Características de la demanda de bienes electrónicos en España
¿Cómo se ha comportado la demanda de bienes tecnológicos en España? Lo analizamos según distintos cortes sociodemográficos a partir de los datos internos, debidamente anonimizados, de CaixaBank.
En el artículo anterior, presentamos al lector la evolución de la demanda de bienes electrónicos en España, desde una perspectiva agregada, mediante el uso de los datos internos, debidamente anonimizados, de CaixaBank. En este artículo, analizaremos el comportamiento de esta demanda según distintos cortes sociodemográficos.1
- 1. Para obtener una aproximación del consumo total en bienes electrónicos usamos los datos internos de compras en bienes electrónicos a partir del uso de tarjetas de crédito y débito, los porcentajes históricos de tipo de pago en estos bienes de carácter duradero (principalmente tarjeta y crédito al consumo) y las cifras globales de crecimiento de crédito al consumo de bienes (este último elemento para corregir por la elevada contracción en este crédito en 2020). En los distintos cortes sociodemográficos, aplicaremos esta última corrección de manera simétrica, dado que no disponemos del nivel de detalle necesario para diferenciar entre los distintos cortes.
En el primer gráfico, mostramos la evolución del gasto en bienes electrónicos en España según cuatro tramos de edad.
En el periodo anterior a la crisis de la COVID-19, se puede observar una diferencia marcada entre el comportamiento del segmento más joven de los consumidores y el resto: el crecimiento del gasto del segmento más joven era muy superior al del resto, con una diferencia de crecimiento entre este segmento y el promedio ponderado del resto de 10 p. p. De todas formas, todos los segmentos presentaban registros positivos.
Con la llegada de la crisis de la COVID-19, se puede observar que el comportamiento del gasto estuvo altamente correlacionado con la edad. A más edad, peor fue la evolución del gasto en esta tipología de bienes. Finalmente, la recuperación durante el 2021 fue muy notable en todos los tramos, de tal modo que, durante la primera mitad de 2021, el gasto se situó, en todos ellos, por encima de los niveles de 2019. No obstante, persisten diferencias notables entre los distintos segmentos: en el caso de la población entre 16 y 29 años, el gasto se situó ampliamente por encima (más de un 15%), mientras que entre los de 30 a 64 años, el registro se situó prácticamente un 5% por encima. De manera algo sorprendente, destaca la recuperación del gasto en bienes electrónicos en el tramo de los de más de 65 años: si bien fue el segmento con las mayores caídas en 2020, su gasto se emplazó en la primera mitad de 2021 casi un 10% por encima de los niveles de 2019, 6 p. p. más que los de la franja de 30 a 64 años.
Hemos destacado la relación inversa entre edad y gasto en bienes electrónicos que se produjo durante 2020. Esta relación sorprende porque no parece tener lugar de una manera tan clara en los años precrisis: si bien es verdad que el segmento más joven mostraba un crecimiento del gasto en esta tipología de bienes más elevado que el del resto de tramos, esto no es así cuando comparamos el resto de los segmentos de edades entre sí. Por ejemplo, el crecimiento promedio del gasto en la franja de 30 a 49 años era muy parecido al de la franja de más de 65 años en 2018 y 2019, y no así en 2020.
Una posible explicación de la relación entre edad y gasto en bienes electrónicos en 2020 es que, a mayor edad, se observa un menor uso del e-commerce.2 Así, cuando miramos el comportamiento del gasto en bienes electrónicos a nivel mensual en 2020, destaca la diferencia entre el primer y el segundo semestre de 2020 (véase el segundo gráfico). En el segmento de entre 16 a 29 años, el gasto creció a tasas elevadas en ambas mitades del año, lo cual apunta a un uso intenso del canal e-commerce durante la primera mitad de 2020, dada la imposibilidad de realizar consumo en presencial desde la segunda mitad de marzo hasta junio de 2020 debido a las medidas de confinamiento. En contraposición, en los demás segmentos de edad se observan caídas mucho más pronunciadas del gasto en el primer semestre de 2020 que en el segundo, y de magnitud más elevada cuanto mayor es el tramo de edad. Este comportamiento sugiere que el menor recurso al canal e-commerce a medida que nos movemos a tramos más elevados de edad repercutió negativamente sobre las decisiones de gasto.
- 2. Véase el artículo «La transición hacia el e-commerce durante la pandemia: ¿todos por igual?» en el Dossier del IM05/2021.
En segundo lugar, analizamos el comportamiento del gasto en bienes electrónicos según si este lo efectúan personas que viven en áreas rurales o urbanas.3 Tal y como mostramos en el tercer gráfico, no observamos diferencias sustanciales entre los dos grupos. En el periodo precrisis, ambos grupos mostraban un ritmo de crecimiento del gasto muy similar. En 2020, aguantó mejor el gasto en las áreas rurales que en las urbanas, pero la diferencia de magnitud entre ambas, de tan solo 1 p. p., no es suficiente como para concluir que hubo un comportamiento diferenciado. Además, la mayor recuperación del gasto en áreas urbanas durante el primer semestre de 2021 permitió cerrar, y hasta revertir, la brecha que se abrió en 2020.
- 3. Se define municipio rural si tiene menos de 30.000 habitantes o si tiene menos de 100 habitantes por kilómetro cuadrado. Todo lo que no se clasifique como tal, se clasifica como urbano.
Finalmente, los datos tampoco muestran diferencias notables cuando miramos el comportamiento del gasto en bienes electrónicos en función de los salarios. En particular, en 2020, el crecimiento del gasto en la franja de salarios de menos de 1.000 euros mensuales fue del 0,0%, del –1,4% en la franja salarial de 1.000 euros a 2.000 euros, y del +0,9% en la de más de 2.000 euros al mes.4 Este resultado resulta sorprendente cuando tenemos en cuenta que, en 2020, el trabajo en remoto, uno de los motivos que podría haber impulsado la demanda de bienes electrónicos, fue más intensivo entre los grupos de población con ingresos salariales más elevados.5 Una razón que podría explicar la ausencia de una relación clara entre gasto en bienes electrónicos y salario es que nuestros datos capturan solamente el gasto efectuado por personas físicas, mientras que, posiblemente, buena parte de las inversiones que se realizaron para hacer uso del teletrabajo las realizaron personas jurídicas (empresas).6 En contraposición, el gasto que se pudiera realizar en bienes de tipo tecnológico ligados al ocio para compensar las restricciones impuestas sobre el entretenimiento de carácter más social –otra de las probables fuentes que ha podido impulsar el consumo de bienes electrónicos–, posiblemente fuera más uniforme en la distribución de renta.
En definitiva, los datos muestran que el comportamiento de la demanda de bienes tecnológicos es distinto según el tramo de edad del consumidor, y las diferencias se acentuaron aún más durante 2020, posiblemente por la menor implantación del e-commerce entre los tramos de más edad. Sin embargo, los datos no muestran un comportamiento diferencial de la demanda según si esta provenía de ámbitos rurales frente a los urbanos, o según el nivel salarial.
- 4. Los datos internos no incluyen como salario las ayudas percibidas por ERTE. Para controlar por esta casuística, en 2020 asignamos a cada observación el rango salarial que corresponde según el salario promedio anual observado en 2019, independientemente del salario observado en 2020.
- 5. Véase, por ejemplo, Barrero, J. M., Bloom, N. y Davis, S. J. (2021). «Why working from home will stick». National Bureau of Economic Research.
- 6. Por ejemplo, es habitual que sea la empresa quien provea al trabajador de un dispositivo portátil con la finalidad de trabajar en remoto.