Buen inicio de año en los mercados financieros
Los inversores dieron la bienvenida al nuevo año con un mayor apetito por el riesgo, acortando las pérdidas registradas a lo largo del tumultuoso 2022. Entre los principales motivos detrás del optimismo destaca la mayor confianza inversora en que lo peor del shock inflacionista ha quedado probablemente atrás, de mano de la mejora en los cuellos de botella globales y la estabilización en los mercados energéticos. Estos factores se han materializado en una moderación en la inflación general en las principales economías, a pesar de la mayor persistencia en los componentes subyacentes. En este contexto, los inversores apuestan por que los bancos centrales probablemente podrán culminar las subidas en los tipos oficiales en los próximos meses y que, a su vez, el endurecimiento monetario no conducirá a un escenario de recesión económica mundial –o al menos que, en dicho caso, sea corta y no profunda–. El optimismo se ha reflejado en avances generalizados en los mercados de renta fija y renta variable, lo que ha permitido una relajación importante en los índices de condiciones financieras y cierta contención en las métricas de volatilidad.
El entusiasmo que se percibe en los mercados contrasta con los mensajes de los bancos centrales, que se han mostrado firmes en su retórica de seguir endureciendo la política monetaria. En ese sentido, en su reunión a inicios de febrero, el BCE volvió a anunciar una subida en los tipos oficiales de 50 p. b. (depo en el 2,50% y refi en el 3,0%) y, además, señaló su intención de ajustarlos a un mismo ritmo en marzo. También confirmó el plan ya anunciado en diciembre para la gradual reducción de la cartera de bonos en su programa de activos APP a partir de marzo (a un ritmo inicial de 15.000 millones mensuales). Por su parte, la Reserva Federal aprobó una subida de 25 p. b. hasta el intervalo 4,50%-4,75% y reiteró que serán necesarios ajustes adicionales, si bien dando señales de que el fin del ciclo de subidas se acerca. En los mercados monetarios, los inversores cotizan que tanto el BCE como la Fed alcanzarán el pico en los tipos en los próximos meses, con subidas acumuladas de cerca de 100 p. b. hasta el 3,5% en la eurozona y 25 p. b. hasta el rango 4,75%-5,00% en EE. UU. El inicio de las bajadas de tipos se cotiza este mismo año para la Fed y a inicios de 2024 para el BCE.
Otros bancos centrales también aprobaron una nueva ronda de subidas de tipos, entre los que destacamos el Banco de Inglaterra (+50 p. b. hasta el 4,0%) y el Banco de Canadá (+25 p. b. hasta el 4,5%). Este último sorprendió al señalar que, en ausencia de nuevos shocks, no realizará incrementos adicionales. Por su parte, el Banco de Japón mantuvo sin cambios tanto los tipos oficiales como los parámetros de su política de control de la curva de tipos soberanos, anuncios que incidieron en una depreciación del yen y una caída en la rentabilidad de la deuda pública. Entre tanto, en el contexto de endurecimiento de la narrativa hawkish antes señalada por el BCE, el euro consolidó su avance frente al dólar, y llegó a cotizar cerca del 1,10, el máximo nivel desde la primavera de 2020. En contraste, el dólar se debilitó frente a la mayoría de las divisas, tanto en otros países avanzados como respecto a los principales mercados emergentes; en enero, el tipo de cambio nominal efectivo del dólar se debilitó un 1%, tras la depreciación del 9% ya acumulada durante el 4T 2022.
En el mercado de bonos públicos, la rentabilidad de la deuda soberana registró un descenso en enero en torno a los 30 p. b., tanto en Europa (el bono a 10 años alemán se ubicó en el 2,3%) como en EE. UU. (3,5% para el bono a 10 años). No obstante, las curvas soberanas se han mantenido invertidas en varios tramos en los principales países de referencia, lo que alerta del riesgo de una posible recesión. Por su parte, las primas de riesgo de los países periféricos en la eurozona se acortaron (frente a Alemania, en –10 p. b. tanto en España como en Portugal), y, de momento, no parecen mostrar un impacto sustancial del plan de Quantitative Tightening anunciado por el BCE. También, las primas de riesgos han encontrado apoyo en la posibilidad de un acuerdo en la UE para la creación de un mecanismo financiado con deuda comunitaria que haga frente a las subvenciones previstas en EE. UU. (Inflation Reduction Act). Entre tanto, la presidenta del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, comunicó al Congreso que el techo de deuda se alcanzó el 19 de enero y, aunque no se ha visto mucha reacción en mercados, alertó de que medidas extraordinarias, algunas ya puestas en marcha, podrían mantener la capacidad de financiamiento hasta junio.
Los índices bursátiles arrancaron el año con un ascenso acumulado en enero del 6% en EE. UU. (S&P 500), 10% en Europa (Euro Stoxx 50) y 8% para el agregado de emergentes. Se trata del mejor inicio del año para las bolsas internacionales desde 2019, según el agregado MSCI global; en Europa, el avance es el más pronunciado en un mes de enero en los últimos 40 años. Al tono débil en las previsiones de beneficios empresariales, durante la temporada de resultados del 4T 2022, se han contrapuesto las perspectivas positivas en la economía global, el proceso de reapertura de China y la mejora en el sentimiento económico, principalmente en Europa. En los mercados emergentes, el avance en la bolsa acusa, también, la mejora en los flujos de capitales hacia esas economías y el ya mencionado debilitamiento del dólar.
En los commodities, ha sorprendido la corrección en los precios del gas, que, a pesar de continuar cotizándose en niveles históricamente elevados, se han estabilizado en los mínimos desde la invasión de Rusia en Ucrania y disipa los riesgos de racionamiento de los suministros (véase el Focus «Energía: 2022 quedó atrás, ¿2023 será tan convulso?» en este mismo informe). Por su parte, el precio del petróleo Brent ha fluctuado en torno a los 85 dólares por barril, en un contexto de, por un lado, revisiones al alza en las previsiones de demanda y, por el otro, de una mayor acumulación de reservas en EE. UU. La OPEP+ también ha dado señales de que no planea recortes de producción a corto plazo, a la espera del proceso de reapertura en China. Este último factor, no obstante, sí que ha ejercido presión al alza en los precios de los metales industriales, mientras que los precios de los alimentos se han mantenido en cotas elevadas.