La periferia de la eurozona recibe una de cal y otra de arena en el último informe sobre desequilibrios macroeconómicos publicado por la Comisión Europea. Como noticia positiva destaca que España ha dejado de formar parte del conjunto de países con desequilibrios excesivos. El proceso de ajuste que ha llevado a cabo el sector bancario español y la corrección del déficit por cuenta corriente son dos de los ejemplos utilizados por la CE para mostrar el reequilibrio de la economía española. En el lado opuesto, como nota negativa, Italia toma el relevo a España en la «lista negra», compartiendo protagonismo con Croacia y Eslovenia.
Desde 1990 la evolución de la actividad económica italiana ha sido peor que la del conjunto de la eurozona. La CE destaca como principales lastres el elevado endeudamiento público y las persistentes pérdidas de competitividad. En referencia al primero, la deuda pública se situó durante el 3T 2013 en el 132,9% del PIB, un nivel que obliga a la Administración pública italiana a destinar un 5% del PIB anual al pago de los intereses de la deuda y mantiene el rating de la deuda soberana en niveles inferiores a los del resto de países desarrollados, lo que acaba afectando a los costes de financiación de las empresas italianas.
La pérdida de competitividad del país transalpino es igual de preocupante, ya que pone en duda su capacidad de crecimiento a medio y a largo plazo. Sirva para ilustrarlo la evolución de los costes laborales unitarios respecto a los principales socios comerciales, uno de los principales determinantes de la competitividad de un país: desde 2000 han aumentado un 51%, mientras que en el conjunto de la eurozona el incremento ha sido del 24%.
El declive de la cuota de mercado de las exportaciones italianas a nivel mundial es una de las principales consecuencias de la mencionada pérdida de competitividad. Desde el año 2000 ha caído un 27,6%, mientras que para el conjunto de la eurozona el descenso ha sido del 16,5%. Una parte muy importante de los bienes exportados por Italia consiste en productos intensivos en mano de obra poco cualificada, lo que los hace más vulnerables a la competencia de los países emergentes. Concretamente, el 35% de las exportaciones de bienes manufactureros son intensivos en mano de obra poco cualificada, frente al 22% en el caso de la eurozona. La mayoría de países europeos han aprovechado los últimos años para reorientar su producción hacia bienes que requieren una mano de obra más cualificada. Por ejemplo, este tipo de productos ha pasado de representar el 20% del total de las exportaciones de bienes manufactureros italianos en 2007, al 24% en 2012. Para el conjunto de países de la eurozona, en cambio, el aumento ha sido del 36% al 38%.
El reto que tiene la economía italiana por delante no es menor. Según el informe de la CE, para recuperar una tasa de crecimiento similar a la de sus vecinos europeos es imprescindible que lleve a cabo una amplia y profunda agenda de reformas que incluya todos los elementos clave para el buen funcionamiento de la economía: desde el mercado laboral hasta el sistema judicial y la Administración pública. El nuevo Gobierno, liderado por Matteo Renzi, parece que ha tomado buena nota y ha incluido en su agenda muchas de las reformas mencionadas por la CE, como la reforma de la ley electoral, que debería proveer de mayor estabilidad política. De todas formas, la experiencia vivida con los anteriores Gobiernos invita a la cautela.