La controvertida «estrategia de salida» de la Reserva Federal

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4 de julio de 2013

El 19 de junio el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, anunció que la opinión de consenso en el comité de política monetaria es que los riesgos económicos en EE. UU. han disminuido y, si la economía sigue según lo previsto, será apropiado comenzar pronto las maniobras para la normalización monetaria. Con un propósito de transparencia, Bernanke presentó la hoja de ruta para implementar la estrategia de salida, enfatizando que la Fed mantiene firme el compromiso de promover el empleo y la estabilidad de precios.

A grandes rasgos, la estrategia de salida consta de cinco etapas. Durante la primera la Fed frenará gradualmente las compras de deuda. Esto podría tener comienzo ya antes de que finalice 2013, pero está condicionado a que el flujo de indicadores económicos continúe siendo positivo. La etapa posterior llegará cuando la tasa de paro se sitúe en el entorno del 7,0% (previsiblemente a mediados de 2014) y significará la suspensión total de las compras. En este periodo, es posible que la Fed modifique las orientaciones que da a los mercados en materia de tipos de interés. En concreto eliminaría su ya célebre mensaje de «extenso periodo de tiempo» con tipos en el 0%. La tercera etapa consistirá en dejar de reinvertir los fondos provenientes de la cartera de deuda (por vencimiento de bonos y pago de intereses). Para mediados de 2015 la Fed prevé que la tasa de paro baje del umbral objetivo del 6,5% fijado en diciembre de 2012 y, por tanto, comience la cuarta etapa que consiste en iniciar el ciclo de subidas de los tipos de interés oficiales. Finalmente, la Fed contempla que en la segunda mitad de 2015 se alcance una dinámica próxima al crecimiento potencial de la economía, situación que llevaría a la institución a comenzar a desprenderse de su cartera de bonos mediante ventas directas en mercado.

A medida que se digieren las palabras de Bernanke, es inevitable que surjan preguntas acerca de si esta secuencia es la correcta o, por el contrario, la Fed está actuando a destiempo, ya sea de manera prematura o tardía. Llamativamente, estas dudas también se aprecian en las diferentes visiones que defienden miembros destacados de la propia Reserva Federal (unos con derecho a voto en el comité y otros no). Tres voces se han alzado con fuerza en los últimos días. Richard Fisher, presidente de la Fed de Dallas, sostiene que no se debe continuar con el actual programa de estímulos y se inclina por ir rápido en su retirada, ya que se está corriendo el riesgo de «desgastar» el dólar, generar inflación elevada y «arruinar la economía y el estilo de vida» de los estadounidenses. Narayana Kocherlakota (presidente de la Fed de Minneapolis) defiende una posición más alineada con la oficial, aunque matiza que las referencias proporcionadas acerca de cómo evolucionará la estrategia de salida cuando la recuperación se encuentre en una fase más avanzada son insuficientes y confusas (particularmente en cuanto a los tipos oficiales). Por su parte, el presidente de la Fed de Saint Louis, James Bullard, considera que no era el momento adecuado para haber detallado el plan para reducir las compras, argumentando que la inflación está muy por debajo del objetivo de la Fed y que convendría haber esperado hasta observar «señales más tangibles» de recuperación.

Esta disparidad de opiniones obedece no solo a interpretaciones diferentes sobre la dinámica en la que está inmersa la economía norteamericana, sino también a preferencias distintas sobre cómo priorizar los objetivos y gestionar los riesgos de la política monetaria. En este sentido, la ruta trazada por Bernanke tiene la virtud de haber encontrado un equilibrio razonable, combinando concreción, flexibilidad, gradualismo y condicionalidad a las variables macroeconómicas clave, pero tampoco está exenta de riesgos.

 

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