China: la política de la parejita y sus posibles efectos sobre el crecimiento
Las perspectivas de crecimiento de China a medio y largo plazo sufren un fenómeno poco común entre los emergentes: el envejecimiento de la población como consecuencia de la disminución de la tasa de fertilidad y del aumento de la esperanza de vida. A fin de retrasar dicho fenómeno, el Partido Comunista, en su sesión anual de octubre, propuso la suspensión de la política del hijo único, introducida en el país entre 1978 y 1980, permitiendo a todas las parejas tener dos hijos libremente. ¿Cómo afectará la medida al crecimiento económico del país a medio plazo?
Un primer elemento que se debe tener en cuenta es que el fuerte descenso de la tasa de fertilidad de China es anterior a la política del hijo único y responde a otras medidas que, como aquella, promovían el control de la natalidad. En particular, el mayor desplome de la tasa de fertilidad, del 5,8 en 1970 al 2,7 en 1978,1 se vio favorecido por la campaña «más tarde, más separados y menos» en la que se aconsejaba a las mujeres a casarse más tarde y a tener menos hijos y más espaciados.
Además, un segundo elemento relevante es que la medida del hijo único gozaba de excepciones importantes, siendo menos restrictiva de lo que el nombre pudiera hacernos pensar. Ya a principios de los años ochenta, se permitieron dos o más hijos por pareja en las zonas rurales, que por entonces concentraban más del 80% de la población. Esta cifra se redujo ligeramente en la década de los noventa, hasta el 70%, y no es hasta finales de los años 2000 que se sitúa por debajo del 50%. Asimismo, a partir de 1986, el Gobierno permitió dos hijos a un gran número de familias que cumplieran ciertos requisitos, como que uno de los progenitores fuera hijo único. A pesar de estas importantes excepciones, la tasa de natalidad siguió disminuyendo, de los 2,7 hijos por mujer de finales de los años setenta al 1,55 actual, por lo que otros factores, más allá de la limitación del descendiente único, se han argumentado como causantes de la caída continuada: el elevado coste que supone criar a un hijo, especialmente en las ciudades, el profundo impacto cultural de las políticas de natalidad o el incremento del nivel educativo de las mujeres son algunos de ellos.
Para hacernos una idea del posible efecto de la supresión de la llamada política del hijo único, tomamos dos escenarios sobre la evolución de la población china realizados por las Naciones Unidas.2 En concreto, el escenario alto captura la probable evolución de la tasa de fertilidad causa de la supresión de la medida demográfica: supone un rápido aumento de la tasa de fertilidad, que se situaría ligeramente por encima de los dos hijos por mujer ya en 2020 y en los 2,25 en 2050. Por el contrario, el escenario bajo asume una tasa de fertilidad que sigue disminuyendo y se sitúa en el 1,25 en 2050, lo que se acomodaría a una situación de continuidad de la restricción del hijo único. A pesar de la gran diferencia entre un escenario y otro, la fuerza laboral cae en ambos durante el periodo 2015-2050, puesto que la mayor parte de los trabajadores de esos años (más del 85%) serán individuos nacidos antes de 2015 y en ellos se refleja la prolongada reducción de la tasa de fertilidad hasta la fecha. Los «bebés de más» que nacerán como consecuencia del fin de la política del hijo único no se incorporarán al mercado de trabajo hasta bien entrada la década de 2030.
En 2050, sin embargo, la fuerza laboral estimada en el escenario de alta fertilidad ya se situaría 133 millones por encima de la fuerza laboral del escenario de baja fertilidad (861 millones de trabajadores frente a 728), puesto que cerca del 40% de los trabajadores de 2050 ya son individuos nacidos después de 2015 y, por tanto, afectados por el cambio de política. Si suponemos igual productividad en ambos escenarios, el PIB en términos reales en el escenario alto se situaría en 2050 en torno a un 18% por encima del PIB real del escenario bajo.
Por último, es relevante exponer cómo la supresión de la política del hijo único puede afectar al ahorro por precaución ya en los próximos años. En los países menos desarrollados, los hijos tienen un papel esencial en el cuidado y mantenimiento de los padres en su vejez. Así, en China, la política del hijo único comportó un aumento significativo del ahorro por motivos de precaución. En este sentido, es de esperar que la supresión de dicha política actúe en sentido contrario, disminuyendo el ahorro por precaución y, por tanto, impulsando el consumo.
En definitiva, las numerosas y profundas políticas de control de natalidad llevadas a cabo en China durante los últimos 50 años han dejado una huella que pervivirá en el país durante décadas. Aún así, la supresión de la política del hijo único es bienvenida y reportará avances económicos significativos a medio plazo.
1. Gu, B. y Cai, Y. (2011), «Fertility prospects in China», Naciones Unidas.
2. Naciones Unidas, 2015 Revision of World Population Prospects.