La economía española mantiene una desaceleración suave
España sigue creciendo por encima de sus vecinos. La economía española se encuentra en un periodo de desaceleración que refleja la moderación propia de una fase más madura del ciclo (en 2019 se completará el sexto año de expansión) y el impacto de un entorno exterior menos favorable. Así, a falta de un mes para terminar el año, todo apunta a que el PIB crecerá un 1,9% en 2019, netamente por encima del 1,1% esperado para la eurozona. Este crecimiento es inferior al promedio del 2,7% de los años 2014-2018 pero, como se argumenta en el artículo «La economía española en 2020: no estamos tan mal» del Dossier de este mismo Informe Mensual, el riesgo de recesión es de un contenido 15%. Así, de cara a 2020 se espera que la economía mantenga un crecimiento alrededor del 1,5%, empujada por la demanda doméstica y el crecimiento de la renta disponible de las familias. Asimismo, la economía española afronta esta desaceleración con menores desequilibrios macroeconómicos que en el pasado. Así, según nuestras previsiones, la balanza por cuenta corriente cerrará 2019 con un superávit del 1,6% del PIB, cuando en 2007, el año previo a la Gran Recesión, presentaba un déficit del –9,4%; la deuda de los hogares se sitúa alrededor del 65% del PIB, cuando en 2007 se acercaba al 90%, y la de las sociedades no financieras está en torno al 90%, cuando a finales de 2007 superaba el 120%. La competitividad relativa de la economía española también ha mejorado drásticamente desde 2007 y la reciente subida de los costes laborales está lejos de revertir esta tendencia. En este sentido, el diferencial de inflación con la eurozona en 2019 es negativo, –0,4 p. p., mientras que en 2007 los precios subían en España 0,6 p. p. más que en la eurozona. No obstante, quedan deberes por hacer. Entre ellos, el entorno exterior menos favorable resta un factor de apoyo a la mejora de la posición inversora internacional neta (que ha pasado del –97,8% del PIB en el 2T 2014 al –80,0% en el 2T 2019). Del mismo modo, la corrección de la deuda pública, que ha avanzado muy lentamente en unos años de fuerte crecimiento (97,8% del PIB en el 3T 2019, cerca del máximo del 100,9% del 1T de 2015), contará con menores vientos de cola cíclicos.
Buen desempeño de la actividad, aunque con la dicotomía entre servicios y manufacturas. Antes de cerrar el año, pero, los últimos indicadores disponibles apuntan a un crecimiento de la actividad en el 4T parecido al del trimestre anterior (cuando fue del 0,4% intertrimestral). Este desempeño favorable, sin embargo, esconde comportamientos dispares entre sectores. En octubre, el índice PMI de servicios se situó en los 52,7 puntos, en zona expansiva (por encima de 50) pero 6 décimas menos que en septiembre y 2,1 puntos menos que en el promedio de 2018. En cambio, el PMI de manufacturas continúa en cotas indicativas de contracción de la actividad del sector (46,8 puntos en octubre, 9 décimas menos que en septiembre y 6,1 puntos por debajo del promedio de 2018), mientras que el índice de producción industrial se encuentra estancado (+0,8% interanual en septiembre) tras las abruptas caídas de finales de 2018 e inicios de 2019. Por su parte, los indicadores de demanda también exhiben dicotomías. Así, el buen desempeño de las ventas minoristas (3,9% interanual en septiembre, sin las estaciones de servicio) refleja el fondo de resistencia del consumo privado, pero las ventas de automóviles replican la debilidad manufacturera y no salen del bache (en el acumulado de los últimos 12 meses hasta octubre, se situaron un 6,6% por debajo de los registros del mismo periodo para el año pasado).
Desaceleración paulatina en el mercado laboral, en consonancia con el menor crecimiento de la economía. El número de afiliados a la Seguridad Social aumentó un 2,3% interanual en octubre (2,4% en septiembre), lo que supone un incremento del número de afiliados en 436.920 personas en los últimos 12 meses. En el mismo periodo, los parados disminuyeron en 77.044 personas. Por sectores, la afiliación en el sector de la industria registró un moderado ritmo de avance del 1,2% interanual, 1 décima inferior a la registrada en septiembre y la afiliación en la construcción moderó su ritmo de crecimiento hasta el 3,7% interanual, 4 décimas menos que en septiembre. En cambio, la afiliación en los sectores de servicios y turismo mantuvo su ritmo de avance, del 2,7% y 2,8% interanual, respectivamente.
Inflación en cotas moderadas. En noviembre, la inflación general se situó en el 0,4% interanual, lo que supone un inicio de recuperación respecto a los registros de los meses anteriores (0,1% en septiembre y octubre). Esta mejora refleja, especialmente, que se empiezan a deshacer los efectos de base del precio del petróleo, al pasar a comparar el precio de noviembre de 2019 (en torno a los 56 euros por barril) con el de noviembre de 2018 (58,03 euros), el cual había quedado muy por debajo de los 70 euros de octubre de 2018. Así, en los próximos meses, a medida que se desvanezca este efecto, la inflación general se acercará a la subyacente, que sigue en un moderado 1,0%.
El deterioro del superávit exterior continúa. En septiembre, el saldo comercial de bienes empeoró de la mano de la balanza de bienes no energéticos. Así, el déficit comercial se situó en el 2,8% del PIB (acumulado de 12 meses). Ello representa un deterioro de 0,29 p. p. con respecto a un año antes, atribuible en su totalidad al empeoramiento de la balanza de bienes no energéticos. En concreto, las exportaciones no energéticas avanzaron muy por debajo de las importaciones no energéticas (1,5% interanual en el acumulado de 12 meses, frente al 3,1%).
El precio de la vivienda se estabiliza. El precio de tasación de la vivienda avanzó un 0,1% intertrimestral en el 3T y un 3,1% en términos interanuales, repitiendo los registros del trimestre anterior. Se trata de un ritmo de crecimiento algo inferior al previsto, por lo que la ralentización del sector podría terminar siendo algo más pronunciada de lo anticipado. La tendencia de desaceleración del precio de la vivienda se enmarca en un contexto en el que la demanda también muestra un cierto retroceso, si bien se mantiene en cotas elevadas. Por su parte, los indicadores de oferta también revelan cierta ralentización, aunque en este caso, de nuevo, es preciso mencionar que todavía crecen de forma vigorosa y por encima del conjunto de la economía. De cara a los próximos trimestres, la moderación del ritmo de crecimiento del sector tendrá continuidad. Aunque ello no debe interpretarse como un signo de debilidad sino más bien como una normalización hacia tasas de crecimiento más sostenibles después del fuerte repunte experimentado durante la recuperación.