El BCE recorta tipos: ¿acierto o precipitación?
El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) acordó recortar los tipos de interés oficiales en su reunión de noviembre un 0,25%, en contra del pronóstico de la gran mayoría de analistas, que no contemplaba un recorte de tipos. Así, el tipo de interés de referencia (refi rate, en inglés) se sitúa en el 0,25%, nuevo mínimo histórico. El tipo de interés de la facilidad marginal de crédito fue recortado en la misma cuantía, hasta el 0,75%, mientras que la remuneración de la facilidad de depósito permaneció sin cambios en el 0,0%. La institución volvió a reiterar que «los tipos oficiales del BCE permanecerán en los niveles actuales o más bajos por un periodo extenso».
La decisión adoptada por la autoridad monetaria de la eurozona viene motivada en gran medida por los recientes datos de inflación observados en la zona del euro. A saber, el crecimiento de los precios en el conjunto de la eurozona sorprendió al situarse en el 0,7% interanual en octubre, notablemente por debajo de las previsiones, y lejos del objetivo de inflación de largo plazo que contempla el banco central en cotas próximas, aunque por debajo del 2%. El propio Mario Draghi declaró que es «probable asistir a un periodo prolongado de baja inflación» al que «seguiría una tendencia gradual al alza después». Con todo, la institución monetaria no teme un escenario de deflación generalizada, y señala que las expectativas de inflación «a medio y largo plazo continúan estando bien ancladas». Aunque se han extendido un año más las subastas ilimitadas de fondos a tipo fijo, hasta mediados de 2015, a través de las operaciones principales de financiación con vencimiento semanal (MRO), mensual y trimestral (LTRO), la opinión de algunos analistas sostenía que la eventual introducción de adicionales estímulos monetarios vendría de la mano de medidas no convencionales de mayor calado: una nueva subasta de liquidez a muy largo plazo (LTRO), situar la remuneración de la facilidad de depósito en terreno negativo o la esterilización parcial de las compras de activos efectuadas por el BCE a raíz de la aparición de las fuertes tensiones en los mercados de deuda periféricos en 2010.
Más allá de los tecnicismos inherentes a la propia decisión, el recorte de tipos ha generado diversidad de opiniones entre partidarios y detractores, aunque existe consenso en afirmar que la medida ha sido oportuna y acertada. Por un lado, y en el actual contexto de incipiente recuperación de la actividad de la eurozona, el BCE ha querido poner tierra de por medio ante los eventuales riesgos que suponen para la todavía tenue recuperación tasas de inflación excesivamente alejadas de su objetivo de largo plazo. Por otro lado, la decisión de recurrir a recortes en el tipo rector refuerza el compromiso de la institución con la estrategia de política de orientación (forward guidance) iniciada en julio. Sin embargo, los detractores señalan que el BCE ha podido tal vez precipitarse. Argumentan, en primer lugar, que el dato de inflación de octubre puede carecer de suficiente relevancia per se, por lo que hubiera resultado deseable disponer de información más completa al respecto, que será publicada en diciembre. En segundo lugar, tanto el margen como la efectividad que otorga la política monetaria convencional están muy cerca de agotarse debido a los niveles próximos a cero de los tipos oficiales, por lo que la decisión de recurrir a esta alternativa no es baladí.
Si bien el BCE manifestó que dispone de «artillería adicional» en caso de ser necesaria, lo cierto es que la implementación de nuevas medidas como la compra de bonos entraña complejas derivadas políticas, puesto que podrían sobrepasar el mandato único de estabilidad de precios del BCE. Sea como fuere, la institución deberá ser especialmente cuidadosa con la política de comunicación con el fin de facilitar una correcta formación en las expectativas de los agentes.