La inversión española recibe el impulso del sector exterior
Durante los últimos años, la evolución de la inversión en España parece seguir el movimiento de un péndulo. El dinamismo inversor iniciado tras la adopción de la moneda única fue reemplazado, a partir de 2008, por una importante contracción. El cambio de sentido fue tan fugaz que ahora cuesta imaginar que pueda volver a darse la vuelta. No obstante, como si de un péndulo se tratara, los factores que forjaron el cambio están perdiendo fuerza y, al mismo tiempo, otros, nuevos, están empezando a ganar impulso y podrían devolverla al otro lado del espectro. ¿Cuáles son estos factores?, ¿hasta dónde la podrían llevar?
Vayamos por partes. Aunque ahora parezca difícil que la inversión pueda volver a anotar tasas de crecimiento positivas, es preciso recordar el excelente comportamiento que tuvo durante el periodo expansivo. No solo por la tasa de crecimiento que exhibió, que fue de las más elevadas de la eurozona, sino también por los factores que la impulsaban. Entre 1999 y 2007, la tasa de crecimiento promedio fue del 5,6% anual en términos reales. La inversión era, de hecho, uno de los principales motores de la economía. Otra muestra de ello es que su peso en el PIB aumentó en 6,1 puntos porcentuales y alcanzó el 30,7% en 2007. Ciertamente, la inversión residencial tuvo un papel protagonista: creció a un ritmo del 6,2% anual, impulsada por el intenso dinamismo del mercado inmobiliario. Pero la inversión productiva también demostró una notable capacidad de crecer de forma intensa y sostenida. Así, por ejemplo, la inversión en maquinaria aumentó su dinamismo hasta registrar, en media, una tasa de variación del 4,0% anual.
En 2008, el estallido de la recesión económica puso fin a esta etapa, tanto en España como en el resto de los países de la eurozona, aunque la corrección fue especialmente severa en los países de la periferia. En España el retroceso de la inversión real alcanzó el 8,8% anual entre 2007 y 2012 (frente el 3,5% en el conjunto de la eurozona). Como consecuencia, el peso de la inversión sobre el PIB se redujo, a finales del año pasado, hasta niveles mínimos de las últimas cuatro décadas, en el 19,1% concretamente. Este colapso ha encendido las luces de alarma respecto a la capacidad de la inversión para apoyar la recuperación de la economía durante los próximos años.
Sin embargo, un elemento que permite relativizar esta preocupación es la menor caída de la inversión productiva durante el periodo contractivo. En efecto, desde 2008, gran parte de la caída de la inversión responde a la corrección de los desequilibrios generados durante el ciclo expansivo previo. De ahí que el peso relativo de la inversión española respecto al PIB aún se mantuviera, a finales de 2012, por encima de la media europea. El desglose de la contribución de la inversión al crecimiento económico entre 2007 y 2012 refuerza esta idea. Los componentes que presentaron un deterioro relativamente mayor que la media de la zona del euro fueron la inversión residencial y la inversión en construcción no residencial y transporte. En gran medida, esta diferencia con respecto a la zona del euro se explica por el intenso ajuste de la actividad inmobiliaria iniciado en 2008 con el estallido de la burbuja inmobiliaria. Este comportamiento contrasta con la menor reducción de la inversión en maquinaria, que presentó una contribución al crecimiento del PIB muy similar a la media europea.
¿Cuál podría ser la fuerza que impulse de nuevo la inversión en maquinaria hacia tasas de crecimiento positivas? Dada la debilidad de la demanda interna, la respuesta hay que buscarla al otro lado de la frontera. La mejora de la competitividad de la economía española durante los últimos años está ayudando a reorientar la producción española hacia el mercado exterior. Esto podría permitir que, mientras la economía finaliza los distintos procesos de ajuste, la inversión pueda empezar a recuperarse. Los datos de la encuesta industrial de empresas del año 2011 refuerzan esta tesis. Según estos, aquellas industrias donde el porcentaje de las ventas al extranjero sobre el total ganó un mayor peso entre 2009 y 2011 fueron también las que registraron, en promedio, una menor reducción de la inversión. Destaca el caso de la industria farmacéutica que, con un aumento de la proporción de sus ventas al extranjero del 9,9%, fue de las pocas que aumentó su inversión durante estos dos años, concretamente un 9,8%. Estos mismos datos señalan a las empresas de mayor tamaño como las que más se benefician del apoyo de la demanda externa. En términos generales, las grandes empresas presentan una mayor competitividad que sus homólogas de menor tamaño y tienen una mayor capacidad para hacer frente a los costes fijos que supone la internacionalización. Así, a pesar de la escasa desagregación de los datos, observamos que aquellas industrias con una mayor proporción de empresas grandes son las que presentaron una menor corrección de la inversión entre 2009 y 2011.
Ya por último, un componente que debería, más pronto que tarde, contribuir al proceso de recuperación de la inversión es la inversión pública. Hasta el momento, esta partida ha sido una de las más afectadas por los programas de consolidación fiscal de los últimos años. Concretamente, la reducción neta de esta partida ha concentrado el 38% de la reducción del gasto público entre 2009 y 2012, convirtiéndose en una de las principales vías de ajuste fiscal. Sin embargo, el margen de maniobra para poder seguir reduciendo la inversión pública parece muy limitado, por lo que será necesario buscar fórmulas que combinen el proceso de consolidación fiscal con un retorno gradual de la inversión pública, especialmente en aquellos proyectos que mejoren la internacionalización y la competitividad de la economía española. En el Programa de Estabilidad, sin embargo, el peso de la inversión pública respecto al PIB está previsto que siga reduciéndose durante los próximos años, aunque a un ritmo inferior al registrado recientemente.
En definitiva, si bien es cierto que el ajuste de la inversión desde 2008 ha sido muy intenso, la buena evolución de la inversión productiva en los años previos a la crisis hace pensar que la capacidad de crecimiento de este componente no es, para nada, despreciable. Su menor caída durante la crisis también sugiere que existe un fondo de resistencia importante. En este sentido, el apoyo que está ofreciendo el sector exterior es muy prometedor.
Joan Daniel Pina
Departamento de Economía Europea, Área de Estudios y Análisis Económico, "la Caixa"