La salud del sector corporativo en EE. UU., clave para la estabilidad financiera
El pasado mes de abril, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó un nuevo volumen del informe sobre la estabilidad financiera global. En él repasa la evolución de los mercados financieros y los principales riesgos para su correcto funcionamiento. Por un lado, el FMI destaca que la estabilidad financiera ha mejorado gracias, en gran medida, a los menores riesgos macroeconómicos, de la mano de unos datos de actividad y confianza que en los últimos meses han sido globalmente positivos. Pero, por el otro, el FMI señala que los riesgos permanecen elevados. Para las economías avanzadas, el FMI destaca la elevada incertidumbre política. Para las economías emergentes, el informe resalta el impacto que podría tener un endurecimiento súbito de las condiciones financieras internacionales como uno de los principales focos de riesgo.
Además, el FMI hace especial hincapié en el aumento de la vulnerabilidad del sector corporativo estadounidense y el impacto que podrían tener algunas de las medidas planteadas por la Administración Trump. Concretamente, una de las medidas a las que hace referencia el informe es la ambiciosa reforma tributaria que el presidente Trump planteó durante la campaña electoral y de la que presentó un primer borrador a finales de abril en el que destaca, por ejemplo, la voluntad de recortar el tipo impositivo del impuesto de sociedades del 35% actual al 15%. Según las estimaciones del FMI, el conjunto de medidas fiscales que ha ido esbozando la Administración Trump podrían suponer un importante aumento de los beneficios empresariales, lo que debería favorecer un relanzamiento de la inversión empresarial.
Sin embargo, el FMI también señala que la posición financiera del sector corporativo estadounidense se ha deteriorado notablemente en los últimos años. Ejemplos de dicho deterioro son un empeoramiento de la calidad de los activos, el aumento de las rebajas de ratings en diversos sectores y un elevado grado de apalancamiento de las empresas del S&P 500, que ya ronda máximos históricos. Todo ello apunta, según el Fondo, a un cambio del ciclo de beneficios empresariales en EE. UU., que podría estar dirigiéndose a una fase de desaceleración. De producirse dicha desaceleración, esta ocurriría en un contexto de aumento del apalancamiento y de la proporción de ingresos que se destinan a pagar el coste de la deuda, la cual, pese a los bajos tipos de interés, está en máximos desde 2010.
En este entorno delicado, las políticas fiscales expansivas de Trump podrían tener efectos poco deseables para el sector corporativo. Dado que la economía se encuentra muy cerca del pleno empleo, un impulso fiscal como el planteado es probable que estimule el crecimiento menos de lo previsto y, en cambio, podría generar mayores presiones inflacionistas. Ello, a su vez, forzaría a la Fed a subir el tipo de interés más rápidamente, lo que provocaría un repunte del coste de la deuda, y podría poner en aprietos a una parte significativa del sector corporativo. Así, el FMI estima que alrededor del 20% de las empresas estadounidenses tienen actualmente un margen de maniobra muy bajo1 para hacer frente al pago de sus intereses, por lo que serían sensibles a un endurecimiento más pronunciado de lo previsto de las condiciones financieras. Ello podría llevar a un aumento sustancial de las primas de riesgo corporativas. Con todo, hay que matizar que buena parte de las empresas sumidas en esta tesitura delicada se circunscriben a unos sectores muy concretos, que son el sector energético, el inmobiliario y el de servicios básicos.
1. La capacidad para hacer frente a los intereses contraídos se mide como la ratio entre los beneficios y los intereses. Aquellas empresas con una ratio menor que dos son las que están en una situación vulnerable.