La guerra en Ucrania condiciona la evolución del sector agroalimentario
El aumento de los costes de producción a raíz de la guerra en Ucrania está afectando a todos los eslabones de la cadena alimentaria: producción, transformación, distribución y transporte. El impacto está siendo especialmente negativo en el sector primario, que también se ha visto perjudicado por unas condiciones meteorológicas poco favorables, en forma de sequía. El alza de los costes se está trasladando a los precios de los alimentos que paga el consumidor final, lo que está provocando un aumento del gasto en alimentación, en particular entre las familias de rentas más bajas. La nota más positiva la aporta el sector exterior: las exportaciones agroalimentarias siguen creciendo con fuerza en 2022 y los indicadores de competitividad no parecen haberse deteriorado a pesar del alza en los precios.
El primer semestre de 2022 arrojó unas cifras poco positivas para el sector primario español: el valor añadido bruto (VAB) retrocedió de forma marcada (–2,6% interanual en términos reales) debido a unas condiciones meteorológicas adversas (sequía) y al fuerte aumento de los costes de producción (energía, fertilizantes y piensos). Este comportamiento contrasta con el que experimentó el conjunto de la economía española, que creció de forma muy vigorosa durante la primera mitad del año (6,3% interanual), gracias al empuje del consumo privado y del turismo internacional, ambos apoyados por el fin de las restricciones asociadas a la pandemia. Como consecuencia, el sector primario ha perdido peso en la economía: mientras que en 2021 representaba el 2,8% del VAB total, en el 2T 2022 descendió al 2,1%.
El sector primario ha perdido peso en la economía: mientras que en 2021 representaba el 2,8% del VAB total, en
el 2T 2022 descendió al 2,1%.
Ciertamente, la falta de precipitaciones ha provocado una situación de sequía prolongada en gran parte de la geografía española: las reservas hidráulicas cayeron al 39% de su capacidad a inicios de agosto (el nivel más bajo desde 1995) y los niveles de humedad en la capa superficial del suelo también fueron bajos en la mayor parte del territorio.1 Estas condiciones han reducido el rendimiento de los cultivos, como por ejemplo el de cereales, cuya cosecha disminuyó en un 5,8% en la campaña 2021-2022, lo que representa 4,1 toneladas por hectárea en promedio frente a las 4,3 de la campaña anterior, según las estimaciones del MAPA.2
- 1. Aunque la situación de la sequía prolongada mejoró de forma importante en marzo tras las fuertes lluvias registradas, mayo y junio volvieron a ser muy secos. Véase «Boletín mensual de estadística» del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (julio de 2022).
- 2. «Evolución de los balances de cereales en España, Campañas 2020/2021 y 2021/2022», Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (julio de 2022).
Las perspectivas del sector agroalimentario siguen estando altamente condicionadas por la evolución de la guerra en Ucrania y la crisis energética.
Además, la guerra en Ucrania ha empujado al alza los precios de los insumos del sector primario, una tendencia que ya se había iniciado en 2021, pero que se ha acrecentado desde el estallido del conflicto. En particular, los costes de producción del sector primario se dispararon un 33% interanual en los cuatro primeros meses del año, tras haber aumentado ya un 13% en 2021. Aparte del fuerte repunte de los costes energéticos (un 88% interanual entre enero y abril de 2022), destaca el aumento del precio de los fertilizantes (94%), un insumo del que España es importador neto. No obstante, el componente que más contribuye al aumento de costes del sector primario (véase la tabla inferior) es el pienso, por su elevado peso en la estructura de costes, un 53,8% del total en 2021. Por otra parte, España importa aproximadamente la mitad del cereal destinado a la alimentación animal, un porcentaje que se eleva al 82% en el caso del maíz (cereal del que dependemos principalmente de Ucrania),3 por lo que el campo español está sufriendo las fluctuaciones de los precios de los cereales en los mercados internacionales, un aspecto que analizamos en detalle en el siguiente artículo de este informe.
En este sentido, es importante destacar que, recientemente, los precios de las principales materias primas agrícolas cotizadas en los mercados internacionales han descendido desde los máximos marcados en las primeras semanas del conflicto bélico, y los mercados de futuros apuntan a una tendencia algo más estable y en niveles similares a los de antes del estallido de la guerra. Este aspecto permite ser moderadamente optimista sobre las perspectivas de la evolución de los costes que soporta el sector.
- 3. En 2020, un 39% de las importaciones españolas de maíz procedieron de Ucrania.
Para ayudar al sector a afrontar el encarecimiento de los costes de producción, el Gobierno ha aprobado distintas medidas de apoyo. En marzo, el primer plan de choque para hacer frente a la situación derivada de la guerra en Ucrania incluyó 430 millones de euros para el sector y, en junio, en el decreto de prórroga de las medidas de choque, se incluyeron 72 millones de euros más.4 Asimismo, el sector se está empezando a beneficiar de los proyectos financiados por los fondos NGEU (por ejemplo, se inició el segundo tramo de desembolsos destinados a la modernización del regadío), y se está poniendo en marcha el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) del sector agroalimentario, con un presupuesto que se ha ampliado hasta los 1.800 millones de euros, y que se basa en tres ejes prioritarios: la transformación de la cadena de valor industrial, la digitalización del sector y el apoyo a la investigación científica.
- 4. También se han aprobado medidas para afrontar la situación de sequía, cuantificadas en unos 450 millones de euros. Véase la nota de prensa «Rendición de cuentas en el primer semestre del año».
La industria de la alimentación ha seguido una tendencia ascendente en el primer tramo de 2022, con un avance del 3,4% en la producción industrial (variación interanual acumulada entre enero y junio, en términos reales) y del 17,7% en la cifra de negocios (valor nominal). La fabricación de bebidas experimentó una recuperación rápida en 2021, gracias a la reapertura tras la pandemia del canal HORECA (hoteles, restaurantes y cafeterías), una tendencia positiva que se ha prolongado en 2022. Asimismo, el alza de precios del productor está siendo menos intensa en la industria de fabricación de bebidas que en la de la alimentación. En concreto, el índice de precios industriales en la fabricación de bebidas ha aumentado un 3,8% interanual en el acumulado entre enero y junio de 2022, frente a un avance del 14,3% en la industria alimentaria y frente al significativo repunte del 21,1% en el conjunto de la industria manufacturera. Dentro de la rama alimentaria, destaca el alza de los precios de producción de los productos de molinería (32,0%), de productos para la alimentación animal (28,8%) y de aceites y grasas (27,6%), debido a que están más directamente afectados por el alza global del precio de los cereales y de los aceites vegetales.
La industria agroalimentaria se ha recuperado del golpe que supuso la pandemia y, por el momento, su actividad evoluciona positivamente.
Industria agroalimentaria: producción y precios al alza
Gracias al buen desempeño de la rama de la alimentación y de la fabricación de bebidas, el mercado laboral evolucionó favorablemente en la industria agroalimentaria: el número de afiliados a la Seguridad Social ascendió a 462.000 personas en julio, unos 15.000 empleados más que hace un año. En cambio, la afiliación en el sector primario retrocedió un 3,4% interanual en julio de 2022 y cuenta con 37.000 afiliados menos que hace un año, acorde con las mayores dificultades por las que atraviesa el sector. Un aspecto muy positivo es la reducción de la tasa de temporalidad: en el 2T 2022, un 45,3% de los asalariados en la agricultura tenían un contrato temporal, lo que representa 8,3 p. p. menos que un año antes, como consecuencia de la reforma laboral que entró en vigor en marzo. Con todo, todavía es pronto para hacer una evaluación más completa del impacto de la reforma en un sector cuyo carácter es muy estacional.
El aumento de costes en todos los eslabones de la cadena alimentaria, incluidos el transporte y la distribución, se ha ido trasladando al precio de los alimentos que paga el consumidor final. En julio, el IPC de los alimentos subió un 12,4% interanual (11,9% los alimentos elaborados y 13,4% los no elaborados), contribuyendo en 3,3 p. p. a la inflación general (10,8% en julio). Es importante señalar que el shock que explica este incremento es externo, exógeno y común a los países de nuestro entorno: se está produciendo también en el conjunto de la eurozona (+9,8% interanual en julio), con mayor o menor intensidad en los distintos países (+11,5% en Alemania, +12,2% en Portugal, +8,6% en Italia y +6,0% en Francia). Las perspectivas son que la inflación de los alimentos siga elevada durante unos meses más, por el retardo con el que suelen trasmitirse los shocks de precios a través de la cadena alimentaria. Pero es de esperar que las presiones inflacionistas tiendan a moderarse, si no se producen nuevos shocks, gracias a la reciente contención de los precios de los productos agrícolas en los mercados internacionales y de los costes de transporte (ligados al precio del petróleo). En el siguiente artículo de este Informe Sectorial tratamos esta cuestión con más detalle.
El alza de los precios alimentarios está afectando a la cantidad de alimentos que consumen los hogares. Según el índice de las ventas al por menor del INE, las ventas en alimentación crecieron un 6,2% interanual en el primer semestre de 2022 a precios corrientes (es decir, aumenta el gasto nominal en alimentos), pero retrocedieron un 1,4% a precios constantes (se ajusta la cantidad consumida). El indicador del Monitor de Consumo de CaixaBank Research, basado en los pagos con tarjetas en supermercados y establecimientos de alimentación (gasto nominal), muestra que entre finales de febrero y principios de marzo tuvo lugar un incremento de las compras de acopio, ante el temor a una posible falta de suministro. Desde entonces, y hasta el mes de julio, el gasto alimentario habría crecido un 11,6% interanual en promedio, frente a un avance del 4,6% interanual en enero y febrero, antes del estallido de la guerra.
El gasto con tarjetas españolas en supermercados y grandes superficies de alimentación ha aumentado tras el estallido del conflicto bélico en Ucrania.
Los datos internos de CaixaBank permiten analizar la evolución del gasto en alimentación según el nivel de ingresos del hogar. El siguiente gráfico muestra que los hogares de ingresos bajos son los que más han incrementado el gasto en alimentación en los meses más recientes, un resultado que se podría explicar por el mayor peso que tienen los alimentos que han sufrido aumentos de precios más relevantes en la cesta de consumo de los hogares de renta baja.
Cabe esperar, de hecho, que el consumo de alimentos dentro y fuera del hogar se reajuste y que aumenten las compras minoristas para compensar un menor gasto en restauración. Sin embargo, por el momento los datos de gasto en restauración siguen mostrando globalmente una muy buena evolución en términos nominales (+59% en julio respecto al mismo mes de 2019)5 gracias a la excelente temporada turística, aunque en los próximos meses estas cifras podrían moderarse.
- 5. Estas cifras, en términos nominales, se ven afectadas por la sustitución del efectivo por pago con tarjeta.
En lo que va de año, las exportaciones agroalimentarias españolas han seguido mostrando un excelente comportamiento y han registrado un crecimiento del 14,1% interanual en el acumulado de enero a junio de 2022, hasta alcanzar los 61.223 millones de euros (acumulado de 12 meses). Por su parte, las importaciones agroalimentarias aceleraron el paso (30,2% interanual entre enero y junio), de modo que el superávit exterior de bienes agroalimentarios se situó en el 1,2% del PIB (frente al 1,5% en 2021).
Las exportaciones de todos los grupos de productos han aumentado en el primer semestre de 2022 en términos nominales, aunque las de cárnicos apenas avanzaron (0,1% interanual), debido al notable retroceso de la exportación de carne de cerdo a China.6 En el lado positivo, destaca el incremento de las exportaciones de grasas y aceites (aceite de oliva, aceite de girasol), legumbres y hortalizas (pimientos, berenjenas, tomates, pepinos, etc.), moluscos y pescado fresco, preparaciones alimenticias, jugos y carne de bovino. Parte de este buen desempeño se explica por el incremento del precio de los bienes exportados pues, en términos de volumen, las exportaciones de algunos grupos de productos retrocedieron en el primer semestre del año (frutas, carne, legumbres y hortalizas, bebidas, lácteos, etc.). Véase la última columna de la tabla de la página siguiente.
- 6. Las exportaciones españolas de carne porcina a China se multiplicaron por 7 entre mayo de 2019 y mayo de 2021, a raíz del extraordinario crecimiento de la demanda de China ante una producción doméstica gravemente afectada por la peste porcina africana. Sin embargo, en el último año hasta junio de 2022, las exportaciones de carne porcina a China han descendido un 70%, aunque gran parte de estas exportaciones se han podido redirigir a otros mercados.
Destaca el incremento de las exportaciones de grasas y aceites, legumbres y hortalizas, moluscos y pescado fresco, preparaciones alimenticias, jugos y carne de bovino.
España ocupa una destacada posición en el ranking mundial de exportadores de productos agroalimentarios (séptimo mundial, cuarto en la UE) gracias a la elevada competitividad del sector.
Un aspecto que preocupa actualmente es el impacto que pueda tener el alza de costes que sufre el sector en su competitividad. Una forma de analizar la relación competitividad-precio es a través del coste laboral por unidad de producto (CLU), definido como la ratio entre el coste laboral por trabajador y la productividad por ocupado. La evolución de esta variable permite aproximar la ganancia o pérdida de competitividad, pues un aumento del CLU implica una pérdida de competitividad, al aumentar el coste laboral para obtener una unidad de producto.
En el siguiente gráfico se puede observar que el CLU del sector primario descendió de forma marcada en 2020, especialmente al inicio de la pandemia (ganancia de competitividad). Sin embargo, desde el 1T 2021, el CLU ha ido creciendo y hoy en día se encuentra en un nivel muy similar al de la prepandemia, lo que señala que la competitividad del sector se mantuvo en el conjunto del periodo. Además, el comportamiento del sector primario está siendo más favorable que el del conjunto de la economía, que habría aumentado los CLU en un 4,8% entre el 4T 2019 y el 2T 2022. Asimismo, el sector exterior se verá apoyado por la depreciación del euro, de alrededor del 3% entre enero y julio de 2022 frente a una cesta de monedas de países desarrollados y de más del 10% respecto al dólar estadounidense.