2025, ¿de qué color serás?
El gris pesimista o el rojo crítico de muchos hogares españoles contrastan con el verde esperanzador de los principales indicadores macroeconómicos.
La percepción que tenemos de la realidad económica a menudo contrasta con el mensaje que transmiten las grandes cifras macroeconómicas. La sensación general es que la economía no termina de arrancar. El color que mejor describe la situación de muchos hogares es, sin duda, el gris pesimista o el rojo crítico. Esto contrasta con la evolución más dinámica de los principales indicadores macroeconómicos, que podrían pintarse de un verde esperanzador.
Hasta la fecha, la economía española ha crecido, sobre todo, en volumen. A finales de 2024, se estima que en España había 1,7 millones de personas más que en 2019, un 3,8% más. Con más personas, es lógico que también haya más actividad económica. Esto explica, en gran medida, por qué el PIB se sitúa un 6,6% por encima de los registros de hace cinco años. Sin embargo, tras la crisis económica generada por la pandemia, la recuperación de muchos hogares españoles ha sido más modesta. De hecho, el consumo por hogar en términos reales se situaba un 1,5% por debajo de los niveles previos a la pandemia en el 3T 2024. Ello ayuda a explicar la aparente discrepancia entre la evolución de los principales indicadores macroeconómicos y la percepción de la situación económica de muchos hogares.
Esta distinta percepción podría cambiar en 2025, ya que las dinámicas que impulsarán el crecimiento económico deberían notarse en el bolsillo de los españoles. Por un lado, su poder adquisitivo debería consolidar su recuperación. Se espera que la inflación se estabilice alrededor del 2% este año, mientras que los salarios previsiblemente crecerán algo por encima. Concretamente, la renta bruta disponible por hogar podría crecer alrededor del 1,5% en términos reales este año.
A esto también ayudará la reducción de los tipos de interés. El euríbor a 12 meses empezó 2025 en el 2,5%, más de 1 p. p. por debajo de donde se situaba hace un año. Además, se espera que siga descendiendo en los próximos meses de la mano de la reducción de los tipos de interés que previsiblemente seguirá ejecutando el BCE. Para la economía española, esto es un importante punto de apoyo. Esto, junto con una posición financiera globalmente saneada, con niveles de deuda relativamente bajos tanto para empresas como para hogares, debería permitir que el consumo privado y la inversión crecieran alrededor del 3% este año. Así, 2025 podría ser el año en el que finalmente utilicemos el color verde para pintar las grandes cifras macroeconómicas y también la situación de los hogares.
Pero el gris pesimista también está presente en la paleta de colores con los que pintar 2025. Los principales retos provienen del exterior. Las exportaciones de bienes y servicios, tras unos años de elevado crecimiento, ya se encuentran en términos reales un 11,0% por encima de los niveles previos a la pandemia y se espera que normalicen su ritmo de avance. Sin embargo, esta desaceleración podría ser más brusca de lo esperado si finalmente la nueva Administración Trump cumple su promesa electoral y aumenta de forma generalizada los aranceles. Si esto sucede, no se puede descartar que se desate una guerra comercial a nivel global de la que nadie saldría ganando. Esperemos que al final los peores augurios no se cumplan.
A esto se añade la difícil situación económica de los principales socios comerciales de España, especialmente Francia y Alemania. En clave interna, el principal reto seguramente se sitúa en el sector inmobiliario. La falta de vivienda está llevando a un crecimiento de su precio superior al esperado, dificultando el acceso a los más jóvenes y a los colectivos más vulnerables. La bajada de los tipos de interés amortiguará la presión este año, pero esperemos que más pronto que tarde la inversión en vivienda se movilice y se reduzca la presión sobre los precios, promoviendo un crecimiento económico dinámico y socialmente sostenible.