Perspectivas de inflación para 2016: al alza
Tras dos años de tasas de variación de precios negativas que originaron un debate enérgico acerca de los riesgos de deflación, estamos a punto de iniciar un periodo de inflación ascendente. Este cambio de rumbo, que ya empezó a materializarse en octubre, ganará intensidad en los próximos meses. Así, el año cerrará con una inflación claramente positiva, que escalará hasta el 1,3% en 2016. La recuperación de la inflación se debe principalmente a tres factores, que se desarrollan a continuación.
En primer lugar, entre noviembre y enero, se deshará el efecto escalón de la intensa bajada del precio del petróleo acaecida durante estos meses hace un año, de tal manera que la inflación general avanzará con cierto vigor (creemos que se situará en el 0,6% en diciembre de 2015). Cabe señalar que la subida se producirá incluso si los precios del petróleo se mantienen en los niveles actuales o si descienden ligeramente (véase el primer gráfico). De hecho, prevemos que estos aumenten a lo largo del 2016, lo que contribuirá a incrementar la inflación.
Un segundo elemento que elevará el crecimiento de los precios en 2016 será el debilitamiento del euro con respecto al dólar como consecuencia de la divergencia de las políticas monetarias a ambos lados del Atlántico: mientras que se espera que el BCE ahonde en las políticas expansivas, la Fed empezará la normalización monetaria. La depreciación de la moneda comportará que España importe inflación de los países de fuera de la eurozona. Así, un euro depreciado se traslada a la evolución del índice general de precios del consumo (IPC) vía un encarecimiento del precio de las importaciones, lo que revierte en un aumento de los costes de todos aquellos bienes intermedios comprados al exterior, como, por ejemplo, el petróleo y otras materias primas. Asimismo, la relación entre el tipo de cambio y algunos productos industriales importados, sobre todo los destinados a bienes de consumo duradero, y que tienen un significativo peso, del 11% sobre el total del IPC, es fuerte y negativa. Esto es, cuando el euro se deprecia, el precio de importación de estos bienes aumenta (véase el segundo gráfico). Según la capacidad que tengan las empresas para variar el margen con el que operan, el impacto se trasladará más o menos sobre el precio de los consumidores. A partir de un estudio del BCE,1 puede inferirse que la depreciación del euro frente al resto de divisas de los principales socios comerciales de España, de alrededor del 3% en 2015, tendrá un impacto a corto y medio plazo. Concretamente, esta depreciación del tipo de cambio efectivo nominal, motivada principalmente por la fuerte revaloración del dólar, podría presionar al alza la inflación en cerca de 0,2 p. p. en los dos próximos años. Además, dado que la depreciación esperada del euro frente al dólar durante 2016 será aún considerable, este canal seguirá impulsando la inflación.
Finalmente, la mejora del mercado laboral, con un incremento previsto del número de ocupados de cerca de 400.000 en 2016 (después de los 900.000 entre 2014 y 2015), actuará favorablemente sobre la renta y la confianza de los hogares, lo que animará el consumo y, por tanto, los precios. De esta forma, prevemos que la inflación subyacente siga recuperándose y se sitúe en el 1,3% en 2016 frente al 0,6% en 2015.
En definitiva, se espera que la inflación vuelva a casa en 2016 y que se acerque de forma gradual al objetivo del BCE. La siguiente fase será, por tanto, la de la inflación al alza.
1. Véase Di Mauro, F., Rüffer, R. y Bonda, I. (2008), «The changing role of exchange rate in a globalised economy», BCE Occasional paper series.