China es el principal consumidor de materias primas del planeta. Consume más acero y hierro que el resto del mundo junto y su gasto en petróleo solo queda por detrás del de EE. UU., superando a Oriente Próximo y a la eurozona. Más allá de estas grandes cifras, el consumo chino de cada materia prima es desigual. La demanda china de mineral de hierro, por ejemplo, representa el 59% del total mundial, la de níquel refinado, el 50,3%, la de cobre refinado, el 43,8% y la de mineral de cobre, el 26,9%. En otros casos, aun siendo un demandante de primer orden, el peso de China en el total mundial es menor. Así, la demanda de trigo constituye el 16,3% del total mundial, la de petróleo, el 13,7% y la de gas natural, el 4,7%.
La influencia que China ejerce sobre las materias primas superpone dos efectos: uno de crecimiento y otro de la composición de este crecimiento. Un mayor o menor crecimiento de la economía china conllevará un mayor o menor crecimiento de la demanda de materias primas. Si China crece menos, también lo hará la demanda de una determinada materia prima, tanto más cierto cuanto más pese China en el consumo global de dicha materia.
A este efecto de crecimiento se le superpone un segundo efecto de composición que llamaremos capex-opex (gasto de capital o de inversión, y gasto de consumo u operacional). Es un hecho que China está evolucionando hacia un modelo de crecimiento menos intensivo en inversión y más en consumo. En este sentido, hay que distinguir entre unas materias primas más asociadas al gasto de inversión (capex), como el cemento, el hierro y el acero, utilizados en la construcción de infraestructuras, y otras más propias del gasto de consumo (opex), como el aluminio, destinado a los bienes de trasporte y los embalajes, el petróleo, usado en el transporte y los plásticos, y el níquel. El cobre se queda a medio camino entre unas y otras.
Este segundo efecto implica que hay materias primas ganadoras y perdedoras. La evolución de la importación china de materias primas en volumen, en la cual cae el hierro y suben los alimentos y los combustibles, es una muestra de ello. Así, en la demanda de metales básicos, asociados al gasto capex, como el hierro y el acero, se suma el efecto contractivo del menor crecimiento de China y el del cambio de modelo de crecimiento, agrandados ambos por el enorme peso del país en la demanda global y por las incertidumbres que pesan sobre su economía. Esto explica una gran parte del ciclo bajista de los metales básicos: desde febrero de 2011, los precios del hierro y del acero acumulan descensos del 73,4% y del 59,9%, respectivamente, que se han intensificado en lo que llevamos de 2015 (con caídas del 29,3% y del 28,4%). En el cobre, afectado por el menor crecimiento y no tanto por el efecto capex-opex, los factores de oferta (menores costes) ayudan a explicar el descenso del 24,3% en 2015.
En el caso de las materias primas opex, el efecto composición (expansivo, por el mayor protagonismo de los gastos operacionales en China) va en dirección opuesta al efecto del menor crecimiento y, por tanto, la influencia china no es tan clara. Hay que destacar aquí el hecho de que el descenso del precio del petróleo desde 2014 obedece más a factores de la oferta global (por el shale, el aumento de la producción de Arabia Saudí, el tratado con Irán, etc.) que a la demanda del país (la desaceleración china se compensa, en parte, por un tipo de crecimiento más favorable al consumo de petróleo). Asimismo, hay que considerar que, en las materias primas opex, las ganancias pueden retrasarse, y que el consumo de una determinada materia despega cuando se alcanza un determinado umbral de renta per cápita que gran parte de la población china aún no ha alcanzado.