La reciente crisis económica ha puesto de manifiesto la fragilidad del sistema de pensiones español. El año pasado, sin ir más lejos, el déficit de la Seguridad Social ascendió hasta el 1,2% del PIB. Este desequilibrio obligó al Gobierno a utilizar parte de los recursos acumulados en el Fondo de Reserva durante los ejercicios superavitarios de la primera década del siglo. Concretamente, desde 2012, se ha dispuesto de 18.651 millones de euros, una cifra similar a las dotaciones realizadas entre 2007 y 2009.
El deterioro de las cuentas de la Seguridad Social responde, fundamentalmente, a dos factores de distinta naturaleza. El primero es coyuntural: la profunda crisis económica de los últimos años ha afectado significativamente al mercado laboral español, reduciendo el número de afiliados a la Seguridad Social en algo más de 3 millones entre 2008 y 2013, hasta los 16,4 millones. Fruto de ello, los ingresos del sistema vía cotizaciones sociales se han reducido alrededor de un 10%. El segundo factor a tener en cuenta es de carácter estructural y está asociado al envejecimiento progresivo de la población española. En los últimos cinco años, el número de pensionistas ha crecido un 9,6% aupado, sobre todo, por el importante aumento del colectivo de jubilados (12,8%) que, con 5,4 millones, ya representaba el 65% del total de beneficiarios de la Seguridad Social.
La combinación de ambos elementos ha reducido la relación entre el número de cotizantes y el de beneficiarios del sistema de pensiones desde los 2,6 en 2007 hasta los poco menos de 2 en abril de 2014. Las perspectivas a largo plazo no son halagüeñas. Así, a pesar de la recuperación del mercado laboral que se espera para los próximos años, un informe de la CE proyecta que, en ausencia de reformas, el número de cotizantes por pensionista podría reducirse hasta 1,3 en 2060, un nivel a todas luces insostenible.1
Además, otro factor que ha presionado el gasto de la Seguridad Social ha sido la escalada progresiva del importe medio de las pensiones. Desde 2008 hasta 2013, este ha aumentado en un 19,0% (20,3% si solo tenemos en cuenta las pensiones de jubilación). Gran parte de este incremento se debe al mayor importe de las nuevas pensiones, que entre 2010 y 2013 superó en un 28,0% al de las dadas de baja. Este fenómeno explica que, a pesar del reducido incremento aplicado a las pensiones para 2014 (del 0,25%), el importe medio de estas se sitúa, entre enero y abril, un 1,8% por encima de las de 2013.
Ante estas cifras, la reforma anunciada en 2013 significa un paso importante para garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones a largo plazo. Una garantía que reforzarían nuevos avances en la eficiencia del mercado laboral y la productividad de la economía.
1. Véase Comisión Europea, «The 2012 Ageing Report: Economic and budgetary projections for the UE27 Member States (2010-2060)».