España 2022, un año clave para consolidar la recuperación
En el 2022 se prevé que la recuperación económica se consolide y el crecimiento del PIB acelere hasta cerca del 6,0%. La pandemia aún podrá generar nuevas oleadas, ya sea por la aparición de nuevas variantes más contagiosas o por la llegada del frío, pero su impacto sobre el sistema sanitario esperamos que sea limitado gracias al avance de las vacunas y que no sea necesario volver a introducir medidas severas de restricción a la actividad.
El 2021 sea posiblemente recordado como el año de las vacunas. Tras iniciar el proceso de vacunación en el 1T con algunos traspiés, la campaña aceleró de manera vertiginosa a partir del 2T, de tal forma que en el tramo final del año ya se ha vacunado prácticamente el 90% de la población mayor de 12 años. El despegue de la vacunación permitió la retirada de la mayor parte de las medidas de restricción a la actividad en el 2T e inició una recuperación de la actividad que se intensificó en el 3T del año gracias a la reactivación de la actividad turística. De este modo, en 2021 se espera que el PIB crezca un 4,4%, un ritmo de crecimiento relativamente elevado, pero que aún nos deja, a finales de año, un 5,2% por debajo del nivel del 4T 2019.
En el 2022 se prevé que la recuperación económica se consolide y el crecimiento del PIB acelere hasta cerca del 6,0%. La pandemia aún podrá generar nuevas oleadas, ya sea por la aparición de nuevas variantes más contagiosas o por la llegada del frío, pero su impacto sobre el sistema sanitario esperamos que sea limitado gracias al avance de las vacunas y que no sea necesario volver a introducir medidas severas de restricción a la actividad. Sin embargo, las nuevas oleadas sí podrán generar repuntes de incertidumbre que deberían disiparse a medida que se confirme la eficacia de las vacunas. La aparición de nuevas variantes del virus que presenten una mayor resistencia a las vacunas supone el principal riesgo latente del escenario.
El crecimiento en el 2022 se va a apoyar en gran medida sobre tres palancas: la recuperación del sector turístico, el impacto de los fondos europeos y la demanda embalsada (véase el primer gráfico).
La palanca con una contribución mayor será el turismo. Este sector, muy damnificado por la pandemia, empezó a recuperarse durante el verano de 2021 impulsado, principalmente, por el dinamismo del turismo doméstico y europeo. Los flujos de visitantes de fuera de Europa todavía se mantuvieron muy contenidos.1 De cara a 2022 se espera que la recuperación del turismo internacional sea más vigorosa, impulsada principalmente por los flujos turísticos provenientes del Reino Unido, EE. UU. y Latinoamérica, y que ello permita al sector recuperar cotas de actividad similares a las que se registraron en 2017.
El otro gran protagonista del año 2022 serán los fondos europeos (NGEU, por sus siglas en inglés). El Gobierno planea gastar alrededor de 27.000 millones de euros en 2022 principalmente en I+D+i y digitalización (19,6% del total), industria y energía (17,5%) e infraestructuras y transporte (14,2%). En su conjunto, prevemos que los fondos NGEU aporten 1,6 p. p. al crecimiento del PIB de 2022.2
El consumo de los hogares también jugará un papel importante en 2022, aunque menor que el turismo y el NGEU. Durante el 2020 las restricciones a la actividad forzaron una caída del consumo que, junto con las políticas de protección de renta que se implementaron (principalmente los ERTE), generó una bolsa de ahorro embalsado de cerca de 45.000 millones de euros. Esta bolsa de ahorro ya se ha empezado a materializar durante el 2021, pero seguirá impulsando la recuperación del consumo y de la actividad durante el 2022.
Finalmente, el 2022 no estará exento de factores que pesen sobre la actividad. Por un lado, la crisis energética que se está experimentando en Europa, agravada por el inicio de la temporada de invierno, ha acarreado fuertes aumentos de los precios energéticos que minoran la capacidad de compra de los hogares y ponen presión sobre los márgenes empresariales. El impacto de esta crisis, aunque agudo, debería ser temporal y sus efectos deberían moderarse una vez pase el invierno.3 Por otro lado, las disrupciones en las cadenas de suministros globales seguirán lastrando la capacidad de recuperación del sector industrial, sobre todo durante la primera mitad de 2022.4 Con todo, la crisis energética y los problemas logísticos esperamos que acaben teniendo un impacto relativamente contenido en comparación con la magnitud de los factores impulsores del crecimiento. Finalmente, no podemos olvidarnos de la aparición de nuevas variantes del virus, como la reciente ómicron. Las nuevas variantes pueden generar episodios de incertidumbre que afecten a los flujos comerciales y turísticos, aunque el avance de las vacunas a nivel global y la capacidad para adaptar las vacunas ya existentes, en caso de que fuera necesario, deberían evitar que se conviertan en un problema que afecte de forma persistente a la actividad.
- 1. Así, por ejemplo, en agosto de 2021, llegaron 5,2 millones de turistas internacionales, algo más del doble de los que llegaron en agosto de 2020, pero aún un 49% menos que en agosto de 2019.
- 2. La ejecución menor de lo previsto en 2021 implicará que una parte de la contribución en 2022 provenga de inversiones previstas para 2021 pero cuyo impacto macroeconómico no se reflejará hasta 2022.
- 3. Para más información, véase el Focus «El impacto del aumento del precio de la electricidad sobre la economía española» en este mismo Informe Mensual.
- 4. Véase para más detalles el artículo «Cuellos de botella: del ¿por qué? al ¿hasta cuándo?» del Dossier en este mismo Informe Mensual.
Más allá del impacto económico de las inversiones contempladas, el NGEU representa una ventana de oportunidad única para desarrollar reformas que modernicen la economía española. De hecho, las inversiones y las reformas deben ir de la mano, ya que, cuando se realizan reformas en la dirección adecuada, las inversiones tienen un mayor impacto sobre el crecimiento.5
Las principales reformas clave que se vislumbran son la reforma laboral (el grueso debe cerrarse antes de que acabe 2021 y es una de las condiciones para el desbloqueo del pago de 12.000 millones de euros en transferencias en junio de 2022) así como las reformas pendientes en materia de pensiones (fomento de los planes de empleo, cambios en la cotización de los autónomos, ampliación del periodo de cálculo de la pensión6 y la senda de subidas de las bases máximas de cotización) y la modernización de las Administraciones públicas.7
La reforma laboral es esencial en el marco del NGEU para abordar los problemas endémicos del mercado laboral español, a saber: la elevada temporalidad y dualidad, y los desajustes entre las titulaciones más demandadas por el alumnado y las más solicitadas por las empresas.8
La temporalidad es un problema acuciante dada su elevada prevalencia en España. Se trata de un problema que perjudica especialmente a los trabajadores más vulnerables, como los jóvenes, tal y como ha vuelto a poner de relieve la pandemia.9 Para atajarlo, será importante implementar medidas que faciliten una mayor generalización de los contratos indefinidos y que desincentiven la excesiva utilización de los contratos de muy corta duración.
La temporalidad no se puede abordar separadamente de otro mal endémico de nuestro mercado laboral: la dualidad o segmentación entre unos trabajadores muy protegidos frente a otros con pocos derechos. Esto se refleja en una brecha entre las condiciones laborales de los indefinidos y los temporales (véase el segundo gráfico) elevada y por encima de muchos de nuestros homólogos europeos.
- 5. Véase Albrizio, S. y Geli, J. F. (2021). «Un análisis empírico de los factores que pueden potenciar la efectividad del programa Next Generation EU». Boletín Económico, Banco de España, n.º 4.
- 6. En principio, según el plan de recuperación, para beneficiar a aquellos trabajadores con carreras profesionales discontinuas y con altibajos.
- 7. Se promulgará una ley de evaluación de las políticas públicas.
- 8. En España, el 83% de las empresas considera que afronta problemas serios al incorporar candidatos a ciertos puestos por limitaciones en sus perfiles profesionales. Véase Blázquez, M. L., Masclans, R. y Canals, J. (2020). «Las competencias profesionales del futuro: un diagnóstico y un plan de acción para promover el empleo juvenil después de la COVID-19». IESE.
- 9. Véase el artículo «El empleo, el factor más importante para reducir la desigualdad», en el Dossier del IM10/21.
Finalmente, el desacoplamiento entre la formación y la cualificación de los demandantes de empleo y los perfiles que buscan las empresas es otro aspecto que resulta fundamental mejorar. Un mecanismo de ajuste interno, como los ERTE, implementado de forma ágil y permanente será muy bienvenido. En este sentido, es positivo que en la reforma laboral se introduzcan modalidades de ERTE que permitan a los trabajadores reciclarse y transitar hacia otros sectores cuando se produzcan cambios estructurales. Para reducir el desacoplamiento, claro está, será importante también redoblar esfuerzos para mejorar nuestras políticas de oferta, como reforzar las políticas activas, modernizar la FP, dar a los centros educativos autonomía de gestión y potenciar las sinergias del sistema educativo con nuestro tejido productivo. Políticas que se deberían desarrollar sin rebajar la exigencia del modelo educativo.