El gran reto de la economía española: mejorar la productividad
El objetivo está identificado y diagnosticado desde hace tiempo, pero es difícil alcanzarlo. Requiere paciencia, recursos públicos y privados, y determinación y cooperación entre las distintas instituciones y agentes implicados, precisamente porque el reto es mayúsculo.
La economía española presenta un ritmo de crecimiento dinámico pero difícilmente sostenible a medio plazo. En gran medida, se sustenta en el crecimiento del empleo. En cambio, el avance de la productividad es más bien modesto. Para que el aumento de la actividad económica perdure en el tiempo y se transforme en una mejora del bienestar de todos los ciudadanos es imprescindible dar la vuelta a esta situación. Es deseable que el crecimiento de la actividad económica sea impulsado, fundamentalmente, por las mejoras en aquello que se produce durante la jornada laboral: la productividad.
El reto no es nuevo, viene de lejos. Desde 1996, el PIB ha crecido un 2,0% en promedio anual. Desde entonces, el ritmo de crecimiento del empleo ha sido del 1,6%. En cambio, el ritmo al que ha crecido la productividad (medida como el PIB en términos reales por hora trabajada) ha sido del 0,7% (las horas trabajadas por trabajador se redujeron). El camino que queda por recorrer es largo. Además, durante los últimos años la economía ha transitado en dirección contraria a la deseada. Desde 2014, el PIB ha seguido creciendo a un ritmo del 2,0% anual en promedio. En cambio, el empleo ha avanzado un 1,8% y la productividad, un 0,4%.
El crecimiento de la productividad, además de desacelerarse, se ha mantenido por debajo del de la UE. El crecimiento de la productividad de la economía europea ha sido del 0,8% en promedio desde 2014. Así, la economía española, que en el año 2014 presentaba una productividad similar a la del conjunto de la UE (en términos de PIB medido en paridad de poder adquisitivo por hora trabajada), en el año 2023 se situaba más de un 4% por debajo. Recuperar el terreno perdido no es tarea fácil. Si la productividad de la UE sigue creciendo al mismo ritmo y la economía española multiplica por cuatro el ritmo de avance, volverá a situarse al mismo nivel que la UE alrededor de 2030.
Entre los años 2010 y 2014 la productividad en España creció un 1,6%, así que el reto no es inalcanzable, aunque aquello fue resultado de un contexto particular. Para aumentar el crecimiento de la productividad de forma duradera no hay una receta mágica y las palancas que se deben activar son múltiples. Destacaría tres ámbitos en los que actuar. En primer lugar, la inversión, tanto en capital físico como en capital humano, tanto en cantidad como en calidad. El margen de mejora es amplio cuando se comparan las cifras de la economía española con las de los principales países desarrollados.
En segundo lugar, el tamaño de las empresas. En España, el peso de las empresas de mayor tamaño es inferior que en las principales economías avanzadas. Las empresas más grandes son, en general, más productivas que las pequeñas. En parte, porque las empresas más exitosas, que suelen ser las más productivas, crecen más. Pero las empresas más grandes también suelen ser más productivas porque tienen masa crítica para determinadas inversiones y pueden sacarles más provecho. Así, su capacidad para innovar e invertir en talento suele ser superior. En el contexto actual, esto es especialmente relevante.
Finalmente, la composición sectorial. Los sectores presentan distintos niveles de productividad y, además, esta crece a un ritmo distinto en función del sector. En España, los sectores con menor nivel de productividad tienen un mayor peso que en los países de referencia, y este, de hecho, ha aumentado en los últimos años. Pero la economía española también está compuesta de sectores muy productivos y cuya productividad presenta un buen ritmo de crecimiento, como la industria manufacturera, las actividades profesionales, científicas y técnicas, o los servicios de la información y las telecomunicaciones. Todas las medidas que faciliten el desarrollo de estos sectores redundarán en un mayor crecimiento de la productividad del conjunto de la economía española.
El objetivo está identificado y diagnosticado desde hace tiempo, pero es difícil alcanzarlo. Requiere paciencia, porque lleva tiempo. Requiere recursos, públicos y privados, porque transformar el tejido productivo es costoso y arriesgado, especialmente en tiempos de cambios tecnológicos disruptivos. Y requiere determinación y cooperación, entre las distintas instituciones y agentes implicados, precisamente porque el reto es mayúsculo. Muchos requerimientos, todos difíciles de conseguir. Por ello aumentar la productividad es el gran reto de la economía española.