Medidas para favorecer la igualdad de oportunidades

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Clàudia Canals
Cristina Farras
14 de marzo de 2018

La gran mayoría de nuestros conciudadanos prefieren vivir en una sociedad que favorezca la igualdad de oportunidades entre los individuos. Son numerosas las circunstancias que no controlamos, o de las que no somos responsables (el lugar donde nacemos, el entorno familiar y también la raza y el género) y que pueden afectar a nuestra situación personal, laboral y, en última instancia, a nuestra renta. Por tanto, es preciso que las políticas públicas contribuyan a mitigar, en la medida de lo posible, las consecuencias de estas circunstancias.

Para intentar garantizar la igualdad de oportunidades, las políticas públicas, en general, actúan en tres ámbitos o fases de nuestra vida: la primera infancia, la etapa educativa y el mercado laboral. La etapa educativa es en la que se centran la mayor parte de las medidas que persiguen favorecer la igualdad de oportunidades, puesto que el capital humano que los individuos adquieren en esta etapa vital determina en gran medida sus posibilidades profesionales. En este sentido, las dos grandes líneas de actuación son la educación obligatoria hasta cierta edad y la implementación de mecanismos que permiten el acceso universal a una educación de calidad.

Sin embargo, estas dos líneas de actuación no son suficientes para asegurar la anhelada equidad. La capacidad de aprovechar los recursos educativos y transformarlos en capital humano depende, también, de qué se hace durante el tiempo no lectivo. Así, en Finlandia, por ejemplo, se intenta personalizar el apoyo que los niños reciben de los profesores, en buena parte, para remediar las distintas situaciones personales. En Dinamarca se aumentaron las horas lectivas para que los alumnos pudieran realizar sus deberes en las aulas con el apoyo de los profesores. De este modo, aquellos niños que en su casa no reciben ayuda con las tareas asignadas no están en desventaja respecto a los compañeros que sí la reciben. En otros países, como en Grecia o Chipre, esta medida se ha planteado como optativa, manteniendo el colegio abierto más allá de las horas lectivas, lo que permite a los alumnos que lo desean quedarse para hacer los deberes con supervisión de profesorado.1

Otra medida a destacar en la etapa educativa es la supresión de medidas de seguimiento y selección temprana. Cada vez son más los países europeos que han eliminado tales políticas de selección, ya que las diferencias en los conocimientos adquiridos por los niños según su procedencia social disminuye a medida que se hacen mayores, por lo que una selección y segregación temprana en la escuela reduce sustancialmente las posibilidades de aquellos procedentes de un entorno más desfavorecido.

La mejora del rendimiento dentro de las aulas también necesita de medidas fuera de estas. Sesiones de orientación a las familias acerca de la relevancia de la educación también deberían formar parte de las políticas en el ámbito educativo. Asimismo, medidas sociales como las becas comedor también son importantes en esta fase, ya que una buena alimentación es básica en la consecución de buenos resultados académicos.2

Todavía en el ámbito educativo, la utilización de las nuevas tecnologías también puede ayudar a igualar las oportunidades, especialmente en la educación superior. Así, las tecnologías de la información y la comunicación pueden facilitar un mayor acceso a los mejores profesores y los mejores materiales educativos, por ejemplo, mediante el acceso a clases online. Asimismo, la educación a distancia también permite una mayor flexibilidad horaria, lo que puede facilitar combinar los estudios con el trabajo, una opción imprescindible en muchos casos y que ayuda a disminuir el abandono escolar entre las clases sociales más desfavorecidas. Por su parte, los sistemas de inteligencia artificial aplicados a la educación pueden ayudar a la detección temprana por parte de los profesores de ciertas dificultades específicas del aprendizaje.3 De este modo, los profesores pueden adaptar sus enseñanzas a las especificidades de cada alumno, lo cual incrementa el éxito en los estudios. Asimismo, la tecnología también provee de herramientas de aprendizaje específico para estos casos, favoreciendo con ello la igualdad de oportunidades entre los alumnos con distintas capacidades.4

Existen elementos de la tecnología, sin embargo, que pueden actuar como una barrera a la equiparación del terreno de juego. El más obvio es el acceso desigual a la tecnología, ya que los alumnos con un mejor acceso a las herramientas digitales suelen ser también los que tienen un mayor nivel de renta. Más allá del menor acceso, utilizar adecuadamente las nuevas tecnologías para aprovechar los beneficios que nos pueden proveer tampoco es tarea sencilla, por lo que en determinados casos puede ser útil disponer de un supervisor o un adulto experto que guíe adecuadamente a los niños.

Si cambiamos de etapa y nos fijamos ahora en las políticas centradas en la primera infancia, cabe resaltar que este es un periodo en el que cada vez se despliega un mayor número de medidas destinadas a nivelar el terreno de juego. Aunque las políticas públicas aplicadas en los primeros años de vida pueden parecer más enfocadas a cubrir las necesidades básicas que a igualar las oportunidades, los estudios más recientes muestran que la etapa preescolar es de vital importancia para el desarrollo futuro del niño, tanto en términos emocionales como cognitivos. La nutrición, los buenos hábitos de la madre durante el embarazo o la relación del recién nacido con los padres antes de empezar la etapa escolar determinan, en gran medida, las aptitudes y habilidades cognitivas que pueda desarrollar en el futuro. Así, un mal desarrollo en esta etapa inicial suele dificultar el éxito en la etapa educativa formal y, posteriormente, en el mercado laboral.

Si consideramos que esta etapa vital empieza durante el embarazo de la madre y se alarga hasta el inicio de los estudios obligatorios del niño (que en España se sitúa en los seis años), está claro que muchas de las políticas se deben centrar en los progenitores. Así, medidas que garanticen, por ejemplo, un control médico exhaustivo durante el embarazo actúan como igualadoras de oportunidades. Del mismo modo que pretenden ser igualadoras las políticas de concienciación de los padres acerca de los beneficios de unos hábitos alimentarios saludables o de establecer unos buenos vínculos afectivos en los primeros años de vida.

Con la finalidad de favorecer todas estas buenas prácticas en los niños en su primera etapa de vida, algunos expertos abogan por una etapa preescolar obligatoria. De este modo, dicen, todos los niños recibirían un nivel de «atención» parecido en los primeros años y llegarían a la etapa de educación formal con un historial semejante. La obligatoriedad a tan temprana edad, no obstante, podría entrar en conflicto con la libertad de los padres sobre el tipo de crianza que desean para sus hijos, e incluso en algunos casos podría perjudicar al infante, pues quizás este podría estar en casa recibiendo una atención individual por parte de sus padres o de un instructor contratado por los mismos. En este sentido, no son pocas las voces que defienden una baja de maternidad (y/o paternidad) más amplia, como las 49 semanas de Noruega, con la finalidad de favorecer la creación de los importantes vínculos afectivos entre niños y progenitores.

Tras la primera infancia y una vez finalizada la etapa educativa, los individuos entran en el mercado laboral y, en este ámbito, también es importante promover la igualdad de oportunidades. En particular, en esta fase debe asegurarse, en primer lugar, la igualdad de oportunidades en el acceso al mercado laboral. Y, en segundo lugar, la igualdad a lo largo de la carrera profesional.

En la fase de acceso al mercado, algunas empresas o países han comenzado a introducir prácticas de preselección a ciegas con la finalidad, precisamente, de evitar sesgos discriminatorios.5 Ello, además, suele promover la diversidad en la fuerza laboral, un valor añadido a tener en cuenta. Francia fue una de las pioneras, con la aprobación, en 2006, de una ley que obligaba a este tipo de selecciones ciegas a las empresas de más de 50 empleados. Sin embargo, su aplicación no se produjo hasta 2015, pues la adopción de nuevos métodos de selección no es fácil para las empresas, especialmente para las de menor tamaño. En España, en verano de 2017, algo más de 75 empresas y entidades se unieron a un programa gubernamental para analizar cómo desarrollar un protocolo para la aplicación del currículum ciego a nivel empresarial.

Por otro lado, también es importante mantener esta igualdad de oportunidades a lo largo de la carrera profesional. Para ello resulta básico la promoción de planes de igualdad y de conciliación en las empresas. Políticas que favorezcan la formación continua de los trabajadores también ayudan a nivelar el terreno de juego en esta etapa.

En definitiva, las políticas que persiguen favorecer la igualdad de oportunidades intentan compensar o eliminar las barreras que a menudo surgen por circunstancias que no están en nuestras manos. En este sentido, hemos visto como, además de las políticas que inciden en el ámbito educativo, es importante tener en cuenta la etapa preescolar y profesional. Ambos ámbitos centran, cada vez más, la atención de las autoridades para conseguir la tan anhelada igualdad de oportunidades.

Clàudia Canals y Cristina Farràs

CaixaBank Research

1. Véase Eurofound (2017), «Social mobility in the EU», Publications Office of the European Union, Luxemburgo.

2. Véase Anderson, M. L., Gallagher, J. y Ritchie, E. R. (2017), «School Lunch Quality and Academic Performance», NBER Working Paper.

3. En numerosas escuelas los niños realizan ejercicios matemáticos o de lenguas en los ordenadores haciendo uso de programas y herramientas informáticas. Estos programas analizan las respuestas a los ejercicios y son capaces de detectar problemas de dislexia o discalculia, entre otros.

4. Véase Jacob, B., Berger, D., Hart, C. y Loeb, S. (2016). «Can Technology Help Promote Equality of Educational Opportunities?», RSF: The Russell Sage Foundation Journal of the Social Sciences.

5. Véase Bertrand, M. y Mullainathan, S. (2004). «Are Emily and Greg More Employable than Lakisha and Jamal? A Field Experiment on Labor Market Discrimination», American Economic Review, 94(4), pp. 991-1013.

Clàudia Canals
Cristina Farras
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