La tendencia de recuperación del consumo
La irrupción de la pandemia a principios de 2020 ha tenido repercusiones sin precedentes en muchos ámbitos de la economía. Uno de ellos ha sido el consumo de los hogares, principal componente del PIB y tradicionalmente considerado un indicador de la salud de la economía y del bienestar de la sociedad. A causa de las restricciones a la actividad y a la movilidad durante la crisis sanitaria provocada por la COVID-19, el desplome del consumo fue mucho mayor al acontecido durante crisis anteriores. La parte positiva es que, con el levantamiento de las restricciones, el consumo en España ha rebotado en 2021 de forma más acusada que en el pasado. De hecho, en octubre el monitor de consumo elaborado por CaixaBank Research con datos internos ya se situaba un 13% por encima del mismo mes de 2019.
Esta tendencia debería continuar, aunque de forma más moderada, durante 2022 y 2023 (prevemos crecimientos del consumo de 5,7% y 3,6% en 2022 y 2023, respectivamente). Estas previsiones se sustentan sobre la hipótesis que gracias a la campaña de vacunación no se tendrán que aplicar restricciones a la actividad y a la movilidad tan severas como las que tuvimos hasta la pasada primavera. Y si bien han aparecido factores que quitarán brillo a la recuperación, como el aumento de los precios de la energía y los cuellos de botella en las cadenas globales de distribución, a medida que vayan remitiendo durante 2022 creemos que la demanda embalsada durante la pandemia, la recuperación del mercado laboral, la mejora de la confianza del consumidor, el mantenimiento de unas condiciones financieras acomodaticias y el impulso que supondrán los fondos Next Generation EU seguirán sustentando la recuperación del consumo.
En este informe ponemos el foco en uno de los factores de fondo más importantes: la demanda embalsada. El impedimento para consumir muchos servicios durante las restricciones en 2020 y la consecuente generación de ahorro forzoso (estimamos que unos 46.600 millones de euros, el 3,7% del PIB de 2019) está espoleando el consumo tras la reapertura de la actividad, apoyado por el hecho de que los consumidores perciben que la crisis ha sido temporal (gracias a la campaña de vacunación) y no tienen necesidad de mantener tanto ahorro por motivos precautorios. Con la ayuda de los datos internos y completamente anonimizados de CaixaBank de más de 10 millones de clientes, analizamos exhaustivamente tanto la demanda embalsada ya materializada como el recorrido que le queda, según el perfil de cada consumidor.
Nuestros resultados apuntan a que el ahorro forzoso durante la pandemia ha sido sustancial, pero a su vez muy heterogéneo: la distribución del exceso de ahorro entre las rentas bajas, medias y altas ha sido del 4%, 58% y 38%, respectivamente. También encontramos que este ahorro embalsado se concentra sobre todo en las personas de más de 60 años. Según nuestro análisis, el ahorro acumulado ya se está deshaciendo en 2021 (en concreto, las rentas bajas deshacen el 100% de su ahorro embalsado, mientras que las rentas medias y altas deshacen un 67% y 36%, respectivamente), beneficiando especialmente a los sectores del turismo, el ocio y la restauración.
También aprovechamos este estudio para analizar cuestiones más estructurales sobre los patrones de consumo mediante los datos internos. Debido a los cambios en los patrones de consumo, la inflación a la que hizo frente el consumidor medio en 2020 fue del 0,1% según nuestros datos internos (en contraste con el dato oficial del –0,3%) y aún mayor para las personas de más de 60 años y de rentas bajas. Finalmente, encontramos que los consumidores generalmente gastan más durante la primera semana del mes y que este patrón es especialmente acusado entre las rentas bajas y los jóvenes. En cambio, las personas mayores de 60 años y las rentas altas acostumbran a gastar de forma más uniforme.