Calma tensa y recuperación primaveral en los mercados financieros
Los mercados financieros registraron una estabilización generalizada a lo largo de abril, a medida que el radar de los inversores dejaba atrás el episodio de turbulencia financiera de marzo y se redirigía hacia las perspectivas de crecimiento e inflación, con la publicación de los datos del PIB del 1T 2023 y de la temporada de resultados empresariales.
Los mercados financieros registraron una estabilización generalizada a lo largo de abril, a medida que el radar de los inversores dejaba atrás el episodio de turbulencia financiera de marzo y se redirigía hacia las perspectivas de crecimiento e inflación, con la publicación de los datos del PIB del 1T 2023 y de la temporada de resultados empresariales. Así, los principales activos vivieron una primera quincena de tensa calma y modesta recuperación para luego zigzaguear en las últimas semanas ante las señales de persistencia en las presiones inflacionistas, los temores sobre un enfriamiento económico mundial y las dudas sobre la posición financiera de algunos bancos regionales estadounidenses, con la caída del First Republic Bank durante el primer puente de mayo. Por su parte, los principales bancos centrales reincidieron en la necesidad de mantener una política monetaria de tipos más altos y por más tiempo, si bien reiterando el mantra de dependencia en la evolución de los datos. En este entorno, las bolsas internacionales cerraron el mes con resultados mixtos y la rentabilidad de la renta soberana ascendió levemente mientras el tipo de cambio del dólar estadounidense se depreció frente a las principales divisas. Las métricas de volatilidad recogen esta estabilización a lo largo de abril, si bien con altibajos y aún fluctuando en cotas históricamente elevadas.
Esta tensa calma pavimentó el camino de los bancos centrales para avanzar en su proceso de endurecimiento monetario, si bien a diferentes ritmos y con crecientes divergencias sobre los posibles próximos pasos. Así, en el lado hawkish destacaron una vez más el BCE y el sueco Riksbank, con subidas en los tipos oficiales de 25 p. b. y de 50 p. b., respectivamente, y la clara intención de seguir ajustándolos al alza en los próximos meses. Entre tanto, la Reserva Federal de EE. UU. incrementó los tipos en 25 p. b. hasta el rango del 5,00%-5,25%, aunque dio señales de que podría pausar en los próximos meses si la inflación continúa descendiendo y el mercado laboral normalizándose. Una estrategia similar podría adoptar el Banco de Inglaterra que, ante la sorpresa al alza en los datos de inflación y de salarios, probablemente anunciará una última subida de tipos en la reunión de mayo. En contraste, los bancos centrales en algunos mercados emergentes (como Corea del Sur) han optado por pausar las subidas de tipos e, incluso, han sentado las bases para el inicio de bajadas (en Hungría, por ejemplo). Por último, en la primera reunión con Kazuo Ueda como gobernador, el Banco de Japón mantuvo intacto el sesgo acomodaticio en la política monetaria y anunció una revisión de 18 meses para recalibrar el marco aplicado.
En este entorno, los implícitos en los mercados monetarios se reajustaron al alza frente a lo cotizado en marzo y retornaron a los niveles que se esperaban a inicio de año. De este modo, al cierre de abril los inversores cotizan que el BCE llevará el tipo depo al 3,75% en septiembre e iniciará un gradual proceso de bajadas en 2024. Para la Reserva Federal, en contraste, se cotiza que el pico ya se ha alcanzado y que se aprobarán un total de 75 p. b. de bajadas en lo que resta de año, un ajuste que, sin embargo, sería inferior a lo que se esperaba a mediados de marzo. Estas revisiones se han reflejado en un incremento generalizado en los tipos soberanos, si bien los principales referentes aún cotizan por debajo de los niveles previos a la caída del Silicon Valley Bank. Las principales curvas soberanas también mantienen una pendiente negativa entre los tramos cortos (2 años) y los más largos (10 años). En EE. UU., las letras del Tesoro a corto plazo han repuntado de forma notable ante los temores de un posible impago si no se alcanza un acuerdo en el Congreso para aumentar el techo de deuda.
El nerviosismo en torno al límite de la deuda estadounidense, junto a la visión de que el ciclo de subidas en los tipos oficiales ya ha culminado en ese país y que, en contraste, aún le queda recorrido en la eurozona, han dado apoyo al tipo de cambio del euro. En su cruce con el dólar, la moneda común cerró abril cotizando en los niveles máximos desde hace un año, por encima del umbral del 1,10. El euro también ha encontrado refugio en la mejora de las perspectivas de la economía europea para este año, así como en la percepción de relativa robustez del sector bancario en la eurozona, que ha podido maniobrar sin mucho sobresalto los recientes periodos de turbulencia financiera.
Entre tanto, las bolsas internacionales registraron unas primeras semanas de notable recuperación (1,8% en el Euro Stoxx 50 y 0,7% en el S&P 500 entre finales de marzo y mediados de abril), para luego retomar una tendencia negativa en las últimas sesiones del mes. Por sectores, destaca en negativo el sector bancario, en especial en EE. UU., que cierra abril cerca de los mínimos desde el inicio de año. En Europa, por su parte, la cotización de la banca registra un saldo positivo en abril, si bien se mantiene aún cerca del 10% por debajo del nivel que cotizaba a inicio de marzo. En positivo, destacó el sector tecnológico, que ha visto una buena temporada de resultados en el 1T en las grandes compañías estadounidenses, aupado por el furor sobre las tecnologías asociadas a la inteligencia artificial. En los mercados emergentes, las bolsas cerraron abril en rojo, principalmente en los índices asiáticos. Ya en marzo, los flujos netos de capital extranjero hacia el conjunto de países emergentes descendieron un 52% respecto al mes anterior (hasta los 9.400 millones de dólares), según el Instituto Internacional de Finanzas.
Al igual que otros activos, los temores a una recesión económica fueron conteniendo el avance de los precios energéticos a lo largo de abril. Este fue el caso del precio del barril de Brent, que comenzó el mes con fuertes repuntes tras la decisión de la OPEP y sus aliados de recortar la oferta, en algo más de un millón de barriles al día, para posteriormente ir cediendo terreno ante un potencial debilitamiento de la demanda mundial. El gas natural europeo (TTF holandés) siguió abaratándose hasta cotizar por debajo de los 40 €/MWh (mínimos en 21 meses) gracias al elevado nivel de reservas, al creciente flujo de importaciones de gas natural licuado y a la moderación de la demanda. En este sentido, en su esfuerzo por reducir los costes en el suministro, la UE lanzó la primera ronda de compras conjuntas de gas por parte de los Estados miembros. Adicionalmente, los precios agrícolas también experimentaron una notable volatilidad debido al agravamiento de la sequía en varias regiones productoras, y destacó el encarecimiento del azúcar, por encima del 50% interanual, a consecuencia de retrasos en la producción.