólares en 2015, el 60% del PIB), la participación de inversores extranjeros tan solo alcanza el 1,9% del mismo y poco más del 1% del PIB. Esta circunstancia se explica por las restricciones existentes para acceder al mercado de bonos doméstico. Hasta la fecha, las posibilidades de los inversores foráneos de adquirir títulos de dicho mercado se limitaban a tres programas: el Qualified Foreign Institutional Investor (QFII), el Renminbi Qualified Foreign Institutional Investor (RQFII) y una facilidad específica del PBoC. Un rasgo común de todos ellos es que son sistemas basados en cuotas sobre las cantidades a invertir y en la aprobación de cada operación por parte de los entes regulatorios chinos.
En cambio, a partir de ahora, la práctica totalidad de inversores institucionales no residentes podrán acceder al mercado de renta fija local sin estar sujetos a cuotas.1 Aunque todavía hay algunos aspectos técnicos por concretar, la apertura de un mercado de tales dimensiones constituye un acontecimiento muy relevante, tanto para los inversores internacionales como para los propios agentes domésticos. Para China, la apertura de su mercado de bonos se traducirá en la entrada de fondos globales y en una base inversora más amplia y diversificada. Esto puede beneficiar especialmente a las empresas privadas chinas, que hasta ahora han visto menoscabado su acceso al mercado de capitales, puesto que la banca doméstica ha mostrado preferencia por emisores públicos o semipúblicos (véase el segundo gráfico).
A corto plazo, es poco probable que tenga lugar una entrada de flujos elevada en el mercado de bonos chino, dada la incertidumbre sobre la evolución del renminbi. Sin embargo, de cara a los próximos años, el crecimiento de la exposición internacional a este mercado puede ser muy significativo. En comparación, los inversores extranjeros poseen títulos de deuda denominados en yenes y dólares canadienses que alcanzan el 10% y el 15% del PIB de Japón y Canadá, respectivamente. En caso de que la exposición de los inversores internacionales a instrumentos de deuda denominados en renminbis alcanzara cotas similares, ello implicaría una entrada de capitales comprendida entre los 0,8 y los 1,3 billones de dólares. Esta expectativa, por sí sola, puede contribuir a estabilizar la cotización de la divisa china, uno de los objetivos que persiguen las autoridades chinas.
1. Bancos, fondos de inversión y de pensiones, aseguradoras, fondos soberanos y entidades de brokerage podrán acceder al mercado de deuda chino, mientras que las restricciones siguen vigentes para los hedge funds.