La guerra en Ucrania dispara los costes de las empresas y amenaza el crecimiento en los próximos meses
Los principales indicadores de confianza empresarial muestran cómo la guerra en Ucrania ya está teniendo un impacto negativo en la economía de la eurozona, aunque, por el momento, el efecto parece bastante contenido y consistente, incluso, con un crecimiento positivo en el PIB del 1T 2022. Sin embargo, aumentan los riesgos de un freno importante de la actividad en los próximos meses: el consumo privado se podría ver muy afectado por la subida de la inflación y el sector manufacturero se enfrenta a un recrudecimiento de los cuellos de botella. Por su parte, en EE. UU. los datos sugieren que el conflicto está teniendo un impacto minúsculo en la recuperación, si bien con ciertos matices.
Dato
- El PMI compuesto de la eurozona retrocedió desde los 55,5 puntos en febrero hasta los 54,5 puntos en marzo, una caída inferior a las expectativas del consenso de analistas (53,8, de acuerdo con Bloomberg).
- Por sectores, la industria manufacturera es la principal afectada (57,0 desde 58,2), aunque el crecimiento en los servicios también se desacelera (54,8 desde 55,5), mientras que la confianza de los hogares empeora.
- También por países se observa un comportamiento diferenciado, con el IFO alemán cayendo con fuerza (90,8 vs. 95,5). En contraste, en EE. UU., el PMI se aceleró en marzo (desde 55,9 hasta 58,5, máximo desde hace ocho meses).
Valoración
- Los principales indicadores de confianza empresarial muestran cómo la guerra en Ucrania ya está teniendo un impacto negativo en la economía de la eurozona, aunque, por el momento, el efecto parece bastante contenido y consistente, incluso, con un crecimiento positivo en el PIB del 1T 2022. Sin embargo, aumentan los riesgos de un freno importante, o hasta caída, de la actividad en los próximos meses: el consumo privado se podría ver muy afectado por la subida de la inflación y el sector manufacturero se enfrenta a un nuevo aumento de costes y a un recrudecimiento de los cuellos de botella, cuando apenas había empezado a superarlos antes de la invasión. Por su parte, en EE. UU. los datos de confianza sugieren que el conflicto geopolítico está teniendo un impacto minúsculo en la recuperación, si bien con ciertos matices, principalmente a través de la intensificación en las presiones inflacionistas.
- El PMI de la eurozona mostró en marzo una inesperada resistencia y registró una caída muy moderada (54,5 vs. 55,5). El levantamiento de restricciones asociadas a la pandemia sostuvo la confianza del sector servicios (54,8 vs. 55,5), mientras que el sector manufacturero parece algo más preocupado por el giro de los acontecimientos en el último mes (57,0 vs. 58,2). En el conjunto de la economía, no obstante, el indicador se mantiene por encima del umbral que indica crecimiento positivo (50) y del promedio a largo plazo previo a la pandemia.
- Sin embargo, la lectura por componentes arroja un mensaje menos optimista que el de los agregados:
- El componente de pedidos de manufacturas cayó hasta mínimos desde verano de 2020, debido, principalmente, a una menor demanda externa.
- Se agravan los problemas de oferta: el componente de retraso en los suministros se deteriora con fuerza y revierte las mejoras que se observaban desde noviembre de 2021.
- Aumentan significativamente las presiones inflacionistas. El componente de costes marca máximos históricos (81,6 vs. 74,8), tanto por el encarecimiento de las materias primas como por el aumento en los costes laborales. Este aumento de costes está siendo trasladado a los precios finales, que registran en marzo una subida sin precedentes y se sitúan en máximos históricos, tanto en manufacturas como en servicios, lo que apunta a una persistencia en las presiones inflacionistas (el IPC subió al 5,9% interanual en febrero). Este escenario de elevada inflación erosiona la capacidad de compra de las familias, lo que explica el fuerte retroceso mostrado en marzo por la confianza del consumidor elaborado por la Comisión Europea (–18,7 vs. –8,8), que desciende hasta los niveles registrados tras la irrupción de la primera ola del coronavirus.
- Por último, las expectativas de crecimiento para el próximo año se deterioran; el componente retrocede hasta el mínimo desde finales de 2020.
- El mensaje que se extrae de los PMI de Alemania (54,6 vs. 55,6) y Francia (56,2 vs. 55,5) es similar a la del agregado: en marzo, la actividad todavía era positiva, gracias al empuje de servicios, pero las perspectivas para los próximos meses apuntan a una desaceleración de la economía y a una subida en los precios finales. El comportamiento sería similar para los otros países del área monetaria.
- Sin embargo, habría que señalar que el impacto de las turbulencias generadas por la guerra en Ucrania sería especialmente intenso en Alemania, dada su elevada dependencia energética de Rusia (más del 30% del gas y del crudo que necesita) y por el elevado peso de la industria en su estructura económica (casi un 22% del VAB). Este mayor deterioro de las expectativas para la economía alemana se refleja en el notable retroceso sufrido por el ZEW (en marzo, registra la mayor caída en un solo mes de su historia y vuelve a valores de marzo de 2020), y por el Ifo, que en marzo cayó con fuerza (90,8 vs. 98,5) debido al importante retroceso del componente de expectativas (85,1 vs. 98,4), que cede hasta valores vistos al inicio de la pandemia.
- Por su parte, en EE. UU. el PMI compuesto aumentó considerablemente hasta los 58,5 puntos (55,9 en febrero), el nivel más elevado desde julio de 2021. Se trata de una mejora que ha estado favorecida tanto por un incremento del componente servicios como del de manufacturas. El detalle del índice muestra una demanda muy fortalecida, continuidad en las presiones alcistas en los precios y cierta mejora en los problemas de suministros. Con todo, el conflicto de Ucrania y, sobre todo, las nuevas medidas de confinamiento en China podrían generar nuevas tensiones en dichos suministros.