Del billete a bizum: el empujón intergeneracional de la pandemia a los medios de pago digitales
En los últimos 20 años, el uso de medios de pago digitales ha aumentado ininterrumpidamente en España. Las compras con tarjeta en España han pasado de cerca de 1.000 millones de operaciones a principios de los años 2000 a más de 4.500 millones en 2019. ¿Están sumándose todas las generaciones a los pagos digitales a la misma velocidad?
Pronto podremos volver a salir a cenar a un restaurante con los amigos, como antes. Tras disfrutar del reencuentro, la comida y la compañía, llegará el momento de pagar la cuenta. Sin pensarlo demasiado, lo más probable es que la dividamos y que cada uno pague su parte con la tarjeta o el móvil, o que una sola persona se haga cargo del total y que el resto le hagamos un bizum inmediatamente después. Esta situación que ahora nos parece tan natural no lo era hace unos pocos años, cuando lo más probable es que cada uno hubiera pagado su parte en efectivo. El uso del smartphone para pagar la cuenta de un restaurante o repartirla entre los amigos es resultado de la expansión de los avances tecnológicos que, entre otras muchas transformaciones, facilita el medio de pago digital en lugar del efectivo.1 En los últimos 20 años, el uso de medios de pago digitales ha aumentado ininterrumpidamente en España. Las compras con tarjeta en España han pasado de cerca de 1.000 millones de operaciones a principios de los años 2000 a más de 4.500 millones en 2019.2 Durante ese mismo periodo de tiempo, la retirada de dinero en efectivo se ha mantenido estable en alrededor de los 900 millones de operaciones al año. Pero, ¿todas las generaciones están sumándose a esta transición a la misma velocidad? En este artículo analizaremos cómo jóvenes, adultos y séniores3 están pasando del pago en efectivo al pago digital, a partir de los datos de pagos con tarjeta, las retiradas de efectivo y el uso de bizum de 13,4 millones de clientes de CaixaBank, completamente anonimizados. En particular, nos centraremos en cómo la pandemia que estamos padeciendo puede ser un revulsivo que relegue a un segundo plano el dinero en efectivo en el mundo pos-COVID, y si este revulsivo alcanzará a todas las generaciones.
- 1. Para más información sobre la evolución del uso del dinero, véase el Dossier «El dinero: pasado, presente y futuro» en el IM05/2018.
- 2. Banco de España (2021). Estadísticas sobre tarjetas de pago (https://www.bde.es/f/webbde/SPA/sispago/ficheros/es/estadisticas.pdf).
- 3. Cada generación está clasificada de la siguiente manera: joven (de 18 a 29 años), adulto (de 30 a 64 años) y sénior (de 65 años en adelante).
Según nuestros datos, en 2019 (un mundo prepandemia), los séniores retiraron el mismo volumen de dinero en efectivo que el que destinaron a comprar con tarjeta, mientras que el gasto con tarjeta de adultos y jóvenes ya se situaba un 30% y un 40%, respectivamente, por encima del efectivo que retiraron. Este mayor uso de efectivo de los mayores en relación con las generaciones más mozas se ha observado en numerosos países y se debe, en buena parte, a una persistencia de hábitos.4 Sin embargo, todas las generaciones están reduciendo el uso de efectivo y aumentando las compras con tarjeta, tendencia que la pandemia aceleró de manera significativa (véase el primer gráfico).5
- 4. Véase Bagnall, J. et al. (2014). «Consumer cash usage: a cross-country comparison with payment diary survey data». ECB Working Papers n.º 1685.
- 5. Este resultado también ha sido encontrado en otros estudios. Véase, por ejemplo, «The paradox of banknotes: understanding the demand for cash beyond transactional use» en el Boletín Económico del BCE 2/2021.
El uso de efectivo durante los primeros meses de la pandemia se redujo de manera muy acusada en todas las generaciones. En abril (véase el segundo gráfico), los séniores retiraron en promedio un 40% menos de efectivo que en el mismo mes del año anterior; los adultos, un 46% menos, y los jóvenes, un 51% menos. Sin embargo, a partir de junio, los mayores volvieron rápidamente a retirar el mismo volumen de efectivo que un año antes (o solo ligeramente por debajo). En cambio, esta recuperación fue solo parcial para adultos y jóvenes: el menor uso de efectivo se mantuvo a lo largo de la segunda mitad de 2020 (entre junio y diciembre retiraron en promedio alrededor de un 15% y de un 22% menos de efectivo que un año atrás, respectivamente), lo que podría ser indicativo de un cambio que podría persistir en el mundo pospandemia. Así, con la crisis sanitaria se habría acelerado no solo la transición hacia el e-commerce (como se analiza en el artículo anterior), sino también hacia un mayor uso de los pagos mediante medios digitales.
Uno de los medios de pago electrónicos cuyo uso ha aumentado exponencialmente en España es bizum. Bizum es una solución de pago por móvil de la banca española que permite enviar y recibir dinero solo con el número de teléfono móvil de la otra persona. Su uso ya estaba creciendo rápidamente antes de la pandemia, aunque esta lo aceleró, en particular entre los jóvenes y adultos (véase el tercer gráfico). En diciembre de 2020, los jóvenes ya usaban bizum para el 11,6% de sus gastos (concepto que incluye las compras pagadas con tarjeta, las retiradas de efectivo en cajeros y los pagos realizados con bizum), 7,5 p. p. más respecto a diciembre de 2019. Por su parte, los adultos habían aumentado su uso hasta el 4,5% del total de sus gastos (un año antes era del 1,0%). Los séniores también se sumaron a la tendencia, pero van más rezagados: en diciembre de 2020 realizaron el 1,4% del total de sus gastos a través de la aplicación (comparado con un 0,2% un año atrás).
En definitiva, los resultados de nuestro análisis muestran que todas las generaciones están utilizando más medios de pago digitales y con mayor frecuencia, aunque a distinto ritmo. Los jóvenes tienen el móvil listo en el bolsillo como un medio de pago habitual, mientras que los adultos sacan la tarjeta de la cartera. Incluso los séniores también están aumentando el uso de pagos digitales, aunque la aceleración en su adopción no ha sido tan marcada como para los otros grupos de edad. Estos resultados, en su conjunto, son alentadores en un contexto en que los bancos centrales –entre ellos el BCE– están analizando los pros y los contras de las monedas digitales y su diseño óptimo.6 La creación de una moneda digital entraña múltiples retos, como cuestiones de privacidad o un potencial impacto sobre la estabilidad financiera en función de como se diseñe. La evidencia mostrada en este artículo también subraya la importancia de concebir la moneda digital como una opción que puede servir para complementar el efectivo y otros instrumentos de pago pero no para reemplazarlos.
- 6. Véase para más detalle el artículo «Bancos centrales y monedas digitales: un reto mayúsculo y no exento de dificultades» en el Dossier del IM04/2021.