EE. UU.: ¿qué nos traerá la nueva legislatura?
El candidato demócrata, Joe Biden, se impuso al republicano, Donald Trump, en las pasadas elecciones presidenciales estadounidenses. El Congreso parece que seguirá dividido, con la Cámara de los Representantes en manos demócratas y el Senado en manos republicanas. En este entorno político y con la crisis de la COVID-19 muy presente, ¿qué podemos esperar de la política interna y exterior estadounidense en 2021?
- Las políticas estadounidenses se centrarán en las necesidades domésticas: un nuevo paquete fiscal y un aumento del gasto en infraestructuras se perfilan como sus principales actuaciones.
- En política exterior, es de prever una reconexión con los organismos multilaterales de cooperación y un acercamiento a Europa, mientras que la contienda con China seguirá.
El candidato demócrata, Joe Biden, se impuso al republicano, Donald Trump, en las pasadas elecciones presidenciales estadounidenses. Asimismo, el Congreso parece que seguirá dividido, con la Cámara de los Representantes en manos demócratas y el Senado en manos republicanas.1 En este entorno político y con la crisis de la COVID-19 muy presente, ¿qué podemos esperar de la política interna y exterior estadounidense en 2021?
- 1. El resultado final del Senado todavía no está decidido. Georgia tiene que asignar dos senadores (se decidirán en una segunda vuelta electoral el 5 de enero) y ello marcará el futuro del Senado.
Con una economía todavía gravemente afectada por la crisis económica derivada de la pandemia, la política doméstica centrará la atención en 2021. Uno de los elementos más destacados será el nuevo paquete fiscal en la lucha contra la COVID-19. Con la evolución actual de las negociaciones, este se espera que se apruebe en las próximas semanas, con un tamaño que podría situarse alrededor de los 1,2 billones de dólares (~6% del PIB). Se trata de un paquete sustancial, cuya contribución al crecimiento del PIB estimamos que podría situarse entre el 3,0% y el 4,0% en 2021,2 y en el que destacan medidas como la renovación de la ampliación en la cobertura por desempleo, nuevas ayudas a las empresas (por ejemplo, nuevos préstamos bajo el paragua del programa de protección de pago de salarios) y ayudas directas a los Estados.
En segundo lugar, hace años que tanto demócratas como republicanos hablan de la necesidad de invertir en infraestructuras, pero no han conseguido avanzar de forma relevante en este ámbito. Aunque un Congreso dividido podría seguir dificultando el avance, el actual contexto de pandemia constituye una buena oportunidad para empujar, al menos, partes del plan de infraestructuras del presidente electo, especialmente en su vertiente de agenda climática e inversión verde, dado que serviría para revitalizar regiones donde la crisis haya tenido importantes repercusiones sobre el tejido productivo.
Un ejemplo lo encontramos en los Estados altamente vinculados al petróleo y al gas. En los últimos meses, la industria del petróleo y del gas ha perdido más de 100.000 puestos de trabajo (lo que representa el 15% del total de empleados que ostentaba a principios de año) y mantiene tasas de paro por encima del promedio del país (en torno al 14% frente al 6,9% nacional, en octubre). Además, la recuperación del empleo en el sector se ve lastrada por la perspectiva de unos precios del petróleo moderados (ante una demanda global castigada por la pandemia). Así pues, estas regiones podrían acelerar su reactivación si se beneficiaran de un plan de desarrollo de infraestructuras alternativas.3
Finalmente, en su programa electoral, Biden proponía un aumento de impuestos para revertir parte del fuerte recorte que promovió la Administración Trump a finales de 2017.4 Sin embargo, a corto plazo, no parece muy probable que el futuro presidente consiga los apoyos suficientes en el Congreso.
- 2. Tomamos un multiplicador fiscal de 0,58, estimado por el Congressional Budget Office en referencia al efecto del CARES Act (paquete fiscal aprobado a finales de marzo de 2020 en la lucha contra la COVID-19).
- 3. Además, los Estados con una vinculación elevada al sector del petróleo y la minería suelen tener senadores republicanos.
- 4. Con la Tax and Jobs Act 2017.
Con Biden en la Casa Blanca, EE. UU. buscará una reconexión con múltiples organismos multilaterales tras las desavenencias y salidas ocurridas durante la Administración Trump. De hecho, Biden ha prometido que pedirá la reincorporación de EE. UU. al Acuerdo del Clima de París en su primer día de mandato y seguramente no tardaremos en ver cómo EE. UU. vuelve a formar parte de la Organización Mundial de la Salud, de la que se retiró hace pocos meses. Con todo, una de las grandes incógnitas que deberá resolver la presidencia de Biden es hasta qué punto la era Trump ha marcado un antes y un después en la capacidad de EE. UU. de liderar propuestas en el ámbito de la cooperación multilateral.
Con la victoria de Biden también se habla de un acercamiento con Europa. Al fin y al cabo, las alianzas forjadas entre ambas regiones junto a otros países asiáticos dieron lugar al «orden liberal internacional», que protegió los intereses y valores comunes durante décadas. En esta ocasión, el más que probable acercamiento transatlántico tendrá mucho que ver con la necesidad estadounidense de buscarse aliados en la lucha contra la emergencia de China, en especial en el ámbito tecnológico.5 Sin embargo, aunque las relaciones comerciales y de inversión entre EE. UU. y la UE siguen siendo las más intensas a nivel mundial,6 Europa puede encontrarse con condicionantes relevantes, dado que el Viejo Continente se enfrenta a la próxima revolución industrial sin grandes campeones tecnológicos y con una importante dependencia de la tecnología china.
El proceso de desacoplamiento (o decoupling) entre EE. UU. y China será un frente de continuidad con la legislatura de Biden. El lema Buy American proclamado durante la campaña demócrata a la presidencia es una muestra de ello. Con todo, la manera de enfocar la rivalidad con China será probablemente distinta bajo el mandato de Biden. Por ejemplo, es más probable que la nueva Administración busque el uso de alianzas estratégicas para forzar cambios en China. Asimismo, puede que Biden intente abrir nuevas vías diplomáticas con el gigante asiático en la lucha contra amenazas claramente globales, como el cambio climático.
En definitiva, en 2021, las políticas estadounidenses se centrarán en las necesidades domésticas, en un momento en el que la crisis de la COVID-19 está afectando gravemente a la economía (es decir, paquete fiscal y gasto en infraestructuras). En cuanto a la política exterior, es de prever una reconexión con los organismos multilaterales de cooperación y un acercamiento a Europa, mientras que la disputa con China seguirá (pero sin lugar a dudas con un enfoque más diplomático).