Rentabilidad de la banca española en el contexto actual y perspectivas futuras

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Inmaculada Martínez Carrascal
Matthias Bulach
21 de enero de 2012

El sistema financiero español se caracteriza por una elevada capacidad para generar resultados recurrentes, pero en los últimos dos años estos se han reducido de forma importante. Por ejemplo, el beneficio antes de provisiones del sistema (margen de explotación), cuyo importe debe ser suficiente para provisionar créditos dudosos, y también para remunerar al capital, ha caído un 26% respecto a máximos de 2007-2009. ¿Será posible de cara al futuro generar resultados que permitan realizar las provisiones necesarias y remunerar a los fondos propios de forma que podamos generar y atraer el capital necesario para cumplir con las nuevas exigencias del mercado y la nueva regulación de Basilea III? ¿Cuáles son las herramientas que pueden utilizar las entidades para mejorar su resultado en el difícil entorno actual?

En los gráficos siguientes vemos cómo en los últimos ejercicios las provisiones están consumiendo una parte creciente del margen de explotación y, en consecuencia, el RoE está disminuyendo hasta niveles mínimos (2,9%, en septiembre) y claramente por debajo del coste del capital, que se estima en torno al 10%-12%.

Al tratarse de un elemento muy correlacionado con el ciclo económico, y dadas las previsiones de elevadas tasas de desempleo, esperamos que la tasa de morosidad y los activos adjudicados se mantengan en niveles muy elevados en el futuro inmediato, obligando a mantener el importante volumen de dotaciones que se realiza actualmente. Será más a largo plazo, con la recuperación económica, cuando volvamos a niveles de coste del riesgo (provisiones/crédito) próximos a la media histórica (0,27% durante 1981-2008), y alejados del actual 1,2% que exige destinar a provisiones el 68% del margen de explotación.

Por otro lado, la evolución del RoE nos muestra que la remuneración del capital es insuficiente, y de hecho lo sería también considerando un coste del riesgo promedio del ciclo y no el elevado coste actual. Esta baja remuneración es especialmente preocupante en la actualidad, dado que los requisitos de Basilea III obligan a generar internamente capital y atraerlo, y esto solo será posible ofreciendo una rentabilidad suficientemente atractiva a los fondos propios.

Pero ¿cómo conseguir el aumento del margen de explotación que permita la obligada mejora de la remuneración del capital? Veamos cuáles son los principales componentes de este margen y las perspectivas sobre ellos.

Observamos que el margen de intereses supone más del 52% del margen bruto, condicionando decisivamente la totalidad del margen de explotación, puesto que los costes de explotación (fundamentalmente gastos de personal) son bastante estables. Las previsiones indican que dicho margen de intereses volverá a contraerse en torno al 10% en 2012 y crecerá solo ligeramente en 2013, siendo varios los factores que explican esta nueva contracción a corto plazo.

En primer lugar, los agentes económicos han iniciado ya el inevitable proceso de desapalancamiento, reduciendo su demanda de crédito de forma considerable. Este factor, unido al escaso y costoso pasivo para las entidades, reduce la nueva concesión de crédito. La reducción de la demanda es un proceso todavía no concluido, un factor estructural (y no solo coyuntural) que reducirá el volumen de negocio y, por tanto, el margen de intereses del sistema durante cierto tiempo.

Adicionalmente, los tipos de referencia continuarán en niveles bajos. Ello afectará negativamente al margen de intereses de las entidades, que habitualmente se benefician de niveles de tipos altos gracias a la rigidez del coste de los depósitos a la vista.

Por otro lado, el coste del resto pasivo continuará siendo inusualmente alto. Las causas: los elevados vencimientos que afrontan las entidades en 2012 (120.000 millones de euros) y el difícil acceso a los mercados mayoristas de financiación, que provocarán que persista la competencia por la captación de pasivo minorista a precios muy elevados.

Además, a la competencia entre entidades se ha añadido en los últimos meses la del sector público: las altas remuneraciones de las últimas subastas de letras del Tesoro han provocado cierto traspaso de depósitos del sector bancario hacia productos de deuda pública, y obligan a las entidades a ofrecer altas remuneraciones para poder competir con estos productos.

Como consecuencia de la competencia entre entidades, y entre entidades y sector público, los tipos ofrecidos son en muchos casos superiores a la remuneración que obtienen las entidades de sus créditos, generando una situación que es insostenible a medio y largo plazo.

En este difícil contexto, las medidas de apoyo a la banca del Banco Central Europeo pueden representar un importante alivio: la liquidez ilimitada a un menor tipo y la reducción del coeficiente de caja reducen los costes financieros y liberan activos que se pueden rentabilizar. De todos modos, tradicionalmente esta ha sido una fuente de financiación considerada de último recurso y con cierto coste reputacional, por lo que las entidades han preferido no recurrir masivamente a ella.

Por último, como ya se ha señalado, las entidades presentan un elevado volumen de créditos morosos y adjudicados, que en la actualidad representan el 11% del crédito a sectores privados residentes. Estos activos generan un doble impacto negativo en la cuenta de resultados, ya que además de la necesidad de provisionarlos, afectan negativamente al margen de intereses al tratarse de activos que necesitan seguir siendo financiados pero que no generan ingresos financieros.

Por todas las razones mencionadas, las condiciones actuales no permiten confiar en una mejora inmediata del margen de intereses. Es preciso recurrir a otras vías para aumentar la rentabilidad. La primera podría ser aumentar los diferenciales cobrados en los nuevos créditos, para adaptarlos al nuevo coste del pasivo, al coste de riesgo, que se había infraestimado, y al de liquidez. En cualquier caso, el impacto de esta medida es atenuado por la débil demanda crediticia actual y sería significativo solo a largo plazo.

Por otro lado, reducir el sobrecoste del pasivo requeriría una solución para la crisis de la deuda, cosa que facilitaría el acceso a los mercados mayoristas de financiación, relajándose de este modo las tensiones de liquidez, y poniendo fin así a la guerra del pasivo.

La segunda opción para mejorar la rentabilidad es un aumento en las comisiones cobradas, acercando los precios a los costes. No obstante, esta medida es de difícil implementación en un entorno de elevada competencia y sensibilidad al precio de los consumidores.

Otras fuentes de ingresos, como son los dividendos y los resultados por puesta en equivalencia de empresas participadas, dependen de las vicisitudes de dichas empresas, y de la continuidad de dichas participaciones. Por otro lado, los resultados de tesorería, principal componente del ROF, son altamente volátiles y no constituyen una fuente estable de beneficios.

La dificultad para mejorar los ingresos ha forzado a muchas entidades a reducir costes. Se han realizado ya importantes ajustes de estructura para disminuir el exceso de capacidad instalada: el número de empleados y oficinas ha caído entre 2008 y 2011 un 10% y un 13%, respectivamente. Pero existe un desfase temporal entre la adopción de las medidas y su impacto en resultados. Por ello en las cajas de ahorro, que han realizado mayores ajustes, en septiembre de 2011 los gastos de explotación se reducen solo a una tasa del 2,3% interanual, mientras que el margen bruto (antes de gastos de personal y provisiones) lo hace a un 27,7%. El impacto de los ajustes realizados será mayor cuando se materialicen todas las sinergias de las fusiones, pero parece inevitable seguir actuando sobre la estructura de costes, sea mediante la reducción de costes unitarios o de la capacidad (vía una mayor concentración del sector).

Ante este contexto general, la situación entre entidades es muy heterogénea, tanto en lo referente a evolución de resultados, ajustes realizados y activos problemáticos como en cuanto a tensiones de liquidez que les induzcan a incurrir en sobrecostes en la captación de pasivo o a ser más conservadoras en la concesión de crédito. Es de prever que a nivel individual las entidades tengan que actuar en alguna o varias de las palancas descritas. Pero la generación de mayores ingresos, a través de un aumento de la cuota de mercado, es también una opción válida y necesaria: más y mejor servicio al cliente, innovación y constante búsqueda de oportunidades de negocio adicionales permitirán hacer frente y salir fortalecidos de la difícil situación actual.

Este recuadro ha sido elaborado por Matthias Bulach e Inmaculada Martínez Carrascal

Departamento de Análisis Económico, Área de Estudios y Análisis Económico, "la Caixa"

Inmaculada Martínez Carrascal
Matthias Bulach
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