Tras un verano tranquilo, ¿qué viene a continuación?
Los meses de verano están deparando una temporada de cierta tranquilidad en el contexto macroeconómico y financiero. A diferencia de lo sucedido en años anteriores –aún colea el recuerdo del turbulento agosto de 2015, en el cual una decisión mal explicada de política cambiaria de China generó una etapa de volatilidad financiera intensa que se prolongó hasta octubre– en julio y agosto la volatilidad financiera se mantuvo en cotas bajas. Es la respuesta lógica a una batería de datos macroeconómicos que, en lo esencial, confirma el escenario de suave aceleración económica mundial (crecimiento global del 3,2% en 2016, frente al 3,1% de 2015) y que se da, además, en un contexto más claro por lo que se refiere a dos elementos clave: la senda futura de normalización de la política monetaria estadounidense y las consecuencias económicas del brexit. Así, los mensajes más recientes de la Reserva Federal (Fed) apuntan de forma más definida a que en este mismo 2016 se podría producir la segunda subida del tipo de referencia. Referente al brexit, los indicadores económicos europeos sugieren que, hasta la fecha, su impacto negativo parece básicamente circunscrito a la economía británica.
Las economías emergentes camino de seguir la senda prevista. Esta visión más constructiva de los inversores se fundamenta también en que las economías emergentes han registrado indicadores que han tendido a ser positivos. Así, se confirma que las economías asiáticas emergentes mantienen un buen tono (China creció un 6,7% en el 2T 2016 y la India un 7,1%) y que, con la salvedad de Brasil, América Latina se está estabilizando. Esta dinámica de los datos refuerza la previsión de CaixaBank Research de que, en 2016, los emergentes crecerán claramente por encima del 4% de 2015. Como respuesta a este flujo de indicadores, y en un contexto financiero global de inversores en claro search for yield, la entrada de capitales financieros con destino a los emergentes ha tendido a recuperarse en los últimos meses. Se trata de una novedad importante, pero cabe recordar que persisten las dudas sobre su sostenibilidad, especialmente cuando se acerque el momento en que la Fed reemprenda el tensionamiento monetario.
En las economías avanzadas las perspectivas son positivas aunque contenidas. EE. UU. ejemplifica esta situación. Aunque los datos de crecimiento del 2T fueron algo peores de lo previsto, tanto su composición (la mala evolución de las existencias es la causa principal de la relativa falta de dinamismo del PIB) como el hecho de que los factores de apoyo sigan activos (en particular, laxitud monetaria y petróleo más bajo que un año antes) hacen esperar un segundo semestre de 2016 en aceleración. El carácter temporal de la ralentización, las perspectivas alcistas de la inflación y la solidez del mercado laboral justifican plenamente que la Fed mueva ficha a finales de año. Japón, por su parte, decepcionó en el 2T con un crecimiento intertrimestral nulo. En este contexto, se especula que, tras el nuevo estímulo fiscal aprobado en julio, el BOJ podría ampliar el ritmo de expansión cuantitativa en septiembre, aunque abundan las dudas sobre la efectividad de esta vía de estímulo sobre el crecimiento económico. En Europa, y como se ha mencionado anteriormente, a medida que se van conociendo nuevos indicadores, se confirma el escenario de CaixaBank Research de que el brexit tendrá un impacto localizado, relativamente fuerte en el Reino Unido, pero escaso en el resto de la UE. Un factor que está contribuyendo a este efecto moderado es que la eurozona se situaba, antes del shock, en una fase de expansión razonablemente dinámica (para los estándares del Viejo Continente). Así, en el 2T 2016, el crecimiento fue del 0,3% intertrimestral (1,6% interanual), con un tono especialmente positivo en países como Alemania o España.
Momentum positivo de la economía española. La economía española, de hecho, batió ampliamente el ritmo de crecimiento de sus vecinos al avanzar un 0,8% intertrimestral (3,2% interanual) en el 2T, gracias a la robustez de la demanda interna, vía consumo privado (apoyado por la fuerte creación de empleo) e inversión. Cabe señalar, y esto es más novedoso, que el sector exterior contribuyó en dicho 2T positivamente a la variación del PIB, fruto de un comportamiento exportador brillante (su crecimiento intertrimestral es el mayor desde 1997) y de una cierta moderación de las importaciones. Por lo que se refiere a otros ámbitos económicos, cabe mencionar que la inflación se recupera rápidamente, como estaba previsto, debido a que se deshace el efecto escalón generado por la intensa caída del precio del petróleo de finales de 2015 e inicios de 2016. Otra dimensión que se sigue normalizando es la de la actividad bancaria. Los resultados del test de estrés de la Asociación Bancaria Europea y del BCE conocidos en julio constatan que el sector bancario español es más solvente y resistente que en años anteriores, lo que permite que la oferta de crédito avance: en junio, el crédito al consumo y el de la compra de vivienda crecieron un 14% y un 38% interanual, respectivamente. Para los próximos trimestres, CaixaBank Research espera un proceso de desaceleración muy paulatino, de manera que el aumento del PIB será del 3,1% en 2016 y del 2,4% de 2017. En este contexto favorable, la principal tarea pendiente es encauzar con mayor decisión el proceso de consolidación fiscal, como atestiguan las dificultades para cumplir con los sucesivos objetivos de déficit público.