Productividad en Portugal: ¿ingrediente mágico o plato principal?
Es habitual encontrar en los medios de comunicación referencias a la productividad como el «ingrediente mágico» para la resolución de muchos problemas económicos y como la forma de acortar la distancia salarial de la población portuguesa frente a los socios europeos. Sin embargo, la productividad no es un ingrediente, sino un resultado, y hablamos poco de su naturaleza y sus fundamentos. Vamos a ver qué se entiende por productividad, cómo medirla y la posición de Portugal en el contexto internacional.
De forma sencilla, la productividad es el nivel de output generado con un determinado nivel de inputs. Una combinación o gestión óptima de los recursos (inputs) significa más eficiencia y llevará a una mayor productividad y, en última instancia, permitirá la creación de una mayor prosperidad.
El trabajo es uno de los factores productivos más importantes y la relación de la cantidad del factor trabajo utilizado para generar una unidad de PIB es la más ampliamente empleada para medir la productividad. El indicador elaborado por la OCDE que divide el PIB de una economía entre las horas trabajadas expresa el valor creado por unidad de trabajo utilizado (las horas de trabajo) y es más preciso que las medidas que relacionan el output con el número de trabajadores. Tal como se observa en el primer gráfico, existe una brecha entre el nivel de productividad portugués y el de la UE y el de los países de la OCDE. En 2020 (último año con datos disponibles), el PIB por hora trabajada portugués era un 73% del valor registrado en la UE y solamente el 66% del de los países de la eurozona. Más preocupante que la distancia existente es constatar que esta ha venido aumentando en los últimos tiempos, de forma que la productividad en Portugal ha crecido menos que en las otras economías analizadas. Concretamente, la productividad en Portugal ha aumentado un 20% desde el 2000, frente a un 29% en la OCDE y un 24% en la UE.
Así, una de las claves para aumentar el crecimiento de la productividad está en el nivel de capital humano de una economía. Los trabajadores con un nivel educativo más alto y técnicamente más calificados son más productivos.1 Otro elemento clave es la evolución del capital productivo por empleado. En este aspecto, Portugal también sale mal parada cuando lo comparamos con el resto de los países de la eurozona, ya que se halla en la 14.ª posición de entre 19 países. La acumulación de capital productivo se realiza a través de la inversión y, también en este aspecto, Portugal está lejos de la UE: la formación bruta de capital fijo (sin los activos de construcción) representó en 2020 el 8,6% del PIB, frente al 11,2% de la UE. Cabe destacar, por el lado positivo, el mayor porcentaje de la FBCF dedicada a los activos de equipos de tecnologías de la información y la comunicación con respecto a la UE (4,6% por 3,3%, en 2019), tan relevantes en el actual contexto de transición digital.
- 1. Véase Gouveia, A., Santos, S. y Gonçalves, I. (2017). «The impact of structural reforms on productivity: the role of the distance to the technological frontier». OECD Productivity Working Papers, 2017-08. OECD Publishing, París. Este estudio demuestra el aumento de la productividad a largo plazo como consecuencia de las inversiones/reformas en educación.
Una menor intensidad de capital puede significar menos «herramientas» al servicio del trabajador y menos productividad general. Sin embargo, hay que introducir algunas matizaciones. En primer lugar, hay que tener en cuenta que un tejido productivo flexible, capaz de sustituir el factor capital por el factor trabajo, si este último es abundante y barato, también puede explicar una menor intensidad de capital. En segundo lugar, el aumento de la productividad general de una economía también puede darse por el desplazamiento de los factores productivos, concretamente el trabajo, de sectores menos productivos a otros más productivos, incluso sin que se altere la intensidad de capital. Naturalmente, este segundo aspecto es más difícil cuanto mayor sea la rigidez en el mercado laboral. Además, se observa que en los periodos en los que existe una mayor dificultad para contratar trabajadores y en los que las economías se acercan al pleno empleo, las empresas tienden a hacer mejor uso de la tecnología que ya poseen. Es decir, ante la imposibilidad de añadir el factor trabajo o el encarecimiento de este, se da un mayor aprovechamiento del potencial de la infraestructura tecnológica existente.
Por otro lado, un aspecto clave en la productividad es el tamaño de las empresas. En Portugal, el nivel de productividad de las grandes empresas es más del doble que el de las microempresas. Varios estudios destacan que las grandes empresas tienen una mayor propensión a invertir en activos intangibles y subrayan esta inversión como catalizador del aumento de la productividad.2 De hecho, hay varios aspectos que contribuyen a una mayor productividad y que por ser «intangibles» aparecen muchas veces como costes intermedios y no como inversión: los modelos de gestión y de eficiencia organizacional, el marketing, el valor de la marca, las bases de datos, la formación específica desarrollada internamente o el software son ejemplos de ello. En economías altamente desarrolladas y cerca de la frontera tecnológica, estos aspectos son aún más determinantes en el crecimiento de la productividad. Así, cuando hablamos sobre el futuro de la productividad en Portugal, también debemos fijarnos en otros aspectos que permiten a las empresas tener éxito en este contexto y observar nuevos indicadores. Algunos ejemplos en este sentido son el porcentaje del PIB asignado a investigación y desarrollo (sobre todo en el sector privado), el porcentaje de volumen de negocio de las empresas que se destina a CAPEX en activos intangibles, los recursos humanos relacionados con el I+D por millón de habitantes y la proporción de estos recursos destinados al sector privado, el registro de patentes, etc.
- 2. Véase Corrado, C., Haskel J., Jona-Lasinio C. et al. (2018). «Intangible investment in the EU and US before and since the Great Recession and its contribution to productivity growth». Journal of Infrastructure, Policy and Development.
La mejora sustancial de la productividad en la economía portuguesa exige poner el énfasis en el triángulo formado por la educación (aumentar la formación en áreas punteras), la atracción de inversión extranjera (normalmente realizada por grandes empresas, que exponga la economía nacional a la competitividad externa y aporte conocimiento y capital a un tejido económico con baja capitalización) y la innovación (no solo al nivel de productos y servicios, sino también de procesos y modelos de negocio).