Tras un fuerte arranque de año, la economía portuguesa va perdiendo fuelle
El PIB se estancó en el 2T, debido al empeoramiento de la demanda externa tras el fuerte crecimiento que había anotado en el trimestre anterior, mientras que la demanda interna anotó un mejor desempeño gracias especialmente al mejor tono del consumo de los hogares.
Por un lado, la facturación del comercio minorista y las ventas de vehículos siguen fuertes, con crecimientos del 3,6% y 9,6% interanual en julio, respectivamente, y las pernoctaciones turísticas siguen superando las de 2022. Por el contrario, el indicador diario de actividad apunta a un crecimiento interanual muy modesto en agosto y el indicador de clima económico cae 1 décima respecto a julio. En el ámbito de los precios, la inflación preliminar de agosto volvió a repuntar hasta el 3,7% (por el aumento de la energía y los alimentos no elaborados), si bien el componente subyacente continúa la senda descendente.
La tasa de desempleo disminuyó del 7,2% al 6,1% y la población ocupada alcanzó el nivel más alto desde el 2T 2009 (+1,6% interanual). Aun así, hay algunas señales de advertencia, como el aumento del empleo precario, que explica casi el 80% del incremento interanual del empleo asalariado, y el paro registrado, que creció en julio un 2,5% interanual. Además, hay que destacar el número históricamente elevado de trabajadores despedidos y el aumento de los despidos colectivos y de las solicitudes de prestaciones por desempleo en julio.
El superávit presupuestario acumulado hasta julio fue del 1,4% del PIB, con un aumento interanual de los ingresos del 8,6% y de los gastos del 5,9%. Los principales impulsores de estos incrementos han sido el aumento de los ingresos tributarios en el primer caso y el avance de las transferencias corrientes (fruto de la actualización de las pensiones y el crecimiento del número de pensionistas) y los gastos de personal en el segundo.
Hasta junio, el superávit frente al exterior ascendió a 2.115 millones de euros, en contraste con el déficit de 2.919 millones en 2022. Este comportamiento se debe a varios factores: (i) la importante reducción del déficit de la balanza energética, gracias, tanto a la normalización de los precios como a la reducción de las cantidades de combustibles importados, (ii) la notable mejora del superávit de la balanza turística y (iii) el aumento del superávit de la cuenta de capital respecto a 2022, gracias a los fondos comunitarios para apoyar la inversión.
Los precios están subiendo, pero sin la exuberancia de antaño, y la desaceleración del mercado se hace visible por el lado de la demanda. Así, los precios de la vivienda aumentaron un 1,8% en el 2T 2023, el menor avance trimestral en dos años. Seguimos apostando por un aterrizaje suave de los precios en 2023, respaldado por los datos sólidos del 1T, la fortaleza del mercado laboral y una oferta inmobiliaria limitada.