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Estados Unidos: ¿consolidación sostenible?

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Según el Congressional Budget Office (CBO), el déficit federal se reducirá más rápido de lo previsto. Tras la evolución positiva de los últimos meses, espoleada por el fin de las exenciones sobre las nóminas y cierto trasvase de ingresos de 2013 a 2012 por parte de los hogares con mayores rentas, la Oficina de Presupuestos del Congreso estima que los ingresos federales subirán un 15% en 2013(1), hasta el 17,5% del PIB. Por su parte, los gastos bajarían un 2,3%, hasta el 21,5% del PIB, reflejando el ajuste automático derivado del famoso sequester. La mejora en ambos flancos, que proseguiría en 2014, permitiría reducir el déficit federal del 7,0% del PIB en 2012 al 4,0% en 2013, acercándose al 3,4% en 2014. En el corto plazo, dicha perspectiva de corrección es bienvenida. No solo porque indica que la consolidación fiscal avanza sino, también, porque alivia las tensiones en torno al límite de la deuda, prorrogando la fecha crítica de agosto a octubre. Con todo, ello no resuelve el problema de la sostenibilidad de la deuda federal estadounidense en el largo plazo.

De seguir con las políticas actuales, el CBO prevé que los ingresos sigan aumentando hasta acercarse al 19% del PIB en 2023, gracias al fin de las deducciones por depreciación y al gradual fortalecimiento de la base imponible de salarios y beneficios a raíz de la mejoría económica. Sin embargo, la corrección del gasto federal, excluyendo el pago de intereses, se frena en un relativamente contenido 19,4% del PIB en 2023 (21,3% en 2012). A partir de ahí, acusando el envejecimiento de los baby-boomers y su impacto sobre el Medicare (seguro médico y asistencia sanitaria a mayores de 65 años), aumentaría hasta el 26,1% del PIB en 2037 y el 32,6% en 2087. De este modo, la progresión de los ingresos resultaría insuficiente para compensar la escalada del gasto, llevando la deuda federal hasta un alarmante 200% del PIB en 2037.

Hay solución, pero exige trazar un plan de sostenibilidad a largo plazo y ponerse de acuerdo en si se reducen gastos, se suben impuestos o algo a medias. La reducción de las prestaciones es complicada. Sin embargo, hay margen de mejora en eficiencia sanitaria (EE. UU. gasta un 17,4% en sanidad, pública y privada, cuando la media de la OCDE es del 9,6%). También lo hay para subidas impositivas (sobre todo sobre el consumo y los impuestos verdes): los impuestos representaban, en 2010, un 25% del PIB frente al 36,1% de Alemania y el 34,9% de Reino Unido. Por otra parte, la eliminación del complicado sistema de deducciones introduciría simplicidad y aumentaría la recaudación sin necesidad de subidas del tipo impositivo. La solución, pues, yace en los pasillos del Congreso.

(1) Todos los años se refieren a «año fiscal», que en EE. UU. va de septiembre a septiembre.

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