Impacto económico del sector turístico en España

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Maria Gutiérrez-Domènech
12 de mayo de 2014

En 2012, España consolidó su tercera posición en el ranking mundial del turismo en términos de visitantes extranjeros, y la segunda en ingresos. Parece evidente, pues, que el peso del turismo en el conjunto de la economía debe ser considerable, y así lo confirma un análisis pormenorizado de los datos del sector. Sin embargo, su actividad presenta una elevada estacionalidad, lo que conlleva una importante infrautilización de los recursos disponibles a lo largo del año. Veamos los detalles.

Para valorar el papel global del sector turístico sobre la actividad económica y el empleo se deben tener en cuenta tanto los efectos directos o inmediatos como los indirectos o multiplicadores. Los primeros se generan en las unidades de producción o en las empresas que suministran los bienes y servicios adquiridos directamente por los turistas. Los segundos incorporan los efectos en cadena que se producen sobre el resto del sistema económico cuando la industria turística demanda insumos y factores de producción para poder desarrollar su actividad. Esta capacidad de una actividad, en este caso el turismo, de provocar el desarrollo del resto de sectores económicos al utilizar insumos intermedios producidos por dichos sectores se denomina «eslabonamiento total hacia atrás» o «efecto difusión». Según la tabla input-output simétrica del INE (2005), el índice de eslabonamiento total hacia atrás para el sector turístico es del 1,68, una cifra notable.1 De esta forma, si el sector turístico se expandiera en una unidad, el aumento final de la producción del conjunto de la economía alcanzaría 1,68 unidades (el efecto indirecto sería de 0,68). Más concretamente, según esta metodología, la aportación directa del sector turístico al PIB fue del 6,5% en 2012 y, gracias al efecto multiplicador, la aportación total alcanzó el 10,9%.

Por otro lado, la evolución de la actividad turística tiene un importante impacto en el mercado laboral, ya que se trata de un sector intensivo en mano de obra. Según los datos de la Cuenta Satélite del Turismo del INE, en el año 2012 el empleo de las ramas turísticas superó los 2,1 millones de personas, lo que representó el 11,9% del empleo total. De nuevo, no todo el empleo se generó directamente en los sectores turísticos propiamente dichos, sino que parte de este se creó de forma indirecta en otros sectores. Por ejemplo, según la tabla input-output, si el PIB en turismo se incrementara un 1%, se generarían unos 2.200 nuevos puestos de trabajo en el sector comercial y unos 10.400 en el sector de la hostelería (alojamiento y restauración). Asimismo, también se crearía empleo en otros sectores menos relacionados con el turismo (800 en la rama de la agricultura y 680 en la construcción). Como referencia, nótese que históricamente un aumento del PIB del sector turístico del 1% suele ir relacionado con un incremento de aproximadamente un 3% de las pernoctaciones, las cuales en 2013 aumentaron un 2%.

El turismo, por tanto, influye enormemente en la actividad económica y en el empleo. Sin embargo, el elevado peso del llamado turismo de sol y playa conlleva que tenga un marcado patrón estacional a lo largo del año lo que, a su vez, conlleva que se produzca una importante infrautilización de las infraestructuras turísticas. Con todo, otros países con una oferta turística similar, como Italia, muestran una estacionalidad todavía mayor, tal y como se recoge en el gráfico respectivo. Los datos también corroboran que, a pesar del notable aumento del número total de turistas que ha tenido lugar durante las últimas décadas, este patrón se ha mantenido muy estable. La estacionalidad de la producción de los servicios turísticos también se extiende al mercado laboral, con una mayor concentración de la ocupación en los meses veraniegos.

No hay duda, pues, de que el nivel de estacionalidad que manifiesta el sector turístico español continúa siendo muy pronunciado. Por ello no sorprende que uno de los siete objetivos prioritarios que marcó la Secretaría de Estado de Turismo en el Plan Nacional e Integral de Turismo (2012-2015) fuera desarrollar medidas específicas para reducirlo.2 Con el propósito de desestacionalizar al máximo el flujo turístico para evitar tanto los niveles de congestión de las épocas altas (de junio a septiembre) como la subutilización de los recursos (instalaciones y personal) en las épocas de baja demanda, entre otras iniciativas, la Secretaría solicitó a AENA que introdujera un régimen flexible en el sistema de tarifas basado en el número de pasajeros y la capacidad de cada aeropuerto. Seguramente, como se comenta en el artículo «Recetas de éxito en el sector turístico: vías diferentes para un destino común» en este mismo Dossier, potenciar la oferta turística hacia segmentos con un elevado crecimiento potencial, una mayor rentabilidad y una menor estacionalidad, características que reúne por ejemplo el turismo cultural, también podría ser de gran ayuda.

En conclusión, el sector turístico es uno de los principales sectores de la economía española, tanto por su impacto directo como por el importante efecto de arrastre que ejerce sobre el resto de sectores. Además, dadas las buenas perspectivas de crecimiento mundial del turismo (como se recoge en el mismo artículo arriba mencionado), su relevancia probablemente vaya en aumento en los próximos años. Esto debería aprovecharse para reducir la elevada estacionalidad del sector y así poder rentabilizar mejor las infraestructuras de las que se dispone.

Maria Gutiérrez-Domènech

Departamento de Economía Europea, Área de Estudios y Análisis Económico, "la Caixa"

1. Para el cálculo se reparte el turismo entre distintos sectores siguiendo la estructura de la demanda turística de la Cuenta Satélite del Turismo de España (véase Balance del Turismo 2012 del Instituto de Estudios Turísticos) y adaptándola a la estructura de los sectores de la tabla input-output.

2. Véase «OECD Tourism Trends and Policies 2014».

Maria Gutiérrez-Domènech
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