Economía mundial: la incertidumbre financiera lastra el sentimiento económico
La economía mundial levanta el pie del acelerador (pero no frena en exceso). Un final de 2015 algo más débil de lo esperado en muchas de las economías avanzadas y emergentes y una cierta translación de la incertidumbre financiera al ámbito de la economía real (reflejada, por el momento, en los indicadores de sentimiento) hacen esperar un crecimiento mundial en 2016 algo menos expansivo de lo previsto. En particular, fruto de la revisión a la baja del crecimiento para el presente año en EE. UU., Japón, la eurozona y ciertos emergentes (como México o Indonesia) y de la intensificación de la recesión prevista en Brasil, esperamos que el crecimiento mundial se sitúe en el 3,4% en 2016, frente al 3,5% anteriormente previsto. En este escenario, el grupo de emergentes crecerá en 2016 un 4,4% y el de avanzados, un 1,9%. En 2017, la expansión mundial se acelerará gracias al mejor tono de los emergentes y, en menor medida, de los avanzados.
La revisión a la baja del escenario central no implica disminuir la probabilidad de ocurrencia de escenarios más adversos. A pesar de que el crecimiento mundial será menor de lo esperado, la probabilidad de ocurrencia de un escenario en el que cristalicen los elevados riesgos bajistas que todavía persisten (incluidos un hipotético recrudecimiento de la incertidumbre financiera, dificultades para asegurar el aterrizaje suave de la economía china o deterioros adicionales de la situación de emergentes frágiles como Brasil, Rusia, Sudáfrica o Turquía) no cambia respecto a la que manejábamos el mes pasado.
ESTADOS UNIDOS
Final de año renqueante en EE. UU. Según la última revisión del PIB que efectuó el Bureau of Economic Analysis, la economía estadounidense avanzó un 0,3% intertrimestral en el
4T 2015, una cifra que decepcionó tanto por ser inferior al crecimiento del 3T (0,5% intertrimestral) como por la propia composición del dato, puesto que reitera la debilidad de los componentes de inversión no residencial y exportaciones. A pesar de este cierre a la baja de 2015, el crecimiento del conjunto del año se situó en el 2,4%, la misma cifra que la registrada en 2014.
Los datos de principios de 2016 no auguran un despegue inmediato de la economía. Los indicadores de actividad empresarial de enero sugieren que el pulso económico en el 1T va a ser, en el mejor de los casos, solo levemente mejor que el del 4T 2015. Así, el indicador ISM de manufacturas, aunque consiguió estabilizar su nivel de diciembre, se mantuvo en enero en niveles indicativos de contracción de la producción industrial. Por otra parte, el indicador ISM de servicios experimentó su tercer mes consecutivo a la baja: aunque todavía se mantuvo por encima del nivel de 50, lo que sugeriría expansión de la actividad del sector terciario, otros indicadores similares, como el avance del PMI de servicios, elaborado por Markit, se situaron por debajo del límite de los 50 puntos. Los indicadores de sentimiento, por construcción, reflejan de forma especialmente rápida los cambios en la percepción empresarial. Es lógico, por tanto, que estén capturando las incertidumbres financieras del momento. Más matizada es la lectura de las perspectivas económicas norteamericanas que se obtienen de los indicadores de demanda y, en particular, de los de consumo: se confirma una mejoría de las ventas minoristas.
Un escenario de desaceleración moderada, el más probable para 2016. Un final de 2015 decepcionante y un inicio de 2016 solo algo mejor condicionan, en parte, nuestras previsiones de crecimiento. Aunque al avanzar el año la economía estadounidense recuperará algo de tracción, el crecimiento promedio, del 2,1%, se situará por debajo del registro de los dos años anteriores (2,4%). Se trata de una desaceleración de intensidad limitada, toda vez que el consumo privado resiste, el consumo público acelera y la inversión residencial mantiene su ritmo de avance. En cambio, las perspectivas de la inversión no residencial son más contenidas, puesto que no encontrará el apoyo de unos buenos datos de beneficios empresariales. En este contexto, creemos probable que la Reserva Federal espacie en el tiempo la continuación de su proceso de normalización del tipo de referencia: si antes esperábamos una nueva subida, del 0,50% al 0,75% en junio, ahora la situamos en septiembre. Se trata, no obstante, de una simple pausa, porque las condiciones de inflación, que seguirá repuntando en los próximos meses, y laborales (la tasa de paro se situó en enero en el 4,9%, el mínimo desde febrero de 2008) justifican la normalización monetaria.
JAPÓN
Traspié en el 4T. Cuando se esperaba un crecimiento bajo, pero positivo, el PIB nipón descendió 4 décimas en el 4T, con lo que el promedio de 2015 se situó en el 0,5%. El retroceso económico fue consecuencia, fundamentalmente, del mal tono del consumo privado y, en menor grado, de las exportaciones. Por el contrario, la inversión se mostró dinámica, siendo, de lejos, el aspecto más positivo de la composición del PIB. La inflación, por su parte, continuó reflejando el tono alicaído de la demanda interna. En enero, el IPC sin alimentos pero con energía (referencia del Banco de Japón) se situó en el 0,0% de variación interanual, muy lejos del objetivo del 2%.
Mejoría relativa en 2016. Partiendo de estas tendencias, esperamos que este año la economía se acelere, pero a un ritmo moderado (un 0,9%, 1 décima menos de lo que pensábamos antes de conocer el dato del PIB del 4T). La recuperación nipona topa con tres lastres: la perenne debilidad del consumo privado, la atonía exportadora (afectada por la disminución de las compras de EE. UU. y China) y el proceso de ajuste de existencias. En esta tesitura, se especula con que la política económica siga tratando de apoyar el crecimiento: en el 1T se pondrá en marcha un nuevo paquete fiscal, equivalente al 0,3% del PIB, cuya ampliación en este mismo año no cabe descartar, y es probable que el Banco de Japón adopte nuevas medidas de expansión monetaria. Sin embargo, la efectividad de la política monetaria posiblemente será limitada, visto el escaso efecto registrado por anteriores medidas similares.
EMERGENTES
China: sin novedad en el frente. Durante las festividades del Año Nuevo chino, la publicación de indicadores macroeconómicos se reduce. Los pocos datos conocidos no aclaran excesivamente las perspectivas inmediatas. El indicador de actividad PMI (oficial) de enero cayó por debajo del umbral de 50, tanto en las rúbricas de manufacturas como en las de servicios, pero el indicador PMI Markit-Caixin sugiere un tono mínimamente expansivo del terciario. Por su parte, las exportaciones y las importaciones retrocedieron en enero más de lo previsto. Frente a estos indicadores de la economía real, la evolución financiera parece estar más pausada que en las primeras semanas del año. Tras cerrar por la festividad del Año Lunar, la bolsa de Shanghái abrió al alza al tiempo que el yuan recuperaba parte de la depreciación registrada desde principios de año. En este contexto incierto, mantenemos nuestro escenario de paulatina desaceleración del PIB en 2016 y 2017, aunque con riesgos bajistas.
La India, la excepción del Asia emergente. A medida que el proceso de aterrizaje suave de la economía china va materializándose y que la aceleración de los avanzados se frena, el resto del Asia emergente refleja el cambio del entorno externo moderando su ritmo de crecimiento. En particular, las perspectivas son más contenidas en Hong Kong, Singapur, Malasia e Indonesia, lo que justifica una cierta revisión a la baja del avance del PIB previsto en estas economías en 2016. En este contexto, el crecimiento de la India destaca favorablemente, tanto por su ritmo (crecimiento interanual del 7,3% en el 4T de 2015) como por su composición (en particular, por el sorprendente vigor de las manufacturas, una de las asignaturas pendientes del país hasta la fecha).
México y Brasil, dos formas distintas de capear el temporal. Los datos de final de año indican que la recesión en Brasil se hace más intensa, lo que, sumado a la ausencia de mejoras en el ámbito político y la intensificación de desequilibrios como la inflación, representan un nuevo deterioro de sus perspectivas. México, por su parte, creció un 2,5% interanual en el 4T, e idéntica cifra arrojó el cómputo anual. El dato confirma una cierta desaceleración respecto al trimestre anterior que continuará en los próximos trimestres, a tenor de los indicadores disponibles, del ajuste fiscal anunciado (0,7% del PIB) y de la subida del tipo de referencia (del 3,00% al 3,75%, entre diciembre y febrero). Aun así, valoramos que el país esté aplicando una política económica apropiada, lo que lo aleja de la situación brasileña.
Petróleo: pocas novedades, elevada volatilidad. El precio del petróleo osciló de manera apreciable en febrero y finalmente cerró el mes en niveles de 35 dólares por barril de calidad Brent, prácticamente sin cambios respecto al precio al inicio del periodo. Las tendencias de fondo apuntan a una moderada recuperación del precio en 2016. Sin embargo, en un horizonte cortoplacista, lo que ha dominado la dinámica de los precios ha sido la verosimilitud de un posible acuerdo de los grandes productores para estabilizar la producción, que han apoyado al alza las cotizaciones cuando el pacto parecía sólido y las han deprimido cuando el compromiso se percibía débil.