2024: un año para recordar

En general, el mundo de los profetas económicos está poblado por personas pesimistas o conservadoras. Es preferible que las cosas vayan mejor de lo esperado a que nos pille el toro.

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10 de febrero de 2025
Niño con taza en la que se lee "See the good". Photo by Nathan Dumlao on Unsplash

La economía española ha cerrado un año para recordar, con registros extraordinariamente positivos. Extraordinarios, porque han superado con creces las expectativas previas. Y extraordinarios, porque se han producido en un contexto que no ha sido especialmente favorable. De hecho, el contexto ha sido adverso en varias dimensiones. Pero, se­­guramente, lo más importante es que, más allá de las grandes cifras macroeconómicas, la buena marcha de la economía española, y especialmente del mercado laboral, está ayudando a que la situación de los hogares mejore, aunque todavía son muchos los colectivos que se encuentran en una situación difícil.

Las previsiones que se hacen a un año vista rara vez aciertan a la décima. En los últimos 15 años, el promedio de las previsiones de crecimiento de las principales casas de análisis solo lo ha conseguido una vez. Las previsiones de CaixaBank Research solo han hecho diana en dos ocasiones. En general, el mundo de los profetas económicos está poblado por personas pesimistas o conservadoras. Preferible que las cosas vayan mejor de lo esperado a que nos pille el toro. Así, el 63% de las veces, el crecimiento económico acaba siendo superior al pronosticado. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, las desviaciones son relativamente pequeñas, de 0,6 p. p. en promedio. Rara vez superan el punto porcentual. En cambio, en los últimos dos años el crecimiento económico ha sido casi 2 p. p. superior al previsto: 1,7 puntos en 2023 y 1,9 puntos en 2024. Normalmente, cuando hay sorpresas positivas en España, también las hay en Europa de una magnitud similar. Pero esta vez no ha sido así. Tal y como se esperaba, la situación económica europea se ha mantenido relativamente débil, lo que hace la sorpresa de la economía española aún más remarcable.

En parte, el dinamismo de la economía española ha sido fruto de un crecimiento demográfico superior al esperado. Ello ha impulsado la actividad y la generación de empleo. El 43% del aumento de los afiliados a la Seguridad Social corresponde a extranjeros. Esto también impulsó el consumo de los hogares, que aportó alrededor de la mitad del crecimiento del PIB el pasado año. El consumo público también fue superior al esperado. El mayor crecimiento de la economía y, con ello, de los ingresos de las Administraciones públicas permitió un mayor gasto público sin que, previsiblemente, se haya generado una desviación significativa del déficit público. Aunque esto también quiere decir que se ha desaprovechado la favorable coyuntura para acelerar el ritmo de saneamiento de las cuentas públicas. Finalmente, el otro puntal del crecimiento fueron la de­manda externa y, especialmente, las exportaciones de servicios. Durante los primeros compases del año, el protagonismo fue para las exportaciones de servicios no turísticos, que se consolidaron como la principal partida exportadora de servicios, con un peso del 7,4% del PIB. Por su parte, las exportaciones de servicios turísticos también man­­tuvieron un sorprendente dinamismo, y su peso ya se sitúa en el 5,4% del PIB.

Más allá de los principales factores que impulsaron el crecimiento de la economía española, hay dos elementos que el pasado año no tuvieron tanto protagonismo, pero que pueden ser claves de cara al futuro. El primero es la recuperación de la inversión, que parece que se empezó a fraguar en el tramo final de 2024. Hasta entonces, la inversión se había mantenido relativamente débil, frenada por el aumento de los tipos de interés de los últimos años. En el 4T avanzó un destacable 3,4%, impulsada por la inversión en bienes de equipo. La reducción de los tipos de interés, que todo apunta a que este año proseguirá, junto con la ejecución de los fondos NGEU, debería facilitar que la recuperación de la inversión se consolide y se convierta en uno de los puntales del crecimiento de la economía española este año, aunque la incertidumbre lo puede dificultar.

El otro elemento que destaca es el ritmo de avance de la productividad, que aceleró de forma notable en 2024. Concretamente, el crecimiento del PIB por hora trabajada alcanzó el 1,3% en el conjunto del año, frente al 0,7% de 2023, y el 0,6% promedio de los últimos 10 años. Para que la economía española pueda mantener un ritmo de crecimiento dinámico y sostenible, sin depender de los vaivenes demográficos, y que se traduzca en mejoras del bienestar eco­­nómico del conjunto de la población, es clave que el crecimiento de la productividad se consolide en cotas similares a las del pasado año. Además, en un contexto internacional que se va tornando cada vez más incierto, ello también ayudaría a que la economía española fuera más resiliente.

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