La economía esquivó la contracción en el 4T 2022, y el PIB creció un 0,2% intertrimestral, lo que supone una desaceleración respecto al trimestre anterior, cuando avanzó un 0,4%. No obstante, en el conjunto de 2022, el crecimiento del PIB resultó muy elevado, el 6,7% frente al 5,5% anotado el año anterior, máxime teniendo en cuenta el adverso contexto derivado del recrudecimiento de la crisis energética.

Los indicadores relativos al nuevo año son todavía muy escasos, limitándose al sentimiento de los agentes económicos en enero, que muestra una mejora generalizada de la confianza. Esto, junto con un comportamiento más benigno de los precios energéticos y una mayor resiliencia de la economía de la eurozona, apunta a que la economía portuguesa podría evitar de nuevo la contracción en el 1T 2023. Sin embargo, el escenario para 2023 sigue rodeado de incertidumbres; esperamos que el PIB crezca un 1%, una ralentización significativa respecto a los dos últimos años, debido principalmente al impacto del aumento de los tipos de interés y a la pérdida acumulada de poder adquisitivo.

El dato preliminar del INE apunta a una inflación del 8,3% frente al 9,6% de diciembre, lo que supone el tercer descenso consecutivo, debido sobre todo a la caída de los precios de los productos energéticos (–9,1% mensual). Por su parte, tras 15 meses al alza, la inflación subyacente baja del 7,3% al 7,0%.

La tasa de paro subió por segundo mes consecutivo en diciembre, y alcanzó el 6,7% (desestacionalizado), la tasa más alta desde junio de 2021 y muy próxima a los niveles de 2019. Por su parte, la población ocupada registró un descenso (–0,5% interanual) por primera vez desde principios de 2021, aunque se mantiene aún claramente por encima de los niveles prepandemia.

La balanza comercial cerró 2022 con un déficit cercano al 13% del PIB y alcanzó los 30.000 millones de euros, un 55% más que el año anterior, debido principalmente al encarecimiento de las importaciones energéticas. Sin embargo, el comportamiento en términos de volumen sugiere un escenario menos negativo: hasta noviembre, las cantidades exportadas, sin los combustibles, aumentaron alrededor de un 6,5% interanual, ritmo superior al de las importaciones (4%).

En términos de Contabilidad Nacional estimamos que el déficit público se redujo desde el 2,9% del PIB hasta algo por encima del 1% del PIB. Esta mejora se debió al notable crecimiento de los ingresos (11,1%). Por su parte, el gasto aumentó un 5,1%, debido a la puesta en marcha de medidas de apoyo para hacer frente al aumento de la inflación y de los precios de la energía. En cualquier caso, el gasto estuvo por debajo de lo previsto en los Presupuestos del Estado de 2022, sobre todo por la menor ejecución de inversión pública.