Luz y gas en 2022: el esfuerzo que supuso la factura energética para los hogares españoles
En 2022 todos los hogares tuvieron que destinar un mayor porcentaje de sus ingresos a pagar las facturas de la luz y el gas. Sin embargo, el esfuerzo adicional para pagar el consumo energético no fue el mismo para todos. En este artículo, estimamos dicho esfuerzo a partir de los datos internos de CaixaBank.
La crisis energética ha tenido un impacto de primer orden en el esfuerzo que deben hacer los hogares españoles para pagar sus facturas energéticas.1 Para cuantificarlo, hemos examinado, de forma totalmente anonimizada, los ingresos laborales (es decir, las nóminas y los subsidios de paro) y los recibos domiciliados de la luz y el gas registrados en las cuentas bancarias de CaixaBank. Al disponer de ambas informaciones para un mismo hogar, podemos estimar qué porcentaje de los ingresos se destinaron al gasto en luz y gas,2 y también cuál fue el esfuerzo realizado en función del nivel de ingresos.
Evidentemente, en 2022 todos los hogares tuvieron que destinar un mayor porcentaje de sus ingresos a pagar las facturas de la luz y el gas en comparación con el año anterior, tal y como se recoge en el primer gráfico. Un hogar con ingresos medianos dedicó el 4,7% de sus ingresos laborales para pagar los recibos de luz y gas, lo que supuso un incremento de 0,4 p. p. con respecto al año anterior.3
- 1. En artículos anteriores analizamos la evolución de la factura de la luz en estos convulsos tiempos tras el inicio de la guerra en Ucrania. Véase el Focus «La evolución de los recibos de la luz de los hogares españoles en 2022» en el IM12/2022 y «Los precios de la luz están por las nubes, ¿y el importe de su recibo?» en el IM01/2022.
- 2. Para ello, agregamos el gasto mensual en electricidad y gas de cada cliente entre 16 y 65 años que tiene recibos domiciliados de estos conceptos. Asimismo, calculamos sus ingresos laborales anuales totales, ya sean nóminas o subsidios o prestaciones por desempleo pagadas en aquellas cuentas bancarias en las que el individuo es titular de un contrato. Esto incluye los ingresos de todos los titulares de estas cuentas para aproximar los ingresos del hogar. Con todo, se pueden subestimar los ingresos laborales del hogar si algunas nóminas o prestaciones por desempleo se pagan en otros bancos. Además, no incluimos los ingresos de otros miembros del mismo hogar que no sean titulares de los contratos considerados. Posteriormente, calculamos los ingresos mensuales equivalentes para calcular la proporción destinada a pagar dichos recibos.
- 3. Como referencia, el 4,1% del gasto realizado por los hogares españoles en 2021 fue destinado a la factura energética del hogar (principalmente electricidad y gas, subgrupo de gasto 4.5) según la Encuesta de presupuestos familiares (INE).
Sin embargo, el esfuerzo adicional para pagar el consumo energético no fue el mismo para todos los hogares: los que tenían menores ingresos tuvieron que destinar una mayor proporción de la renta a pagar las facturas de luz y gas que aquellos con ingresos más elevados. Concretamente, los hogares con ingresos bajos (percentil 20) destinaron a tal efecto el 8,1% de sus ingresos (+0,7 p. p. más que en 2021), mientras que los de ingresos altos (percentil 80) destinaron un 3,2% (+0,3 p. p. más que en 2021). Este esfuerzo adicional hubiera sido aún mayor sin las medidas de apoyo contra la crisis energética, que han beneficiado a todos los hogares, pero especialmente a las rentas más bajas.4
- 4. Para más detalle de las medidas tomadas y su impacto a lo largo de la distribución de ingresos, véase García Miralles, E. (2023), «Medidas de apoyo frente a la crisis energética y al repunte de la inflación: un análisis del coste y de los efectos distribucionales de algunas de las actuaciones desplegadas según sugrado de focalización». Boletín Económico, 2023 T1, Banco de España.
El gasto en energía fue sustancialmente mayor en 2022 que en 2021 en dos momentos concretos del año: en marzo y abril, justo después del estallido de la guerra en Ucrania, y entre agosto y octubre (véase el tercer gráfico). Esto supuso una anomalía en el patrón habitual de gasto de los hogares, puesto que los recibos de importe más elevado suelen pagarse en enero y febrero (los meses más fríos), y los más bajos, en octubre y noviembre (véase el segundo gráfico).
La noticia más positiva, sin embargo, la vimos al finalizar el año. Se dio la vuelta a la situación y los hogares de todas las decilas de renta destinaron una menor proporción de los ingresos a pagar la luz y el gas que 12 meses antes. El esfuerzo fue menor que un año atrás, en especial para los hogares con menores ingresos. Una situación que tiene visos de continuidad en 2023 dada la distensión de los precios energéticos observada desde comienzos de año.